¿Porque me odias?

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MEREDITH

Me levanto temprano para ir a la plaza a vender alguna de mis pinturas. Antes de salir de casa, paso a ver a Paulina y le deposito un beso en su manita. Selena no ha madurado en nada. Podrá tener cuerpo y belleza, pero cerebro le falta y me molesta. Paulina es su responsabilidad, no es un juguete, es su hija.

Camino hasta la plaza y saludo a los que ya se encuentran allí. Casi a diario, las personas en sus respectivos puestos venden todo lo que pueden.

-Meredith, que bueno que has venido y veo que trae bastantes pinturas.

Liz es una madre soltera quien se dedica a la alfarería. Sus creaciones son estupendas.

-Hola Liz, últimamente he pintado mucho. Espero que todos los cuadros sean comprados.

Ella sonríe y toma asiento a mi lado acomodando sus piezas.

-Y yo espero lo mismo.

. . .

Ya al medio día solo quedan unos diez cuadros. Una niña se acerca y una sonrisa aparece en su rostro cuando ve uno de los cuadros.

-Papá, mira a esa niña.

Tener tanto tiempo con Paulina hace que quiera dibujarla siempre.

- ¿Te gusta el cuadro?

Ella lo mira y asiente.

El hombre me mira amable y me pide el precio. No lo piensa mucho y lo compra.

-Gracias

-Gracias a ti pequeña.

Me dice adiós con su pequeña manito y se va.

- ¿Meredith?

Alzo la vista.

-Hola Vladimir.

Él toma en sus manos un cuadro y me lo enseña. Es el centro del bosque y a su alrededor hay niños jugando. Ese en particular me dio mucho trabajo.

-Así que has corrido el bosque entero.

-Así es.

Me sonríe y lo deja en su lugar, pero vuelve y toma otro.

- ¿Esta eres tú?

-Un autorretrato es difícil de hacer. Nunca he tomado clases, solo se dibujar lo que tengo de frente. Ella es una chica que vi un día aquí, en la plaza. Se veía cansada, afligida y sin que se diera cuenta la dibuje. Nunca la he vuelto a ver.

Me sonríe y saca dinero.

-Se parece a ti, lo quiero.

Me sonrojo y le sonrío. Le bajo un poco el precio por ser Vladimir, él protesta y quiere pagarme más, pero al final yo gano.

-Ya que no quieres aceptarlo, te invito a salir esta tarde y no puedes decir que no.

Suspiro cansada.

-De acuerdo.

-Paso por ti a las 7.

-De acuerdo.

Me toma la mano y me deja un beso. Se da la vuelta mientras sigue observando mi dibujo.

- ¿El hijo del coronel? Tienes buenos gustos pequeña.

Miro a la señora que tengo a mi lado y le sonrío. Desvío la mirada hacia el hombre que ella atiende, lo único que se le ven son los ojos. El me mira fijamente y creo haber visto esos ojos anteriormente. Ella le entrega las especies y el desaparece entre la multitud.

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