COLAPSO |8

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COLAPSO

(Editado)

CAPITULO 8

Emiliano.

— ¡André concéntrate! — Grito por quinta vez. — ¡Derecha...NO!

—Para Emiliano, haz que descanse. No has parado en mucho.

Resoplo ante la petición de Faith.

—No hay recompensa sin dolor. Grábate eso Faith.

Bufa y murmura algo que no escucho porque mi atención está en mi celular. Reviso el nombre de la persona que está llamando.

Comandante Tayler Patison.

¿Qué hace el comandante de la policía de Nueva york llamándome?

Dejo los guantes de boxeo a un lado y camino hasta la oficina bajo la mirada expectante de todos.

¿Por qué siento que algo no va bien con esta llamada?

- Buenas tardes. —Descuelgo.

- Con Emiliano Méndez...

- Soy yo, en que puedo ayudarle comandante.

- Le llamo para darle la lamentable noticia que el señor Martín Méndez está prófugo. Escapó en el momento del traslado, todo cabe indicar que fueron sus socios; la mafia Rusa.

¡¿QUE MIERDA?!

- ¡¿COMO PUDO SER ESO POSIBLE?! - exclamo furioso.

- Pedimos que se tranquilice, nuestros agentes están tras la pista...

- ¡COMO MIERDA ME VOY A TRANQUILIZAR SABIENDO QUE ESE ASESINO ANDA SUELTO!...

- Entendemos...

- ¡NO ENTIENDE NI UNA MIERDA!- cuelgo antes de que me den más escusas.

Martín escapó...

Debí de haberlo matado con mis propias manos cuando se me presento la maldita oportunidad hace unos años. Keith no lo permitió.

"No tienes por qué ser como él, no tienes que convertirte en un ser repugnante...Un asesino".... Habían sido las palabras de Keith que me hicieron perdonarle la vida.

Había estado tras la pista de ese desgraciado con la ayuda de un detective Privado, apenas supe que se encontraba en Nueva York fui tras él. Tuve la oportunidad de acabarlo. Si no fuera por Keith que escucho la llamada del detective. Martín estuviera muerto y no libre.

- ¡HIJO DE PUTA! - Grito con todas mis malditas fuerzas. Golpeó todo lo que tengo en frente. Maldigo el día en que ese hombre se convirtió en mi padre.

- ¿Que tienes Emiliano?...

- Ahora no maldita sea. Aléjate, Faith. Por tu propio bien. Aléjate.

- No me voy a ir, te conozco y sé que este no es un buen momento...

- ¡CARAJO!

No, pero claro que no será un buen momento hasta que vea a ese hombre tras las rejas nuevamente o quizás.... muerto. Solo así podré sentirme realmente tranquilo.

- Pero... ¿Te puedo ayudar en algo? - su voz me tranquiliza, es lo que necesito, es mi tranquilidad. Pero justamente ahora no es lo que quiero. No luego de haberla visto haciendo horrenda escena. Recuerdo aquel momento y siento como el hígado se me vuelve a retorcer. No sé qué sentí, pero por un momento hubiera querido ser yo el que recibiera aquel beso.

¡Maldición!

Dejo de golpear y voy hacia el ring... Todos me miran sorprendidos ¿Que acaso no me han visto enojado?

— ¡Pónganse a entrenar! — Agarro los guantes y con ayuda de André vuelvo a colocarme los guantes. Éste me ve y sabe lo que estoy pensando porque asiente y él también se coloca los guantes. Será mi contrincante.

Por un momento me olvido de todos.

Me concentro en Martín. En aquel beso de Faith que me hizo hervir la sangre. En lo que Faith causa en mí y eso es todo lo que necesito para cegarme y dejar que mis demonios tomen el control.

Sonrió al ver a André un poco nervioso... Me gusta que me teman, eso me llena de mucha más adrenalina.

- ¡EMILIANO BAJA DE AHÍ... AHORA! - Grita ella. Ya puedo imaginar cómo todos están reunidos alrededor del ring.

Lanzo el primer golpe y este lo esquiva. No dejo que se vuelva a estabilizar. Lo golpeó, pierde postura y cae, aprovecho su descuido y lo golpeó. André cubre su rostro. Yo solo puedo imaginar el rostro de Martín. Ese hijo de p....

- ¡Basta lo matarás! ¡EMILIANO!

No le hago caso...Un golpe dos, tres más.

- ¡BASTA! - Siento un gran golpe en mi costilla y eso es suficiente para dejar de golpear, me arrodillo y maldigo. Ella conoce mi debilidad, me retuerzo interiormente pero no lo demuestro. Conteniendo la respiración me levanto, me ayudan sacándome los guantes. Me dirijo hacia los vestidores.

Ella no se imagina lo que puede ocasionar si llegasen a conocer mi debilidad. Sería mi ruina. Y Ella formaría parte de eso.

Sin mirar atrás y en el trayecto a mi camioneta voy golpeando lo que encuentro una vez en el estacionamiento entro en mi carro y acelero hasta hacerlo patinar. Tengo mucha furia en mí ahora.

Me pierdo entre los autos, hay mucho tráfico pero no me detengo. Siento que mi costilla hinca.

¿Por qué, Faith?.... ¡Diablos!, Se por qué lo hizo. Ahora es cuando el sentimiento de culpa llega. Pobre André. Pero es tarde para arrepentimientos. Lo hecho, hecho esta. ¡Maldición! – Le doy un fuerte golpe al volante y acelero mucho más que antes.

Confuso Amor ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora