O C H O

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Viernes
Lo que pasó en el cine

Ya eran las ocho y Roger no se había despertado, cosa que empezaba a hartarle al cantante, no le gustaba estar sin nada que hacer.

—Deaky, cariño, ¿quieres ir al pueblo?

—¿A hacer qué?—cuestionó el menor dando una mordida a su tostada.

—No sé ¿a comprar?

Sabía que había varias tiendas por la fuente, y no tenía nada más que hacer, así que aceptó.

—Brian, vamos de compras, ¿quieres venir?

El aludido, que estaba leyendo una revista de ciencia, levantó la cabeza.

—Oh no, en esa trampa solo caigo una vez— luego miró a John—. Suerte, la necesitarás. Y paciencia— y con esto regresó a su revista.

Freddie le dedicó una mala mirada al rizado y se fue dando largos pasos, seguido del menor, que no tuvo mucha opción ya que le estaba agarrando la mano.

Llegaron al pueblo en diez minutos. Hubieran sido cinco pero Fred insistó en evitar la tienda de Mike.

—¿Que quieres hacer?—preguntó el bajista. Al no obtener respuesta volteó a sus lados para encontrarse que Freddie ya habia entrado a una tienda.

—¿Que color me vendría mejor?— le preguntó a John, que habia entrado tan rápido que no se había dado cuanta de que estaban en una tienda de cosméticos. Mió a los, a su parecer, cientos de tonos de pinta uñas y se encogió de hombros.

—Todo se te ve bien.

Ante esta respuesta tomó el negro, que inmediatamente dejó por uno blanco. Luego tomó los dos, y cuando estaban a punto de ir a la caja, los dejó y tomó uno morado.

—Deaky, no puedo. Decide por mí.— le entregó los tres al bajista. Éste, despues de una seria inspección de dos segundos respondió.

—¿Negro?— dijo lentamente.

—Bien, ese era mi favorito también.

Llegaron a la caja con el negro, blanco, morado y uno azul que ni siquiera estaba en las opciones anteriores pero "el color es maravilloso, ¿no lo ves, querido?".

Y esto pasó con zapatos, lentes de sol, anillos, luego hicieron una pausa por helado, y unas blusas que enamoraron a Freddie desde que las vio.

—Rápido, las señoras me están viendo raro— le apresuró John cuando notó que su amigo se estaba tardando demasiado.

—Oh, no te preocupes— le dijo una de las señoras— es usual ver a jovencitos esperando a sus novias.

Deaky se sonrojó un poco, pero su sonrisa se borró cuando oyó que alguien forcejeaba la puerta. Solo entonces se dio cuenta de que estaba sonriendo, cosa que le hizo sonreir de nuevo.

—Um ¿Deaky? ¿Deaks?—sonó de adentro—Creo que me atoré. Pero la ropa me queda fantastica debo de admitir.

Empujaron la puerta varias veces, luego se empezó a apanicar.

—Oh no, voy a perecer aqui encerrado,viéndome super bien, pero a nadie le importará por qué estaré aquí por el resto de mis días, hasta que muera de hambre o sed o aburrimiento o los tres, y mis gatos se preguntarán "¿Por qué no viene Freddie, si nos ama?" ¡Y yo los amo, Deaky, los amo! Y nunca encontré el amor de mi vida, porque está allá afuera y yo estoy aquí adentro por el resto de los tiempos e incluso después de...— fue entonces cuando vio la señal abajo del cerrojo que decía "jale"—...eso— abrió la puerta—.Nunca le digas nunca a nadie.

In only seven days Donde viven las historias. Descúbrelo ahora