In only seven days

C U A T R O

Martes

— Creo que eso es todo—anunció John mostrándole a los otros tres con orgullo si carrito de compras, el cual solo tenía pan de caja, mantequilla, queso cheddar y dos cajas de té.

—¿Piensas mantenernos a base de tostadas con queso y té?— levantó una ceja Brian.

—¿Si?

—Oh, querido— dijo Freddie—, déjame hacerlo yo.

Mala idea.

Mientras Brian y John pasaban tranquilamente por los pasillos, decidiendo que llevar y que no, el par pasaba a toda velocidad, subidos al carrito de compras gritando. Roger iba adentro de éste, donde se supone que va la comida, y Fred estaba al volante, con los pies el la parte de abajo destinada a cajas pesadas.

—NIINININIINI NININI NINIIIINI- gritaba Roger al ritmo de la canción del Titanic, con los brazos extendidos a los lados—. ¡SOY EL REY DEL MUNDO!
Sin embargo, al guardia del lugar no le hizo tanta gracia. Se acercó dando pasos largos y con una voz grave y un poco amenazadora les dijo
—Les voy a tener que pedir que se retiren.

Freddie, ante esto, se indignó—¿Sabes quienes somos?

—No— respondió con simpleza el guardia.

—Pues nosotros si sabemos quién eres... Miike— dijo leyendo el carnet que tenía pegado en su uniforme— . Y de todas formas este es un mal súper, ya nos íbamos.

Y se fue. Dando largos pasos con la cabeza en alto. Los otros le siguieron, un poco apenados.

—Perdón Mike— se disculpó Deaky.

Tuvieron que pasar el pueblo para llegar a la casa de John, lo cual suena como una tarea fácil. Solo caminar unos siete minutos colina arriba cargando lo poco que pudieron comprar y llegar a casa. Bueno, no lo fue.

Aparentemente "¡hay muchas distracciones!", según Roger.

No habían pasado ni dos cuadras cuando ya había comprado un pollo chillón. Nunca supieron los otros tres de donde lo sacó.

—Lo llamaré Rodolfo—anunció orgulloso de su nueva adquisición, haciéndolo sonar.

Siguieron caminando, y cada tres pasos se podía escuchar un tuu~ proveniente de Rodolfo.

Brian lo miró con el ceño fruncido, pero Roger solo siguió caminando, fingiendo que no sabía la razón de la mirada del alto. Cuando este volteó la mirada hizo sonar a Rodolfo. Inmediatamente volvió a voltearse hacia el rubio.

—¡Roger!

—¿Qué?—se hizo el desentendido.

—Para.

—¿Parar qué? — tuu~

—¡Eso!

—Ok, ok, ya lo dejo de hacer.

—Gracias

Tres pasos. Cinco pasos. Nueve pasos. Tuu~