Capítulo 21

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La noche obscura brillaba sobre nosotras. Luego de terminar nuestra cena decidimos dirigirnos a un lugar agradable donde todo el mundo desapareciera y estuviéramos solo nosotras dos.

Atravesamos la ciudad y nos dirigimos hacia la azotea del hospital pasando por una puerta oxidada. El techo del hospital no estaba tan alto pero estando debajo de las nubes grises se sentía como si estuviéramos en la cima del mundo. Abajo, la ciudad parecía desvanecerse entre las sombras de la madrugada, solo alcanzaban a verse algunas personas por las calles.

Seguí a Lisa, el estado de ánimo alegre que había tenido horas atrás se desvanecía mientras se sentaba cerca del borde del edificio. Se veía tan pequeño aquí arriba, su cabello se salía de su gorro gris que se había colocado antes mientras la bufanda colgaba de su cuello.

Me senté a lado de ella cruzando mis piernas en el piso, nuestras rodillas se rosaban mientras veíamos los primeros rayos de luz del amanecer aparecer entre los edificios.

Realmente a veces ella parecía una niña, sus ojos marrones y su boca que se curvaba con inocencia incluso aunque dijera algunas malas palabras. A veces me costaba creer que ella tenia dieciocho años, para ser honestos yo tampoco me sentía de mi edad. Muchas veces cuando me quedaba esperando en la sala del hospital o cuando caminaba sola por la noche, todavía me sentía como la chica que había visto a su madre llorar ante su diagnóstico con cáncer hace años atrás.

–Sabes... cuando era pequeña nunca creí que ser adulto seria como esto –le dije dejando que mi voz se perdiera en el silencio.

Ella me miro e inclino su cabeza como si yo supiera cuál sería su pregunta a mis palabras.

–Creí que tenía alguna idea de lo que estaba haciendo. Pero no fue así –continué hablando. Lisa asintió con algún tipo de melancolía formándose en ella.  

–Eso está bien. Me gusta no saber que va a pasar, así todo puede ser posible -me dijo.

Creo que esa era la diferencia entre el curso de Lisa y el mio. Lisa tenia algo asegurado, ella ya sabia cuando iba a morir, sabia que en algún punto perdería su habilidad para pensar, para recordar y para caminar. En mi caso era todo lo contrario. Parecía que mi vida entera era incierta. No sabía si recaería, no sabia si iba a poder salir adelante esta vez, no sabia que iba a pasar conmigo.

–A veces me vendría un poco bien saber que va a pasar con mi vida –le dije.

Ella saco su mano que tenía en su bolsillo y lentamente nuestros dedos índices se juntaron. Creo que en ese momento la certeza vino a mi. No sabia como y cuando iba a terminar mi vida, pero este momento era certero. Esta azotea, el dedo de Lisa sujetando el mio, esto era algo certero.

–Sabes, el año pasado ellos no creían que viviría hasta los dieciocho –dijo mirando hacia las nubes grises que se dispersaban– pero lo hice, tengo dieciocho. Soy una adulta.

–Eso es estúpido –le dije negando con mi cabeza mientras lo miraba– un número no significa que hayas crecido o no.

–No, se supone que no –ella curvo sus labios mientras bajaba su mirada hacia nuestras manos. Ella tenía esa mirada en su rostro, aquella suave mirada con tristeza que la envolvía y la hacia hundirse– la infancia es el reino donde nadie muere.

–Bueno supongo que ya no somos niñas –le conteste dejando que me hundiera con ella. No solía ser así, era el tipo de persona que se deleitaba con un día soleado y algunas copas. Era solo con Lisa que podía ver la belleza de la tristeza, la belleza de lo roto y como las cosas se rompían poco a poco en pedazos. Habia belleza en lo irreparable– pero no siento que hayamos crecido. Estamos atrapadas en algún lugar intermedio.

–¿Entonces que somos? –me pregunto temblando un poco ante el frío, sus mejillas tenían un ligero rubor.

–Lisa y Jennie –le dije tranquilamente incapaz de dejar de mirarla. Le mentí mientras cenábamos. Sabia exactamente como era estar enamorada. Era confiar en alguien con todo tu corazón, con la sangre adentro de tus venas. Era darte cuenta de que hay alguien mas importante que tu mismo y saber que nada de lo que hagas por esa persona es suficiente. Era un dolor que nunca desaparecía, un dolor que apretaba tu interior y te lastimaba en una buena forma. Ame a Lalisa Manoban. La ame sin saber que podía hacerlo– solo somos Lisa y Jennie– le susurre.

Ella asintió– Jennie y Lisa –dijo sonando como algún tipo de promesa.

Retire mi mirada de ella para poder respirar de nuevo dirigiéndola hacia el cielo que comenzaba a tornarse rosado y dorado. Habia algo especial en un amanecer, era todo lo contrario de cuando el sol se ocultaba en el horizonte cada noche. Era una contradictoria encantadora, un comienzo y un final, de alguna manera eran mas conmovedoras las primeras horas de la mañana que las ultimas horas de la noche. Habia un silencio que venia con el amanecer, en cuestión de tiempo el sol haría desaparecer la obscuridad rápidamente.

Esto también era un comienzo y un final. Lisa y yo estábamos terminando en nuestro propio camino, huyendo cada vez que corríamos hacia cada uno para encontrarnos. Esto no iba a durar más que unos minutos mas, los últimos rastros de obscuridad se desvanecerían con las luces del día, pero es hermoso. Este amanecer. Jennie y Lisa. Todo esto era hermoso mientras duro.

–¿Lisa? –ni siquiera quería decirlo pero tal vez es tiempo de hacerlo.

Ella murmuro en respuesta mirándome.

Y no supe que responderle, nada de lo que pudiera decirle le explicaría como me sentía. Hubo un momento de silencio, como si el cielo hubiera tomado un gran respiro y lo estuviera conteniendo, esperando.. solo esperando. Pude ver las preguntas en su mirada pero no podía responderlas. No sabia que estaba pasando, No sabia lo que estaba haciendo.

–¿Jennie?– me pregunto.

Negue con mi cabeza lentamente, con mi otra mano tome la suya rosando mis dedos con sus guantes– No.. no digas nada –susurre.

Ella abrió su boca ligeramente como si estuviera buscando palabras que no pudo encontrar, parecía que sus ojos marrones y penetrantes me absorbían en sus profundidades. Me incline hacia adelante, casi no controlaba mi cuerpo, era como que algún tipo de magnetismo hacia que me acercara mas a Lisa, nuestras narices se rosaban, sintiéndose frías en el aire de la mañana.

Era un beso lento, sentí sus labios húmedos y fríos mientras se acercaba mas a mi, nuestras manos estaban entrelazadas fuertemente mientras nuestras bocas se unían. Ella es cálida, cálida contra el mundo de ahí afuera y la bese. Era como si a través de ese beso pudiera expresarle todo lo que había olvidado decirle con palabras.

Y por un dulce segundo ella correspondió a mi beso, sus ojos se cerraron como si hubiera olvidado como mantenerlos abiertos, parecía que correspondió el beso sintiendo también ese magnetismo que había entre nosotras. Pude probar su boca, tenia un sabor suave y dulce con una vaga esencia de chocolate caliente.

Por un momento fue como estar en el cielo, Lisa llenaba mi corazón con algo parecido a la esperanza, era como felicidad. Pero entonces todo eso se vino abajo, sus manos se separaron inmediatamente de las mías como si lo hubiera quemado con mis manos o algo parecido, tenia una mirada confusa y asustada.

Lo demás paso como una película, frío y agitado.

–No –dijo suavemente, por un momento creí que se pondría a llorar. Tal vez si quería hacerlo– no puedo hacerte esto a ti.

Ella se puso de pie lentamente dando unos pasos hacia atrás con dificultad y me puse de pie también para seguirla pero solo me quede ahí parada, era como si hubiera olvidado como caminar.

–Lo siento, no quise hace... -le dije pero fui interrumpido por ella.

–No –dijo con su voz en tono de histeria– ya me harte de ser egoísta, no te voy a lastimar a ti –di un paso hacia adelante, pero ella camino hacia atrás cubriéndose con su abrigo como si buscara algún tipo de consuelo en ella– ¿No me escuchaste? El amor lastima a las personas, maldita sea lastima a todos.

Ni siquiera era algún tipo de ira pero algo estaba ardiendo en mi pecho que hacia que sus palabras me dolieran mas, le grite mientras las lagrimas comenzaban a salir de mis ojos congelándose en mis pestañas– ¡¿Entonces me amas?!

–¡No te amo! –me grito, mientras caminaba hacia el otro lado del techo, su voz se quebró mientras pronunciaba las ultimas palabras de la oración al gritar. Comenzó a correr con algún tipo de dificultad mientras alcanzaba la puerta.

–¡Te vas a caer! –le grite pero ya había cerrado la puerta de golpe dejándome sola en la azotea.

–Te vas a caer... –susurre mientras cruzaba la puerta, mis zapatos rosaban la alfombra mientras la seguía.

Eran las ocho cincuenta y tres cuando salí del hospital.

No la encontré.

Catch Me, I'm Falling (Jenlisa G!P)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora