S I E T E

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Viernes

Roger se despertó con un terrible dolor de cabeza. Lo primero que notó es que alguien-probablemente Brian- lo había puesto en la cama. Lo segundo que notó fue que éste no estaba.

Se levantó y fue a la cocina, donde fue recibido con un agradable olor a café.

—Hola dormilón—lo saludó el rizadoquien recibió un gruñido de respuesta—¿Café? Alivia la resaca.

—Con uno y tres séptimos de azúcar— pidió. Al rizado se le hizo chistosa la especificación, pero no dijo nada y le pasó la bebida.

Roger bebió el café que le ofreció el alto.

—Te vez tierno cuando duermes— soltó de la nada el guitarrista. Ante esto el menor se puso rojo, cosa que contrastaba con el azul de sus ojos y su pelo rubio

—También te ves tierno cuando te sonrojas—rió. Esto, por supuesto, hizo quese pusiera aun mas rojo—. Te ves como un pequeño tomatito enojón— siguió. Y es que en realidad le gustaba ver ese lado tierno de su amigo.

—¡Más café!— casi grito Roger al no saber que hacer. Extendió energéticamente su taza a Brian. Sin embargo, la taza aún contenía café, que se derramó en su brazo y el torso del mayor. Cuando sintió el calor del líquido sobre su brazo empezó a gritar—¡QUEMAQUEMAQUEMA!— movió su brazo de arriba a abajo rápidamente esperando a que se le pasra el dolor, cosa que, eventualmente, pasó.

Luego reparó en la gran mancha de café que se encontraba en la blusa del rizado.

—Oh perdón perdón perdón—Tomó una servilleta e intentó sin éxito limpiar la mancha.

—No te preocupes— rió Brian. Pocas veces Roger mostaba este lado suave y dulce de si.  Y a Brian le volvía loco eso, aunque también le  volvía loco su lado despreocupado y rebelde. Lo bien que se veía con sus lentes de sol y un cigarrillo en la boca (aunque odiaba ese vicio que tenía, pero se veía jodidamente bien cuando lo hacía).

—Perdón por ser un desastre— se disculpó por cuarta vez. De verdad que era un desastre, y se lo decían varias veces, pero no sabía que pasaba con él. Había estado con muchas chicas, no muy duraderas, y ninguna le hacía sentir de esa manera. Ni siquiera Dominique, con la cual había durado más, pero que cortó el mes pasado. Nadie se comparaba con el cosquilleo en la  boca del estómago y la emoción que sentía con solo siquiera pensar de él. Y no sabía por qué.

—Bueno, yo creo que eres un lindo desastre—dijo Brian— Eres como una lluvia de cometas: hermoso, único, y a algunas personas les da mucho miedo—rió por la última parte, mostrando sus colmilos que tanto amaba— aunque no saben que solo son la interacción con el viento solar que hace que su superficie se active y los gases y materiales de la superficie del cometa salen despedidos al espacio, y pasan a orbitar al Sol en órbitas muy similares a las de su cometa de origen— la cara de Roger delató que no había entendido absolutamente nada—. Bueno, puedes olvidar eso último, lo que digo es que... eres lindo.

—P-pero tu blusa- —empezó Roger.

—La blusa es lo que menos importa— solto una risa. Luego se la quitó— ¿Ves? Ya no hay mancha— Roger se quedó sin palabras.

—Yo-tú- —balbuceó, luego carraspeó—Yo no doy miedo— logró artícular. Esto hizo reir al mayor, quien soltó una carcajada, haciendo su cabeza para atrás. Luego caminó hacia el rubio.

In only seven days Donde viven las historias. Descúbrelo ahora