Catch Me, I'm Falling (Jenlisa G!P)

Capítulo 28

Tome mi bolso y lo coloque entre mis piernas, metí mi mano en el fondo hasta que encontré la novela, los bordes del libro habían comenzado a quedarse un poco deteriorados por llevarlo durante el último mes– Lili, he decidido algo.

Ella hizo un sonido curioso en la parte de atrás de su garganta, sus labios rosaban el borde de mi oreja– ¿Y que ha sido?

Abrí el libro justo en donde habíamos colocado el marca páginas anteriormente, me moví quedando un poco más sentada– He decidido que hoy vamos a terminar de leer este maldito libro.

–Lo que usted diga capitán –me contesto sin quitar el tono de diversión en su voz mientras se acomodaba a mi lado. Apoyo su barbilla contra mi hombro y coloco sus manos en mi cadera.

Empecé a leer en donde lo habíamos dejado mientras me acurrucaba entre los brazos de Lisa. Mi voz flotaba entre el silencio. Me sentía muy mal, mi cuerpo estaba pesado y cansado pero también pensé que todo estaría bien si seguía respirando. Sacaba y metía aire lentamente de mis pulmones infestados con cáncer.

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Estaba oscuro cuando terminamos de leer el libro, mi voz estaba gruesa, no pude contener las lágrimas así que estas comenzaron a rodar por mis mejillas mientras las limpiaba con la parte posterior de mi mano. Deje el libro entre las sabanas, voltee mi rostro para mirar a Lisa, quien estaba sollozando detrás de mí.

–No estaba emocionalmente preparada para este tipo de dolor –dijo después de un momento hundiendo su cabeza en mi hombro con un cierto tipo de llanto.

Asentí mordiendo mi labio, deje escapar una pequeña risa entre un suspiro en medio del momento– No leí este libro para esto –le dije estando de acuerdo con ella, tome sus manos acercándola mas a mi cuerpo. Me era casi imposible dejar de llorar– no leí este libro para llorar, no era lo que quería.

Ella dejo escapar un gemido seguido de un sollozo mientras me soltaba con una mano para frotar sus ojos– Mierda, eso fue triste.

–Lo se –asentí susurrando.

Hay solo unos cuantos libros que son verdaderamente grandes, libros que te enganchan y luego te destrozan con la belleza en sus páginas. En ese momento pensé que tal vez The Fault In Out Stars era uno de ellos. Era inquietante como parecía contar una brillante reflexión de nuestra historia. Era sobre amor, la perdida de alguien y la verdad inalterable.

Tal vez Lisa no era Augustus quien tenía muchos problemas existenciales y a quien le hacía falta una pierna, ni yo era Hazel quien caminaba ligeramente y se consideraba a sí misma como una granada, pero sabíamos lo que era morir. Como era morir y amar a la vez. Como ellos al final terminaron cayendo también.

Ahora ella dejo escapar una risa rota mientras me abrazaba fuertemente– Míranos, somos patéticas.

–Me gustan mis elecciones Lisa –le conteste, mis ojos aún estaban nadando entre lágrimas saladas, me sentía sentimental y cursi– si tienes que decidir quien te va a lastimar, me gustan mis elecciones.

Ella beso mi cuello, sentí su mejilla húmeda mientras su piel rosaba contra la mía– Basta, estoy tratando de retener algo de mi dignidad y tu citando el libro más triste del universo no me sirve mucho de ayuda.–

–El mundo no es una fábrica de deseos garantizados Lisa– le conteste colocando una mano en mis ojos para frotarlos– no puedes detenerme.

Ella me derribo con un abrazo y nos cubrimos completamente con las sabanas, estábamos nariz contra nariz con nuestros cuerpos enredados– Eres la peor.

–Me enamore de la misma forma en que uno se duerme: Lentamente y todo a la vez –le dije citando de nuevo el libro mientras le daba un pequeño beso en sus labios, probablemente esa era mi frase favorita en toda la novela.

Ella me devolvió el beso y me respondió– Mis pensamientos son estrellas que no podemos imaginar en las constelaciones.

Deslice uno de mis dedos por su mejilla limpiando una lagrima que rodaba sobre ella– Ahora le estas entendiendo más al libro.

Ella sonrió, era una media sonrisa que hizo que mi corazón saltara hasta mi garganta– ¿No me tomo mucho verdad? –me dijo.

–No mucho –le respondí tranquilamente.

Su sonrisa se volvió seria, sus ojos marrones vidriosos tenían una enorme intensidad, sentí que tenía la urgencia de perderme en ellos– Si hace algo de diferencia, a mi también me gustan mis elecciones.

Escondí mi rostro en su cuello sintiendo lo cálido de su piel– Bien –le dije murmurando contra su clavícula.