1: Rueda pinchada

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Jamás tuvo un buen sentido de la orientación, por lo que perderse en una calle y a cualquier hora del día se encuentra dentro de su larga agenda de posibilidades. Ese punto, le generaba cierta angustia. En parte, duplicado también por el silencio que reinaba allí. Su corazón no paraba de latir de un modo caótico. Sin duda, era una buena hora de maldecir el haber pinchado la rueda trasera de su bicicleta.

Alargó el brazo envuelto del pesado buzo negro; que apenas se entallaba a sus caderas. Se subió enseguida aquella manga hasta exponer la muñeca y examinando bien la hora que tenia en un reloj de malla negra.

19:30 pm.

Sorbió saliva. Le comenzaban a doler los músculos de ambos brazos, de tanto tirar del manubrio y arrastrar cuadra a cuadra. Estando ella en su segundo año de universidad, se había condenado poco a poco al sedentarismo y prácticamente no poseía ya la capacidad de estar en buena forma física.

Entre otras innumerables cosas.

Tenia que ser social...

Tenia que ser bonita...

Tenia que tener la piel pálida..

Tenia que ser lo más parecido a una niña...

La chica hizo un falso amago de tener una arcada, deteniéndose en el acarreo de su bicicleta casi desinflada y tirándolo consecuentemente. Ella, se adoraba tal y cómo era; ¿por qué tiene que gustar también a la sociedad?

Al mismo tiempo que un enorme carro de alta gama, blanco, desfilara por uno de sus costados libres y estacionando a unos metros por delante de su ubicación. Por supuesto, la victima continuaba absorta en lo suyo, tratando en vano de que su bicicleta volviera a tener cierta estabilidad y sin imaginar que era calibrada por un depredador nato.

De inmediato, ella la recargara contra un poste; recubierto de papeles de pies a cabeza y no prestando atención a un aviso reciente de una persona extraviada. A lo largo del barrio, había una cantidad exagerada de vehículos estacionados por cuadra y apenas se notaba que hubiese vida por la redonda.

Por otra parte, el conductor arriba del auto estudiaba sus acciones por medio del retrovisor. Quizás pudo parar por que sí, por tener una bendita necesidad de fumar un cigarro o verificar los mensajes en su móvil, ¿no? Tampoco contemplar a una persona era un delito mayor, nadie iba a la cárcel en ese tiempo por ello; claro, eso pensaría alguien con cierto grado de coherencia y dos dedos de frente.

Finalmente, aquel individuo decide abrir la puerta del copiloto, evidenciando su considerable altura y una musculatura fortificada debajo de capas enteras dentro de un atuendo sport. Él con los puños metidos en los bolsillos de la chaqueta negra, se dirigió a atender a la supuesta damisela en apuros.

-¡Maldita porquería!

Ella le metió una patada al objeto, con tal mala suerte que la punta de su zapato se atascara entre los agujeros de las llantas y se lesionara un par de dedos por causa de su brillante estupidez.

- ¡Ay, no! ¡Mi dedo chiquito!

El hombre a sus espaldas pondrá su vista en blanco, negando con la cabeza y posando los brazos en jarra.

- Un chimpancé a la una en punto.

¿Chimpancé? ¿Excuse me?

No era la primera vez que era confundida con un chico, también no ayudaba que tuviera un pecho plano y también los hombros tan anchos igual que los de él. Eso le habrá dando más confianza para querer socorrerla en esa calle desierta.

Se levanta como con cuidado en sus movimientos, mordiéndose de paso su carnosa. No queriendo delatar su nivel de daño físico al supuesto desconocido.

¿Ehm? ¿En qué momento se acercó tanto?

Un sudor frío le recorrió por la espalda, el extraño se había puesto a su lado y empleado una clase de técnica sigilosa que jamás había visto ni en sueños. ¿Era humano ese tipejo? Encima éste no tardara en percibir aquellos vivaces ojos de color castaño, en él.

-¿Se lastimó?-le preguntó de manera inofensiva, dibujando una diminuta sonrisa en su rostro y atenuando ese extraño brillo en su mirada. En primera instancia, ella se sintió completamente pequeña y debido al peso que conllevaba en su propia timidez; en cambio, a él le parecía natural ser solidario con cualquier desconocido.

-Estoy bien-le respondió ella, en un hilo de voz-¿Me podría proporcionar aire?

-¿No le basta con el que hay en toda la capa de ozono?-Le bromeó, con vena maliciosa a ella.-¿No trajo dinero?

¿Qué te dedicas a leer el Tarot o las lineas de la mano, tarado?

-¡Suerte para mí!

¿De qué va este?

-Muchísimas gracias...

Le dio una ligera reverencia en agradecimiento, no teniendo oportunidad de acomodar por sigo misma su bicicleta y debido a que el otro se la sustrajo de sus pequeñas manos.

-¿No eres de por aquí, verdad?

-¿Se nota?..

-Mucho... Viví toda una vida aquí.

-¿Con poco bullicio?

Ok, eso estuvo realmente fatal. ¿Ahora de qué hablamos? ¿Del clima de mierda que está haciendo en todo Seúl?

-Es lo de menos. Puede gritar hasta reventar sus cuerdas y nadie le escuchara jamás- le sonrió suave, su comentario le hizo dar cierta pesadez y elevar todos vellos de la piel a la pobre chica-, ¿no es genial?

Él después de eso, no le dirigió la palabra. Se ocupó en acomodar la bicicleta, en el techo de su carro. Y ella solo se limitó a ver cómo trabajaba, apreciando más de la cuenta a él y sobándose varias veces una de las holgadas mangas de un buzo deportivo, únicamente para bajar su ranking de nervios.

-Siento nuevamente todas las molestias causadas.

-Es peor que una chica.

¿No cayó que soy una?

No hay mucho que decir, es el primer capitulo y me resultó bastante light de escribir

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No hay mucho que decir, es el primer capitulo y me resultó bastante light de escribir. De momento, los personajes no se presentaran todavía. Por lo que, la identidad de la protagonista se mantendrá en total anonimato, ¿está bien? ¿o prefieren que lo suelte en el siguiente episodio?

No falta decir que: Oh Sangwoo no es de mi pertenecía, sino de la maestra Koogi (su creadora original). Yo solamente lo tomó sin fines de lucro.

Dementia || Oh Sangwoo Where stories live. Discover now