Me desperté, estaba desorientada, no sabía dónde estaba ni cómo había llegado hasta allí.
Poco a poco mi vista se iba aclarando, me encontraba en un pequeño granero, parecía abandonado, solo habían tres grandes ventanales vestidos con rejas, una docena de cajas de madera vacías y no tenía ninguna forma de escapar. Me quería hacer lo mismo que le hice yo a ella hace más o menos un año. Dejarme morir.Los días iban pasando y lo había intentado todo, ya no tenía fuerzas para seguir. Había perdido la noción del tiempo, mi esencia y hasta lo que no se puede perder nunca, la esperanza.
Cada vez mi final estaba más cerca y no podía hacer nada para evitarlo.Soy atea, pero en tus últimas horas, todo el mundo empieza rezar por si todavía había alguna solución. Miré al techo pidiéndole ayuda a alguien o a algo que me pudiera ayudar. Y de repente, vi una pequeña ventana en una de las esquinas de ese infierno.Cómo no podía haberme dado cuenta de su existencia? Alguna esperanza reapareció en mi.
Saqué la pistola del sujetador, tenía solo dos balas, disparé a la ventana para romper el cristal que había entre la tortura y la libertad.
Fallé, había perdido toda la puntería. Solo tenía una oportunidad la cual no desaproveché. Rompí el cristal y apilé unas cajas para poder llegar hasta ella, subí una a una, me faltaba un metro para llegar hasta el exterior y también me faltaba una caja para poder salir. Me estiré todo lo que pude; mi falta de fuerzas y mi pérdida de equilibrio hizo que me cayera desde 5 metros de altura.Vi una luz, me sentía bien, solo era consciente de que había llegado mi hora, no quiero despedirme de mi vida, tengo asuntos pendientes que no podré cumplir en la siguiente.
ESTÁS LEYENDO
Todo tiene su final
ActionEn la continuación de todo acaba, la protagonista continua con su objetivo, pero los obstáculos estarán siempre presentes. Tercera parte: Todo lo que sucedió con el n.13 (podéis leerlo en mi perfil)