One Shots [Shawn Mendes]

Te quiero

Shawn llegó más contento por la noche, tanto que cuando abrí la puerta saltó a envolverme en sus brazos, comenzó a reír y cerró el departamento con su pie antes de arrojarme al sofá. Se sentó a mi lado y comenzó a contar la historia que tan feliz lo tenía. Aquella historia tenía un nombre: Kendall.

Lo recuerdo como la noche más rara del mundo. Él me contó esa historia, tomó una botella de agua y se fue a su habitación; dejándome en el sofá, mirando a un punto invisible, sin saber que pensar desde ese momento.

Llevé una mano a mi mejilla cuando sentí agua correr por allí, una lágrima cayó sobre mi pierna, y otra sobre mis labios. Tomé mi celular y me dirigí a mi habitación, la puerta de Shawn estaba abierta, la poca luz que venía de afuera alumbraba su rostro; unos rizos caían sobre su frente y sus labios estaban medianamente abiertos, dándole un aspecto tierno.

Me arrastré hasta mi cuarto, cerrando la puerta detrás de mí, dejando el celular en la mesa de noche y cubriendo mi cuerpo entero con las sábanas.

Mañana de enero 10, 2019.

Shawn entró con Kendall al departamento y ella me dio una sonrisa dulce antes de dejar la caja de pizza sobre la mesa. Se dirigió hacia el refrigerador y tomó una botella de agua, dio un beso en los labios de Shawn y se sentó en la silla a su lado.
Ellos comenzaron a contarme la cantidad de departamentos que habían conseguido, las vistas hermosas de la torre y lo grandes que eran. A lo que sólo podía contestar con sonrisas dolorosas y algunas palabras sordas a mis oídos. Shawn mostró una sonrisa se levantó para abrazarme, me sentí bien durante esos segundos y luego recordé que tan malo era que Kendall estuviera aquí.
Cuando ella se fue, pude respirar. La mirada de Shawn fue como un cuchillo justo después de cerrar la puerta.

Gruñó palabras que no pude entender y luego habló: -¿Qué te ocurre con ella? ¿Acaso te molesta que me mude con mi novia?

-No tengo ningún problema con ella, Shawn, lo sabes bien.

Se dirigió a la cocina y levantó las cosas de la mesa, dejándolas en el fregadero.

-Mendes, ¿cuántas veces voy a decirte que no me importa que te vayas? Al parecer a ti te importa demasiado dejarme.

Volvió a darme una mirada fría y negó.-No me interesa lo que digas, Mikaela, realmente no me importa. Kendall es la mujer que quiero para mí.

Eso realmente duele.

-También lo soy yo, entonces.

-¿Qué quieres decir?

-¿Quién me ofreció mudarme a un departamento cuando cumplí 18?

Cerró el paso del agua y quitó el cabello de su rostro. Rio sarcásticamente y negó con la cabeza antes de contestar.

-Necesitabas un lugar dónde vivir mientras estabas en la universidad y eres mi mejor amiga, tenía que hacer algo.

-Fui caridad, tal vez tu madre te obligó o tal vez la mía, no lo sé. Pero recuerdo que estabas muy cómodo en tu casa antes de decidir arrastrarme hasta este departamento.

-¿Qué problema tiene el departamento? Te veo muy feliz aquí.

-¡Si no me hubieras traído no me habría enamorado de ti!

Realmente decidí decir eso, no fue accidental. De todas formas, él se iría.

Lo vi caminar hacia mí y me asusté, me empujó hasta la pared más cercana y con sus manos húmedas tomó mis mejillas. Sus labios se conectaron con los míos de la forma más intensa que podría haber experimentado hasta el momento. Tomé su nuca y lo acerqué a mí, pero se separó antes de que pudiera hacer algo más.

Miró hacia una de las cajas que estaban en la puerta de su habitación y se separó de mí, tomó su teléfono y se fue.

Mismo día, 11.42 pm.

Unos golpecitos se hicieron presentes en mi puerta, supe de quién se trataba, pero no me tomé el trabajo de abrir la puerta. Hasta que la vi siendo empujada levemente y a Shawn detrás. Una sonrisa quiso salir de mí, y la detuve antes de que él supiera su plan estaba funcionando.

-Entra de una vez.

Se arrastró hasta mi cama y se sentó frente a mí, mirándome con atención, acelerando mis latidos. Quitó mis anteojos de mi rostro y los dejó sobre mi computadora, sonrió un poco y acomodó mi cabello detrás de mis orejas.

-¿Qué ocurre?

-Terminé con Kendall.

Mis latidos dejaron de existir al oír esas palabras, abrí mis ojos y quité sus manos de mi rostro. No puede hacer eso.

-No.

Asintió y sonrió levemente, negué una y otra vez, a lo que él volvía a asentir.

-¿Por qué?- Mi voz salió como un susurro apenas.

-Porque la engañé, y lo hice contigo. Porque no sé que estaba pensando cuando busqué una casa para los dos, porque tal vez ella no sea la mujer que quiero para mí. Porque tal vez esa mujer siempre estuvo frente a mí, en la puerta de al lado.

Se lanzó a mis labios cuando vio la pequeña sonrisa que salía de mis labios, moví la computadora y me subí sobre sus piernas, pasando mis brazos por su cuello y separando nuestros labios.

-Te odié tanto estos cuatro meses.

Volví a unir nuestros labios, para siempre.

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