✘ CAPÍTULO 1 ✘

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Era el tercer día de universidad para Maya, pero tenía la sensación de que habían pasado tres años. No es que fuese una mala estudiante, aunque tampoco es que fuese la mejor de todas, pero tenía una capacidad de concentración bastante reducida. Era por eso por lo que sus clases se habían limitado a hacer caso en algún momento que otro —para engañarse a sí misma y poder decir que escuchaba—, dibujar en los bordes de las páginas de su archivador y jugar a "Hundir la flota" con Rafa, su mejor amigo. Y tenía aún menos ganas de atender cada vez que Carol, su otra mejor amiga, le advertía que no pensaba aguantar sus lloros al final del cuatrimestre.

Aquella mañana Maya desayunó sola, como era de costumbre. Se reunió con Rafa y Carol a las ocho y media de la mañana en la puerta de la Complutense, pero llegó diez minutos tarde porque la línea 2 del metro seguía cerrada. "Habrías llegado tarde igual", le habían reprendido sus amigos. Pero era verdad.

Al entrar al campus provocó unas pocas miradas curiosas, como ya estaba acostumbrada, aunque menos que cuando iba al instituto. Se puede decir que su complexión le había dado mala fama desde que se había empezado a desarrollar —y a rebelarse contra los matones del instituto —, pues tenía ese aspecto frío y rebelde que acompañaba al tono negro uniforme de todo su armario y a su ondulado pelo decolorado durante el verano, que ya había crecido lo suficiente como para dejar ver sus raíces morenas. El cliché de chica mala crecía cuando veías su septum, sus orejas llenas de pendientes y esas botas altas militares. Pero en la universidad la juzgaban mucho menos que en su instituto de barrio y aquello le gustaba, porque odiaba llamar la atención.

Eran las ocho y cincuenta y cinco minutos y faltaban exactamente cinco para la primera clase de Documentación informativa, una asignatura que había entusiasmado a Carol pero que a ella le había causado indiferencia. No es que no le gustase su carrera, de hecho, tenía un interés muy personal y especial en el Periodismo. Pero es que se había pasado todo el verano durmiendo hasta las tres de la tarde y le fastidiaba de sobremanera tener que madrugar.

—¿Vas a apuntarte al club de volei? — Le preguntó Rafa, aquel chico de origen taiwanés que llevaba siendo amigo de Maya desde segundo de la ESO. Era alto, escuálido y físicamente se había desarrollado muy bien durante la adolescencia. "Pues tu amigo Rafa es una monada", le había dicho su madre a la muchacha durante varias ocasiones, provocando bufidos por parte de la joven adulta.

Maya se desperezó una vez más, suspirando ante la pregunta.

—Supongo que sí. No sé. La verdad es que no tengo muchas ganas de volei este año. Tú al de baloncesto sí o sí, ¿verdad?

—No me lo pienso perder por nada del mundo. El equipo de Información de esta uni está bien, dicen. Además, soy un cliché de jugador de baloncesto andante. No quiero decepcionar a la sociedad.

Maya se echó a reír, despertándose definitivamente de su estado catatónico de sueño eterno.

—Pues si tú vas a baloncesto, yo voy a volei. Que además entrenamos en las mismas canchas. Así podemos ver culos juntos, como en Bachillerato —añadió, aunque en el fondo no estuviese demasiado convencida, provocando un gesto pícaro en su amigo. Sacó de su bolsillo su paquete de tabaco para liar y empezó a montar un cigarrillo, haciendo que sus dos amigos parasen en seco.

—¡Venga ya! ¿No puedes fumártelo luego? Que empieza a cuatro minutos la clase —le espetó Carol, una chica altísima y de pelo rizado, castaño y corto. Llevaban menos tiempo siendo amigas, pero tenían un vínculo muy fuerte precisamente porque eran muy distintas. Maya se cruzó de brazos, se encendió el cigarro y empezó a liar otro.

—¿Te lío uno?

—Eres tontísima, Maya. Es que te lo juro —, dijo Carol frunciendo el ceño, dándole un pequeño empujón a su mejor amiga en tono humorístico. —Me lo guardas para luego que no sé vosotros, pero yo voy subiendo. Que dicen que el tío es majo pero se las trae.

Como el agua y el aceite ● LGBT ●Donde viven las historias. Descúbrelo ahora