Capítulo 1 luz y oscuridad

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- ¡KURO!- Grito la blanca deidad- ¿Que has hecho?-

- ¿No lo ves hermanita?- Dijo la oscura sombra en la que se había convertido su querido hermano- ya sabias que esto pasaría, solo era cuestión de tiempo que fuese más fuerte que tú y que padre, ya no puedes detenerme-

- Eso lo dirás tú, tengo un as en la manga-

- Lo sé, por eso yo también he tomado medidas-

- ¿Que? ¿Que has hecho?-

- Cada cosa a su tiempo Shiro, pronto vas a caer, haré que padre sea quién lo haga-

- Sabía que eras malvado pero hacerle eso a nuestro propio padre, ¿para que quieres tenerlo bajo tu control?-

- ¿Aún no te lo has imaginado? Los Ángeles son la clave de mi plan, con ellos causaré el caos en tierra-

- Estas mal de la cabeza, nunca te creí capaz de eso-

- Pues ya va siendo hora de que te hagas a la idea- una sonrisa macabra se le formó en su boca- ¡Ángeles, atacad a Shiro!

Una horda de seres oscuros como la noche se abalanzaron contra la diosa, ella se defendió con todas sus fuerzas pero eran demasiados, no le quedó otra opción que huir, dificultadamente pudo escapar y se dirigió a cierta montaña y busco a la mujer que acababa de dar a luz para darle un mensaje y decirle lo que debía hacer.

16 años mas tarde

Rayos de luz solar se colaban por la persiana mal bajada, uno de ellos dió en los ojos de nuestra dormida protagonista, Diana despertó molesta por la brusquedad de la luz y su largo cabello negro en su cara no ayudaba, se levantó perezosamente, fue al baño a lavarse la cara y volvió a su habitación, una notificación llego a su mobil, era el día de su cumpleaños pero para ella sería igual que los demás días, ella nunca había tenido una fiesta de cumpleaños o algo parecido, pero que había de esperar cuando sus padres nunca estaban en casa y el poco tiempo que estaban era como si no existiera, nunca le habían mostrado ni el más mínimo signo de cariño pero le exigían las mejores notas en sus estudios y la castigaban cuando eran inferiores a 9, estaba cansada de esa vida y el estrés constante ya empezaba a hacer mella en ella, se notaba en sus constantes ojeras por no dormir bien y que sus preciosos ojos verdes se veían tristes y vacios, se preparó para ir a clases, el lugar donde estaban las dos únicas alegrías de su vida, Megan y Alba, sus dos mejores amigas y con quiénes podía desconectar un poco de toda la mierda que llevaba encima, ellas dos eran como la noche y el día, totalmente contrarias, Alba era tranquila, nunca se saltaba las normas y siempre era puntual mientras que Megan siempre tenia energía para todo, era una rebelde sin causa y siempre llegaba tarde a todos lados pero las tres siempre se habían mantenido unidas y se apoyaban.

Diana llego a clase, la mayoría de alumnos ya estaban en clase, algunos sentados haciendo los deberes que no habían hecho y tenían que entregar ese mismo día, otros de pie hablando entre ellos y alguno que otro durmiendo en su pupitre, ella se dirigió a su lugar al lado de Alba quien ya estaba lista para empezar la clase, Megan se sentaba detrás de ella pero como siempre aun no había llegado, mientras esperaban a que la clase empezara estuvieron hablando y cuando solo faltaban dos minutos para que llegara en profesor Megan apareció por la puerta sin aliento y sudando como si acabara de correr un maratón.

- Vaya vaya, parece que hoy nuestra querida amiga se ha iluminado y ha decidido llegar puntual- dijo Diana en un tono burlón cuando llego a su mesa

- ¿Que pasa? ¿Por llegar tarde unas pocas veces ya soy impuntual?-

- ¿Unas pocas?- dijo Diana algo sorprendida por lo que dijo su amiga

- No me sorprendería que tuvieras el record de veces en llegar tarde- dijo Alba directamente y las tres se echaron a reír

Megan "aprovechando" el tiempo antes de que llegara el profesor empezó a peinar a Diana, siempre le habían encantado su cabello tan liso y suave ya que ella lo tenía rizado y si se lo peinaba se le encrespaba mucho asi que solo se lo mojaba un poco y ya y a Alba poca cosa le podía hacer ya que siempre lo llevaba corto, nunca dejaba que le llegará a los hombros asi que solo le hacía pequeñas trenzas asi que era normal que llevará varias ya que le encantaban, empezaron las clases y pasaron con normalidad, a la salida Diana se despidió de sus amigas y se fue a casa, entonces recordó que sus padres llegaban de su último viaje esa misma tarde y se le quitaron las ganas de llegar a casa por lo que decidió ir por otro camino para hacer tiempo, dio varias vueltas por las calles cuando algo le llamo la atención, en un callejón vio una intensa luz azul que provenía del suelo pero lo mas raro era que por esa calle pasaba mucha gente pero nadie veía ésa extraña luz, algo insegura decidió acercarse para ver de dónde provenía y se encontró  con un colgante, una piedra azul claro que era la que emitía esa luz pero su forma era aun más extraña, era como una luna creciente y una decreciente que se unían por las puntas, estaban sujetas por un metal de color lila como si fuera una enredadera y en el centro formaba una pequeña flor de ese mismo metal, se quedó embobada unos cuantos segundos mirando la joya y decidió quedarsela, cuando llego a casa sus padres ya habían llegado pero no le dijeron nada, ni siquiera la felicitaron pero ella ya se lo esperaba, a veces se preguntaba si recordaban la fecha de su cumpleaños, ni siquiera sabía que hacía allí, después de todo era adoptada y se preguntaba que habría pasado si hubiese sido otra familia la que la adoptase, quizás entonces hubiese sido más feliz, se fue a la cama con esa idea y justo antes de caer dormida una lágrima salió de sus ojos.

El mundo de las dos LunasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora