Hacer negocios con aquel hombre había sido un reto, el cual, por fin había alcanzado.
La familia criminal de Endeavor era de las más peligrosas, y más en específico la tercera más rica de todo el mundo. Su negocio consistía en la venta de drogas nocivas para la salud pero maravillosas para el bolsillo, algo simple de decir pero claramente no de llevar al cabo.
Aún así, él se sentía orgulloso de haber logrado sus hazañas, con la venta ilegal de armas de alto calibre, ¿Su mejor cliente?, el mismo gobierno estadounidense.
Omitiendo varias cosas, ambos se encontraban ahí. En una gran sala de paredes crema, con varios libreros llenos de contenido a sus costados, siendo los mismos mencionados de un café opaco. El escritorio, de madera de un color negro, jugando de la mano con el rojo carmín de la aterciopelada alfombra con detalles en dorado que sus pulcros zapatos pisaban.
Atrás de ellos, lo que parecían sillones de tela. Como una pequeña sala de estar que como centro tenía una mesa de cristal.
Sus ojos rojos miraban con atención al actual líder.
Shoto Todoroki, un hombre con ciertas características que podían ser tomadas como exóticas. Su perfil era afilado, más que como japonés era como el de alguien de procedencia rusa, su nariz era alargada y sus labios delgados. Sus ojos, un extraño par demasiado desigual, heterocromía.
Y su cabello con el mismo juego, blanco del lado derecho y del izquierdo rojo. Maldito, reconocía que el hijo de puta era atractivo... A parte poderoso, esa era la razón por la cual estaba ahí. Sabía que le convenía estar de su lado, en el cual las ganancias y victorias estaban técnicamente aseguradas.
Su estatura, normal en un Alfa. Rozando como él los dos metros, tal vez un poco menos, un metro con noventa y dos centímetros sonaba coherente.
Fuera de su cabeza, todo era un silencio que resultaba asfixiante. Puesto que, Todoroki no se quedaba atrás en cuanto a analizar con su mirar a su contrincante.
Era rubio, como su madre, quien según sus investigaciones era de origen europeo. Sus ojos, al igual que la mujer eran de un escarlata brillante, su piel contraria a la suya estaba un tanto bronceada y su perfil, era agraciado. Contrario a él, por su cicatriz que cubría el lado izquierdo de su rostro.
Sus feromonas luchaban, tal vez para mostrar autoridad. Pero eso resultaba casi natural en su especie con instintos aún un tanto primitivos.
No lo conocía, y ya lo odiaba. Por haber tenido cierta educación, que casualmente era la misma que la de su cónyuge.
¿Él era el famoso Kacchan?, decidiendo por fin dar continuación a la comunicación, levantó un poco su figura y colocó su barbilla sobre el dorso de ambas manos propias, que cómodas se recargaron mediante los codos.
—¿Cuánto quieres?— preguntó, ya llevaban discutiendo el tema unas horas, pero esa pregunta seguía sin ser respondida de manera correcta, claro, para su gusto.
—Cincuenta por ciento.
—Intenta de nuevo— volvió a decir, por tercera vez en el día. El rubio de un metro con ochenta y ocho centímetros de alto bufó con ira, y por fin cedió.
—Cuarenta.
—Vas mejorando.
—¿Treinta?, no hay trato.
—Bien— contestó escueto, el párpado de Katsuki tembló con ligereza ante aquello. Para pena de su orgullo, resultaba que necesitaba tener un trato, ya que estar asociado con él incluía protección bajo ciertas circunstancias que él necesitaba cubrir —La puerta está detrás tuyo.
Todoroki sonrió burlesco a su lugar, y él gruñó ante eso. Las feromonas contrarias, con olor a cigarro con cierto toque a menta le estaban quemando la nariz, demostrando su dominio. Las suyas, con esencia a pólvora resultaron inútiles cuando su necesidad sobrepasaba su orgullo.
—Treinta, acepto.
—Muy bien, es bueno que sepas tu lugar— dijo con falsa cortesía que Bakugo aborreció de inmediato. En ese momento, la mano blanquecina y aperlada de Todoroki se extendió para sellar el trato.
De mala gana chasqueó la lengua, y dio un apretón, aunque...
—¡SEÑOR!— llamó en un grito un Beta, que se notaba realmente agitado. Su ropa era una bata médica, y de su cuello colgaba un gafete. Y al contrario de lo que uno pensaría, el Beta tenía ciertas manchas de sangre en los guantes que aún portaba —¡YA COMENZÓ!
Él realmente no lo entendió, pero giró a ver a Todoroki, su rostro denotaba preocupación, felicidad y miedo. Una mezcla bastante cuestionable. Prontamente, notó como se vio aprisionado del pánico, tal vez no era tan inexpresivo después de todo.
O tal vez aquella noticia era una que liberaba sus emociones.
—Me retiro— anunció, después de carraspear su garganta —uno de mis hombres te llevará a la puerta y, creo que está claro lo que pasará contigo si me traicionas. Te haré saber cuando necesite de tu cooperación de manera personal.
—Por supuesto— respondió, siguiendo a un Alfa de menor rango. Un joven que amablemente le guío a las afueras. Aún así, cuando pasaron por cierta habitación logró captar el olor a sangre Omega, la cual se caracterizaba por ser dulce, y con cierta esencia a su portador.
Al oler un poco más, sus ojos se abrieron, ¿Podría ser?, no, él estaba muerto. Había sido secuestrado y asesinado, era por eso mismo que él se había involucrado en todo ese embrollo.
Para buscar por sus propios medios al culpable de la muerte y desaparición de Izuku Midoriya.
Una vez fuera de la enorme casa, la miró por unos segundos antes de subir al vehículo que lo llevaría a sus terrenos, ¿Quién diría que pasarían casi cuatro años para cuando el tiempo le diera esa llamada por parte de Shoto Todoroki?
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¿Princesa?, Intenta De Nuevo
FanfictionSe murmura que los destinados tienen las más puras historias de amor, también las más correctas, puesto que desde un principio simplemente estuvo destinado a suceder. Al destino le gusta juntar a una dulce princesa que será protegida a toda costa po...