Corona de Plata

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¿Eres lo suficientemente fuerte para seguir protegiendo tu corazón y el mío?

Florence + the Machine, Heavy in your Arms


***

La brisa azotaba fuertemente contra su contraído rostro, enfriando el sudor que perlaba su frente. Los cabellos, largos y negros, volaban con frenesí. Agitó con fuerza la rienda de su hermoso caballo negro y presionó sus piernas contra los costados del animal. Howl, como había nombrado a su compañero equino, aceleró en sus movimientos.

Contra ellos avanzaba a paso rápido una avalancha de hombres disfrazados en color blanco. Sus afiladas y amenazantes espadas desenvainadas se mostraban listas para clavarse sobre el pecho de aquel caballero desertor.

Su vista se nubló. Mientras corría con la brisa en contra, sintió una onda fría saltar desde un punto a sus espaldas. Cerró los ojos con fuerza, pero pudo notar cómo una luz blanca y potente salpicaba el panorama. Howl bajó el ritmo de su andar y se desvió del camino por un momento, pero en cuanto la luz se desvaneció, tanto el hombre como el caballo recobraron su ritmo. Pasaron por encima de aquellos hombres que ahora estaban

(muertos)

inconscientes.

Escuchó los gruñidos de La Bestia al correr con ímpetu detrás de él. Aquellos pasos eran tan impactantes que casi no oía el andar de los hombres que iban siguiendo el camino que él les marcaba. Sin embargo, en la lejanía del bullicio, distinguió perfectamente el graznido del Ave Ciega.

Nuevamente agitó la rienda de Howl. El equino continuó su marcha libre de adversarios hasta las puertas del Castillo de Plata. Éstas estaban cerradas, aparentemente libres de protección, pero él sabía muy bien que en las bardas se encontraba otro ciento de hombres con flechas ardientes, preparados para romper su lema de paz en cuanto diera un paso cerca de su perímetro.

Ellos esperaban por él, lo habían hecho durante diez años. Ellos esperaban por el Lobo Azul, por el más grande traidor del reino.

Entrecerró los ojos y una nueva onda, esta vez ardiente y lacerante, saltó desde un punto negro que resplandecía a sus espaldas. Las plumas del Ave Ciega volaron a sus costados, mientras sentía la muerte recorrer con un agujero oscuro el pecho de aquellos que estuvieran a su alcance.

La puerta cayó. El caballero de la oxidada armadura azul detuvo al equino. Desenvainó la espada plateada, y saltó para enfrentarse a aquellos que antes fueron sus compañeros de batalla.



Terminó de alaciarse los delicados cabellos plateados mientras escuchaba el estruendo a las afueras del castillo.

Cerró los ojos un momento y pudo sentir que bajo sus parpados algo se humedecía. Lentamente, volvió la vista al espejo que estaba a su frente y se dejó sorprender por el bello reflejo que observó.

Miró hacia la ventana. La débil luz del sol había desaparecido detrás de nubes oscuras y amenazantes. Poco a poco, se levantó de su asiento y caminó hasta el cristal. Observó el verde jardín, con un adorno de blancas y hermosas flores que vistas desde ese punto parecían formar una corona plateada.

Escuchó un estruendo oscuro que se extendía desde las afueras de los muros de protección. Suspiró y volvió a mirarse en el espejo. Todo en él lucía tan pulcro y blanco, tan perfecto y lleno de paz. Todo era tan puro. Todo contrastaba con sus pensamientos.

Queen of Peace [the GazettE] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora