Conejo Oscuro

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Hiciste un trato y parece que ahora tienes que ofrecer algo más, pero,

¿alguna vez será suficiente?

(¡Levanta la oferta!)

No es suficiente.

Florence + the Machine, Rabbit heart (Raise it up)


***

Una luz atravesaba la rendija en la puerta de madera. Aoi permanecía sentado observando, agazapado entre la oscuridad que el pequeño cuarto le ofrecía. Habían pasado largas horas desde que se dispuso a esperar ahí, protegiéndose del frío viento que se colaba por las grises calles de la ciudad.

Dejó su armadura en el palacio del Gobernador Ryuichi. Supuso que no tendría que esperar demasiado por la venida del hombre que buscaba, sin embargo, la noche se hizo presente tras las nubes, bañándolo con el frío de la luna.

Pronto el sonido de una cerradura activándose apareció. Una figura masculina envuelta en una capa negra cruzó la puerta de la desvencijada cabaña, cerrando detrás suyo. El hombre llevaba la cabeza cubierta bajo una capucha, la cual se apresuró a quitar dejando al descubierto una cabellera blanca larga hasta los hombros. Lentamente se quitó la pesada prenda para doblarla y colocarla adecuadamente sobre una solitaria y vieja silla de madera colocada frente a una pequeña mesa redonda en las mismas condiciones.

Los cabellos plateados de aquel hombre iluminaron la oscura habitación mientras este comenzaba a desatar los cordones de la jareta en el cuello de su amarillenta camisa de lino.

Aoi se levantó del borde en el que había estado sentado oculto de la luz. Dio un par de pasos y avanzó hasta aquel joven albino. Sin embargo, estando a centímetros de distancia de él, un corte en el aire le hizo detener su andar por la habitación.

El dueño de la pequeña cabaña había dado media vuelta, manteniendo el filo gastado de una vieja espada como amenaza ante el intruso. El movimiento ocurrió tan rápido, que el caballero pelinegro ni siquiera tuvo tiempo para reaccionar, quedando sus ojos fijos en el débil brillo de aquella arma que en ningún momento reparó ese hombre llevaba consigo.

—¿Qué es lo que está haciendo aquí? —Preguntó el dueño de la cabaña, sin bajar la espada. Sus ojos plateados brillaron de forma intensa mientras su profunda voz llenaba la habitación.

—Disculpe, no era mi intención importunarlo. Esperaba por usted y me tomé el atrevimiento de entrar a su hogar ya que la noche se había vuelto muy fría —respondió Aoi, con voz calmada—. Permítame presentarme.

—No necesito que se presente, sé quién es usted —entrecerró los ojos, sin alejar la espada de la barbilla del otro—. No olvidaría el rostro del hombre que salvó mi vida. Usted es Aoi, el Lobo Azul.

Aoi abrió un poco los ojos con franca sorpresa debido a la manera en la que el joven conejo se había referido a él como su salvador.

—¿A qué ha venido? —Preguntó nuevamente el hombre albino y por fin guardó su espada dentro de una gastada vaina de cuero negro—. Durante la tarde lo vi en el palacio hablando con el Gobernador.

—Justamente ha sido él quien me solicitó venir aquí —Aoi se puso firme frente al otro hombre, notando como en las mejillas este aún mantenía algo de tizne negro—. Está interesado en que usted se vuelva mi escudero.

Queen of Peace [the GazettE] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora