Can't Take My Eyes Off You | Millie Bobby Brown/Fillie [BUWYGIB2]

𝑆𝐸́𝑃𝑇𝐼𝑀𝑂 "𝐴𝑀𝐼𝐺𝑂": 𝐶𝑂𝐵𝐴𝑅𝐷𝐸

Nuestro protagonista era conocido por ser tres cosas: uno de los más guapos de la preparatoria, uno de los alumnos ejemplares de esta y, finalmente, la última persona que haría algo malo. Por eso aún no se perdonaba lo que hizo hace varios meses atrás.

Está por terminar el último año de la preparatoria y no podía quedarse así. Necesitaba hablarle. Necesitaba arreglar las cosas para que todo volviera a ser como si nada hubiese pasado, pues la extraña.

La extraña tanto.

Claro. Sabía que Blanchard no era una de las más gustadas en la preparatoria; sin embargo, él no entendía eso. ¿Acaso las personas era tan ciegas para evitar enamorarse de una lindura como ella? Por el amor de Dios. Este mundo está totalmente loco.

Sin dudas, le gustaba mucho la de ojos cafés. Sin embargo, nunca pudo decirle lo que siente. Trataba de oprimir los sentimientos que su amor platónico hacía florecer cada vez más y, se podría decir que lo logró pues justo después de ese día, le dio totalmente la espalda.

¿Por qué no se le acercó esa vez que se encontraba llorando? ¿Por qué la dejó en ese mal estado? ¿Por qué tenía que ser tan cobarde? Meyer comenzaba a sentirse totalmente pésimo mientras los días pasaban y las horas corrían.

Ya era hora de almuerzo. Como Corey, uno de sus amigos cercanos, había faltado y el ambiente de la cafetería no le estaba apeteciendo, optó por abnegarse a la comida e ir a pasear por la cancha de fútbol.

Con las manos en los bolsillos caminaba paso a paso mirando al suelo y con las lágrimas casi a flote. En eso mientras pasaba por las bancas se detuvo. No era el único ahí. La chica de la que casi todos se burlan estos días estaba recostada con su reproductor mp3 ignorando lo que hay en su alrededor.

Decidió ir a las bancas también. Al fin y al cabo, ella estaba en su mundo y él en el suyo. Dudaba que le importara su situación.

Llegó y se sentó un poco apartado de la chica. Apoya sus codos en las rodillas y sus manos sostienen su cabeza. Los recuerdos inundaban su mente que esta le empezó a doler y las lágrimas iniciaban su rumbo húmedo pasando por los pómulos y las mejillas hasta llegar algunas a las comisuras y otras al mentón.

— ¿Pasa algo malo?— en la parte que su mano no tapaba Meyer pudo ver que se trataba de la misma chica que estaba hace un rato perdida en su mundo—. Perdón. No quise ser entrometida.

— Tranquila— decía mientras se secaba su diluvio con las mangas de su sweater—. Estoy bien.

— No. No estás bien— le aclara torciendo sus labios—. Si quieres puedes desahogarte conmigo. Prometo no decirle a alguien más de esto.

En ese entonces prefirió contarle lo que pasaba. Le contó desde que conoció a la de cabello café hasta ese día cuando pasaba caminando y vio a un chico pelinegro salir de un salón unos largos segundos antes que ella saliera corriendo directo al baño desde el mismo lugar mientras estaba en llanto.