Comienza el día con el mismo aire; el aire que gasta sus ánimos al notar que ella aún está con respiración. Se da un baño; se viste, y baja a la primera plana de su casa. Se prepara algo de comer, y luego sale de casa como siempre temprano. No se despide de nadie; de todos modos ya no tiene de quien despedirse.
(...): Espero hoy ser más despistada que nunca para no tener que volver a esto nuevamente-susurra mientras cierra la puerta detrás suyo.
Deseándose el mal a si misma encamina su rumbo. Llega al paradero y espera tranquilamente su autobús; ve llegar uno y no sube, lleva mucha gente y ella no soporta estar al lado de tantos. Un desastre no puede estar tan cerca de nadie por tanto tiempo; no desea contagiarles su mala suerte. Ve llegar otro y sube. El ambiente parece tranquilo; sólo hay unas diez personas, puede con eso. Sube y se dirige al final del camino como siempre, ve un asiento y se queda, pasa una hora hasta llegar. Entra a clases desganada, obligada a permanecer con personas que quiere dejar de ver. Ellos nunca le han hecho nada, pero ella los conoció cuando ya en su vida nadie es bien recibido; lastima por sus compañeros; si hubiesen llegado mucho antes en su vida, hubiesen logrado notar lo fantástica y desenvuelta que ella era, era; algo que ya nunca volverá ha ser. Pasan las horas mientras ella oye atenta aunque permanezca con la cabeza hacia la carpeta, y con el cabello encima de su rostro. Odia que vean sus ojos; cree que pueden notar lo que siente, y si hay algo que odia más que así misma, es que alguien se percate de el dolor que carga dentro suyo. No le gusta dar lastima; nunca le ha gustado demostrar quien en verdad es; aunque aveces se rinde y no es buena ocultando cosas pero aún así nadie sabe su verdadera historia; ni habrá alguien porque ella no se lo permitirá.
Terminan las clases; se retira sin despedirse de nadie, toma nuevamente su autobús. La deja en el paradero en el que todo comenzó; cruza las pistas sin ver a una dirección fija; nota que los taxis tocan el claxon para se apresure en caminar, pero ella no lo hará; no le importa que pueda pasar. Desafortunadamente hoy no se cruza con ningún auto apresurado que pase sin notar que ella esté.
Llega a su casa y se tira en la cama de su habitación, no coge el celular; ya ni eso la entretiene. Toma su almohada y la tira a un lado (no le gusta que se moje de sus lágrimas).
En un momento dado sin ser notado ella ya esta con los ojos cerrados; nuevamente a sobrevivido ese día, y duerme esperando que mañana no tenga la misma suerte que a llevado hoy.
