Capitulo 1 - La Ciudad Atrapada en el Tiempo

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Desperté por la tarde en la misma cama de la noche anterior, en una habitación donde varias personas dormían sobre colchones a lo largo de todo el suelo, panorama nostálgico que observé por unos momentos antes de agarrar mis cosas y encaminar el rumbo hacia la salida.

Pero no llegué lejos, pues antes de poner un pie en el escalón me llamaron desde el extremo opuesto del pasillo.
-¿Tienes algo que hacer o solo huyes a tu cueva?-preguntó Helena, causando que las personas a su al rededor voltearan a verme.
Se encontraba en una mesa, en una de las puntas del enorme comedor apenas amueblado,rodeada de personas que recordaba vagamente de la noche anterior.
-Solo quería huir antes de que descubrieran que robé el centro de mesa- bromeé, y me arrepentí de inmediato. No quería generar malentendidos, pero para mi alivio Helena comenzó a reír.
-Ven a desayunar-invitó, aunque sabía que era una orden.

Atravesé el pasillo en dirección a ellos. Varios jóvenes jugaban al PlayStation, miraban el atardecer a través de los enormes ventanales o se reunían en la mesa y la barra para tomar café y hablar sobre la noche que habían vivido.

-No puede haberse robado el centro de mesa- dijo una chica de pelo violeta mientras revolvía el interior de su mochila- ¡Porque yo lo hice!-.
El salón se lleno de risas cuando sacó un consolador y comenzaron a tirárselo los unos a los otros. No supe como reaccionara eso, no pude evitar reír.

-Basta niños, van a romper una taza y yo les voy a romper el culo- comentó una joven de espaldas a la mesa, con el pelo completamente blanco atado en un nudo.

-Perdón,Mamacapri- dijeron todos al unisono, y el pene de goma volvió a la mochila.

-Así que el es el Leonino...-preguntó Mamacapri, clavando sus ojos color miel en mi alma. Dejándome inmóvil, generando que mi corazón hiciera cosas que no creí posibles.

-¿Que?¿Como? ¿Cuando?- atiné a decir, sin saber a que se refería.

-Eres de Leo ¿verdad?- preguntó Helena con la boca llena, y asentí.

-¿Finales de Junio?-preguntó un joven rellenito del otro lado de la mesa.
-Principios de Agosto-contesté automáticamente.

-¡Te lo dije panzon!-exclamó la chica de pelo violeta-¡Me debes un kilo de margaritas!-

-No entiendo un carajo...-susurre finalmente.

Entonces,Mamacapri se sentó frente a mi y los demás se levantaron de la mesa, llevándose sus tazas, como si algo malo fuera a pasarme, como si estuviera a punto de recibir la mayor puteada de mi vida.
Y sin embargo...

-¿Te divertiste anoche?- preguntó ella, revolviendo su café sin dejar de mirarme.

-Diría que tengo alguna laguna mental de anoche, pero a esta altura son océanos-

Y sin que lo viniera venir...sonrió. Apenas una sonrisa que ocultó rápidamente tras el primer sorbo de café. Pero una sonrisa hermosa y sincera.

-Bueno, quizás no lo recuerdas, pero nos conocimos anoche. Viniste a mi para que le pidiera al señor del toro mecánico que te dejará usarlo antes de que se lo llevara.

-¿Y pude hacerlo?- pregunté anonadado, no recordaba su rostro, ni nada de lo que contaba.

-Si,pudiste subirte al toro mecánico. Luego de eso estuviste con nuestro grupo prácticamente toda la noche, salvo las ocaciones en las que Helena y tu desaparecían-.

Giré a ver a mi amiga, la encontré mirando a través del ventanal con el café sujetado entre sus dos manos cubiertas por un buzo que le quedaba demasiado largo.

-¿Viven aquí?-pregunté, separando lentamente mi vista de aquella imagen.

-Yo si, ellos...bueno, prácticamente también, aunque tienen sus propias casas. Escucha, Fausto, nos gustaría verte mas por aquí.-

Pensé por un momento sus palabras, era demasiado bueno para considerarlo real, luego de haber vagado tanto en soledad.

-También me gustaría verme mas por aquí- sonreí, y ambos quedamos en silencio, hasta que el grito de un perdedor advirtió que el PlayStation había quedado libre, y como ambos habíamos terminado nuestro café la invite a jugar.

-Oh,jovencito, has retado a la persona equivocada-respondió, y me dejo ver una vez mas aquella sonrisa.


Resultó que tenía razón, aquella tarde hicimos un torneo de Mortal Kombat en la que Mamacapri me destruyó en las finales. Ya caída la noche nos dedicamos a limpiar el desastre del piso inferior y para cuando ellos se disponían a cenar, agradecí el trato, prometí volver algún día y me marché, sin saber realmente si volvía a mi hogar, o si me estaba yendo de el.




                                                                                                 1


Fue un milagro haber llegado a tiempo para el ultimo tren, el único que salía una vez que el sol abandonaba el cielo, dando paso a las estrellas y a los que huyen.
Aun seguía en una burbuja, la gente ami al rededor hablaba y, por mas que me esforzara, no les entendía.
Creo que el guarda me preguntó tres veces hacía donde iba, y me costó mucho sacar el dinero.
Me corrijo, me costó mucho darme cuenta de que el esperaba que yo sacara el dinero.
Me ahogué en memorias de la noche anterior mientras veía a la ciudad pasar fugazmente por la ventana, estas se mezclaban con recuerdos de la tarde que llegaba a su fin, y en algún punto me quedé dormido.
Desperté sobresaltado, era de noche y el tren seguía su curso.
Un escalofrió recorrió mi espalda.
¿Que tan lejos estaba de casa?
Para mi alivio descubrí que acababa de pasar la parada mas cercana a mi casa, pero era tan simple como bajar en la estación y caminar.
Pero cuando el tren siguió sin mi, y lo vi ser tragado por las sombras, me percaté de que me había quedado solo en la ciudad donde crecí.
Nos quedamos en silencio, ella había vivido tiempos mejores.
Me observaba en silencio mientras atravesaba sus calles, me ahogaba con los recuerdos.
"En esa estación la besaste por primera vez, y le diste el ultimo adiós"


"No pasaba un día sin que fueras a esa plaza, mírala ahora, llena de drogadictos" "¿Recuerdas esa parada? ¿Donde la abrazabas cada noche fría mientras ella esperaba su ómnibus?"
Aceleró el paso, me alejo del corazón de aquella ciudad que agonizaba, y eventualmente llego a casa.
Está vacía, comida fría en la heladera, un café y a dormir.
Sueño con rostros que conocí hace muy poco, y otros con los que no soñaba en años.
Al despertar,tardé muy poco en recordar por qué había tomado una decisión tan errática como la de ir a aquella fiesta lejana donde apenas conocía a Helena.
No había a donde ir, ni con quien salir, mis días pasaban dentro de esas cuatro paredes.
Antes habían tantas personas..., había un sueño, habían materias y compañeros de clases, pero todo eso se había esfumado, o yo lo había dejado ir.
Pensé en aquellas personas que me trataron tan bien y yo, con un ultimo destello de lo que fui alguna vez, alejé.
Y lo prefería así, porque ellos no merecían ver a la asquerosa persona en la que me había convertido, y no merecían cualquier cosa que pudiera decirles o hacerles.
Mi celular dormía sobre la mesa, sin mensajes, sin llamadas.
Fueron días horribles.

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