VI. Resistencia.

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Existían muchas maneras de despertarse en la mañana. Sus favoritas eran aquellas en las que sus ojos se despegaban suavemente y su cerebro descendía con lentitud de la bruma del sueño para ser consciente de la tranquila respiración a su lado. Stephen aun durmiendo era un espectáculo imperdible para Tony. El hombre se veía como un ángel, tan relajado y vulnerable, con sus párpados cerrados y sus pestañas revoloteando un poco en su sueño. Luego de una observación profunda, de estudiar el ángulo de sus pómulos besados por la luz solar penetrando el ventanal e intentar que todos los detalles, hasta los lunares más insignificantes, quedaran grabados en su memoria, Tony solía acurrucarse junto a él y los brazos de Stephen lo envolvían inconscientemente.

Otro favorito personal era volver del mundo de los sueños al sentir cómo su cuerpo era presa del hambre matutina de cierto hechicero muy caliente y cariñoso, que lo tenía jadeando y retorciéndose de placer incluso antes de poder abrir los ojos.

Lo mejor era poder sentir tantas cosas hermosas desde los primeros segundos de consciencia. Fue un cambio más que bienvenido de aquellas mañanas en la que sus labios sabían a alcohol y vómito, o una (o varias) personas desconocidas yacían en sus sábanas y con quienes ya no quería tener ningún tipo de contacto físico o saber sus nombres siquiera. Los dolores de cabeza, la sensación de estar muriendo por paladio. La ansiedad en su más alto nivel, las pesadillas producto de sus temores, la no certeza de saber si estaba despierto en realidad. Los gritos asustados de Pepper y ver a uno de sus trajes arqueado sobre ella, y la amarga sensación de sentirse una amenaza aun estando dormido.

Con Stephen, él no tenía nada de eso. Despertarse con él era la gloria.

Despertarse por el sonido de una explosión y luego una alarma de emergencia, definitivamente no lo era.

La voz de Viernes, angustiada a pesar de no ser humana, le dijo que se trataba no de una, sino tres naves entrando en la atmósfera del planeta. A penas pudo procesar lo que su I.A estaba diciendo, la adrenalina comenzaba a apoderarse de su cuerpo al mismo tiempo que el pánico, que subía por cada miembro de su cuerpo y se instalaba en su estómago. Instintivamente estiró su mano para encontrarse con la de Stephen, pero su sorpresa creció aún más cuando éste se apartó en un brusco movimiento para vomitar al costado de la cama. Tan impropio de él, siempre tan pulcro y elegante, que ni siquiera haya intentado correr al baño era otra cosa de la que alarmarse. Tony no podía cargar con todo ahora.

"Cariño, qué demonios...", susurró impresionado cuando Stephen se volvió a inclinar para seguir vaciando el contenido de sus entrañas. Dividido entre qué era más importante, masajeó la espalda de su novio y le pidió a Viernes que le informe todos los detalles.

"Una de las naves está sobre la ciudad de Nueva York, hay otra sobre Porto Alegre, Brasil, y la última está flotando sobre Bremen, Alemania. Cada una lanzó un ataque de dos proyectiles al mismo tiempo, al parecer están sincronizadas. Se espera que se lance un tercero."

"¿Son similares a las de la invasión del 2012?", preguntó Stephen con voz ronca, limpiándose los labios con una toalla de papel. Eso era justamente lo que Tony quería saber.

"No, el diseño es completamente diferente". Tras una breve pausa, Viernes agregó. "Acabo de enviar a Dummy a su habitación con el contenedor del nuevo arco reactor del Mark 50, Jefe. Todavía no hemos terminado con las pruebas pero el porcentaje de funcionalidad óptima está por arriba de los 92 por ciento."

"Perfecto, Vie. ¿Estás bien, Steph?", Tony estaba tan angustiado en esos momentos que lo único que quería era volver a la cama con su novio (esposo sin papeles, alma gemela, lo que fuera), y ocuparse de esa repentina enfermedad que lo tenía tan pálido y nauseabundo. En lugar de eso, estaba colocándose el nuevo reactor de nano-partículas en su pecho.

Predestinación (IronStrange fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora