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Eran las 11:35 de la noche en el cementerio de puebla. Un montón de gente estaba en ese lugar. ¿Y cómo no? Era 1 de noviembre y faltaba poco para que todo cobrara vida en aquel lugar.

— ¿trajiste las velas? — le pregunto Monterrey a CDMX

—Si... ¿trajiste las flores? —cuestiono CDMX a su hermano.

Ambos muchachos llegaron a una hermosa y enorme tumba. Cambiaron las flores viejas por unas nuevas y hermosas, se encargaron de limpiar por completo aquel monumento. Los dos chicos se sentaron frente a la tumba y sonrieron al ver la foto en el altar. Azteca, tan hermosa y colorida como siempre.

— ¿Qué hora es?

— 12:00...

—Papá siempre es quien canta, pero se quedó dormido —Afirmo monterrey mientras sacaba de su mochila su guitarra— ¿Qué haremos?

CDMX tomo aliento, sabía que uno de estos días le tocaría cantar frente a su madre, pero no creía que fuera a unos pocos años de que ella falleciera.

—Qué triste fue decirnos adiós

Cuando nos adorábamos más

Hasta la golondrina emigró

Presagiando el final

Qué triste luce todo sin ti

Los mares de las playas se van

Se tiñen los colores de gris

Hoy todo es soledad

No se si vuelva a verte después

No sé qué de mi vida será

Sin el lucero azul de tú ser

Que no me alumbra ya...

A medida que la joven cantaba, se podía ver como las velas intensificaban su fuego, el air se embravecía y las flores comenzaban a bailar con el aire. CDMX había aprendido bien como cantarle a la muerte. Monterrey y el resto de personas veían asombrados como la tumba de sus familiares parecía llenarse de vida.

Pocas personas eran capaces de sentir el calor, la paz y el afecto de las almas que se levantaban esa noche. No era necesario verlo, los muertos tenían nuevamente vida, podía sentirse. Monterrey, al ser hijo de México podía observar como las almas vagaban por el cementerio en busca de sus parientes, y otras afortunadas se encontraban abrazando a sus seres queridos.

Los abuelos conocían a sus nietos, los padres conocían a sus ancestros y algunos niños veían por primera vez a sus padres. Las personas vivas no eran capaces de ver aquel hermoso festival que se formaba a su alrededor, pero podían sentir el calor de un abrazo familiar en ellos. Feliz día de muertos a aquellos que tienen fe en él.

—Hoy quiero saborear mi dolor

No pido compasión ni piedad

La historia de este amor se escribió

Para la eternidad

Los tristes todos dicen que soy

Que siempre estoy hablando de ti

No saben que pensando en tú amor

En tú amor he podido ayudarme a vivir

He podido ayudar a vivir....

Ya casi daban las 3 de la mañana, las personas comenzaban a irse del cementerio, pero CDMX no dejaría de cantar hasta que su madre saliera de esa tumba. Cantaría dos amaneceres más si era necesario. Monterrey solo veía con fe aquella tumba, sabía que su madre no se presentaría ese día, lo más probable es que este feliz "Haya arriba" como para bajar a verlos. Sin México allí, azteca no los visitaría.

Resiliencia [RussMex]  //Terminada//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora