Mientras, en Tomás Moro

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Mientras todo pasaba en el casco histórico del Santiago setentero, volaban rumbo a Las Condes los 2 cazas restantes que durante esa mañana habían despegado.

Eran Eitel y Leight Jr. los elegidos para dar fin a quienes estuvieran dentro de la residencia presidencial Tomás Moro. Quien sabe... Quizás el mismo Allende estaba allí, y había que matarlo como fuera.

Sin embargo, el ambiente ya era extraño. Era un día nublado, algo inusual para el mes de septiembre en la época. Las radios de comunicación entre los pilotos no funcionaban como debían, Gato dejó de transmitir, el grupo que atacaría el palacio presidencial de calle Moneda había quedado en silencio. Todo era intriga para los, en ese momento, solitarios pilotos. Ahora claro, Eitel no debía demostrar su intranquilidad, era el de mayor rango de ambos aviadores y tenía que mantenerse "sereno", o al menos tratar. Por otro lado, Leight, más novato e indeciso, no ocultaba su angustia, no por estar arrepentido de las cosas que le pedirían hacer, sino porque era su primera misión como capitán de su propia nave, ¡Y vaya misión que le asignaron!

- Ya cabrito, tu abres fuego. Tenís que apuntarle a la casa del borracho sipos. No te vayas a equivocar. Has que tu papito se sienta orgulloso.

- ¿Está seguro jefe? Quizás sea mejor que...

- ¿¡Cómo que si estoy seguro mierda!? ¡Dispara luego oh!

Como palabra santa, el misíl tomó rumbo inmediatamente. Sin embargo, el nerviosismo de Leight fue tal, que el balístico redirigió su rumbo drásticamente, explotando éste en el frontis del hospital militar que se encontraba a tan solo unas cuadras de distancia.

- ¡Cabro hueón mira lo que hiciste!- Dijo Eitel a carcajadas. Mientras decía aquellas palabras, el avión de Leight Jr. se alejaba y descendía suavemente, como si el joven tratara de ocultarse entre los árboles luego de tremendo caos que generó.

- ¡Ya oh! No te amargues tanto. Te prometo que tu papá no se va a enterar.- Seguía diciendo entre risotadas. Pero nadie respondía.

- Gustavo, ya po hueón. Estay bien peludo como pa hacer esa clase de berrinches. ¡Gustavo! ¡Qué cresta!

El avión de Leight finalmente se perdió entre los árboles de las calles del sector, para finalmente transformarse en una bola de fuego rodante. Eitel observaba atónito la situación, sin palabra ni aliento alguno. Aún trataba de interiorizar el último suspiro de Gustavo Leight Yates: "¿Qué.. Qué hago acá?" Así acabo la existencia del joven que se pudo haber transformado en el payaso de la fuerza aérea por haber bombardeado el hospital institucional por accidente, pero que decidió zafar acabando con todo lo que tenía, o eso se cuestionó Eitel Von Mühlenbrock por unos cuantos segundos antes de darse cuenta que su avión se iba en picada contra la residencia presidencial. Ese si que fue un final terrible, porque él siempre supo lo que hacía, pero el desconcierto de lo que pasaría en el futuro de la humanidad lo dejó helado, transformándolo en un "kamikaze" contemporáneo estando él con sus capacidades plenas. Qué irónico...

Amnesia del 73Where stories live. Discover now