Estoy aqui

92 3 2
                                    

Kahúba miró furioso al Neanderthal que desde cientos de metros había sido reconocido por su baja estatura y su gris abrigo, dos hombres altos lo acompañaban.

Temblando como un niño pequeño sin abrigo adentrándose en las tinieblas de invierno, el gigante caminó por la pradera la tarde del día siguiente a la captura de su hijo, pronto, se encontró con una horrible escena.

-¿Qué has hecho?- chilló el enorme Sapiens mientras que su pueblo entero lo miraba curioso, unos diez individuos estaban un poco más cerca apuntando a Yuko con lanzas. Entre los brazos del Neanderthal, todo magullado y con los pómulos hinchados de golpes, sin decir una sola palabra ni mirar a su padre, yacía aprisionado su amado hijo.

Kahúba comenzó a arrugar la nariz y fruncir el celo de una manera aterradora mientras enseñaba sus dientes blanquísimos apretando la mandíbula y Kron tensó su arco apuntando al rostro de su primo, al haber sido expulsado de tan joven, se quedaba siempre cerca del grupo, pero no lo suficiente como para saber qué hacían en los pueblos que conquistaban y toda la gente que habían asesinado por no ceder sus tierras.

Instantáneamente, se escucharon las voces temerosas de los defensores de Kahúba mientras levantaban sus brazos preparándose para arrojar sus lanzas.

-¡NO!- gritó Kahúba, -¡Mi hijo esta ahí, pueden matarlo a él también idiotas!- gritó el enorme a sus subordinados guerreros en su dialecto, Kron le hizo una seña de aprobación a su líder para informarle de la efectividad del plan y Yuko no pudo contener una sonrisa.

Tras una pausa en la que Kahúba miró con la expresión destruida a su hijo, miró a Yuko a los ojos.

-¿Qué demonios quieres?- preguntó el Sapiens al comprender su situación.

-Habrás notado que dentro de poco tiempo comenzará a caer nieve sin parar, ¿verdad? Bueno, cuando hace frío, acostumbramos a migrar siguiendo las manadas de animales hacia tierras más cálidas, y como por aquí no veo nada, creo que ya tenemos que ir saliendo.

Después del invierno, no vas a regresar, porque yo voy a quedarme con tu hijo hasta que eso suceda, y si te veo por aquí, rebanaré su cuello con esta misma hacha, en frente de ti- respondió el Neanderthal firme como una roca.

Kahúba quedó con la mirada en blanco, había perdido y el corazón le dolía, no sólo por la escena de su hijo, había sido mentalmente superado también, por una especie que había considerado inferior que él al iniciar su aventura pero que con cada conquista había considerado cada vez más inteligente y no quería creerlo, pues llegaría el día en que alguna mente sobresaliente acabe con su imperio, y ese día había llegado. El gigante hizo una reverencia y se retiró lentamente.

-Fue increíble- felicitó Kron al rey de todos los Neaderthales devuelta en el desfiladero, donde su mujer lo recibió con un fuerte abrazo. Partirían a las tierras del sur en los días siguientes, el último ciervo que consumieron se había terminado y el frío comenzaba a sentirse fuertemente.

Era una caminata larga y exhaustiva, sin embargo, las cortas y robustas extremidades de los hombres del valle de Neander podían soportar esfuerzos enormes, los caracterizaba el ser caminadores de largas distancias adaptados al esfuerzo físico, pero sobre todo, estaban conscientes de que al regresar del viaje cuando llegue la primavera, tendrían de vuelta su amado hogar. Yuko, a la cabeza del clan, lo verificó cuando pasaron por la montaña, estaba vacía, Kahúba y su gente se había retirado antes por su falta de resistencia al gélido clima.

El clan descansó su alma visitando su viejo hogar, los colmillos de mamut en las entradas, la frías paredes rocosas, la piedra en medio de la montaña, las familiares pinturas en las cavernas, todo llenaba de felicidad los corazones de los Neanderthal y hasta algunos lloraron de felicidad al saber que tenían su tierra devuelta, que sólo faltaba vivir el invierno.

En el poblado de Kahúba, las carcajadas del gigantesco retumbaban entre los árboles, pasaban por los oídos, acostumbraban a sus miembros. Carcajadas de emoción, gritos de euforia...

¡Esta es mi tierra!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora