Capítulo II (Link)

3 0 0
                                    

—Has estado murmurando en sueños —dijo la voz de mi hermana, la escuchaba desde el pasillo, posiblemente hablando con la gerudo mientras los tres nos acercábamos.

—No, no hablaba en sueños, sería nuestro rey.

—¿Ganondorf? —la voz de mi hermana, siempre dulce y servicial, se endureció.

—No... os tengo muchas cosas que contar, princesa Zelda... pero antes... ¿podría saber que decía Noaru a través de mis labios?

—Sálvala. Si lo ha pedido será porque te valora, pero si has llegado aquí así será porque te han perseguido.

—Que va, es que tenía que darme prisa... por si él aparecía. ¿Quién dice que aún no posea control sobre nosotras?

—Nadie, por eso hay que tener cuidado —dijo Impa al entrar los tres en la estancia.

Zelda se levantó y nos señaló.

—Estos son el príncipe Link, Shakir y nuestra guardiana Impa. Ella dice llamarse Nubaruu.

—Encantado de conoceros —sentada en la cama, con aspecto aun cansada, la gerudo inclinó su cabeza. La gema en su frente destelló unos segundos.

—¿Cómo es posible que estés viva? —mi curiosidad me hizo hablar antes de ceder a la cortesía— Disculpa —rectifiqué—, pensé que...

—Lo sé —sonrió algo triste—. Hace mucho tiempo ese malvado hombre nos condenó a extinguirnos. Lo único que nos quedaba era buscar hombres fuera del desierto, pero eso nos condenaría como raza... ¿nos equivocamos? —nos contempló a todos nosotros?— ¿Hay más como yo?

—No —contestó Shakir—. Solo gente que se os parece, pero ninguna como vosotras.

—Me lo imaginaba... —dijo manteniendo su semblante triste, pero aun con ello quería mantenerse alegre— Muchas se fueron pero algunas nos quedamos en el desierto. Rezamos a Din día y noche para que nos ayudara, ocultas a ojos de todos. Pensamos que no obtuvimos respuesta, pero con tiempo vimos que sí nos escuchó —Din era una de las tres diosas creadores de Hyrule, ella creó la tierra roja con sus fuertes brazos, las gerudo probablemente se sentían identificadas con ella, y con razón. Din era la diosa del fuego, la fuerza y el poder—. Fuimos inmortales durante un tiempo, hasta hacía treinta años. Din no nos lo dijo pero sé que algo nos hizo para que fuéramos pacientes y esperáramos, y esperamos... —sonrió.

—Nubaruu —llamó su atención Zelda, colocando suavemente una mano pálida sobre aquella oscura de la gerudo—, ¿qué pasó hace treinta años?

La gerudo suspiró, de verdad que parecía feliz, tranquila, extasiada, como si se hubiera quitado un peso de encima.

—La diosa dejó un niño en nuestra entrada, con una gema en su frente. Una mujer envejeció mientras el niño crecía, ella fue quien le cuido mientras nosotras le protegíamos... y hace diez años... comenzaron a nacer niñas, princesa. La diosa nos dio un varón y al fin podemos volver a decir que la raza de las gerudo está viva —una lágrima escapó de su mejilla—. Gracias a las diosas... aún estamos escondidas en el desierto por miedo a que Ganondorf nos quite lo que es nuestro. Queremos volver al desierto, a nuestro hogar, y os pedimos ayuda si ese monstruo nos ataca.

—¿Por qué el dios del caos estaría tan interesada en vosotras? —preguntó Shakir intrigado— ¿Creéis que os puede manipular y convertiros en sus esbirros? Tiene decenas de monstruos que le obedecerían más fácilmente.

Nubaruu suspiró.

—Sí, en parte es por miedo a que hagamos en su nombre algo que no deseemos... pero en parte también contemplamos otras razones —contempló a Zelda, me miró a mí—. Ambos poséis un pedazo de la trifuerza dorada, ¿verdad? —así era, Zelda nació con la marca de la sabiduría y yo con la del valor, pero eso no era la primera vez que pasaba—. Cuando la bestia de ojos azules acabó con Ganondorf la marca desapareció de su mano.

Zelda emitió un grito y se tapó la boca horrorizada.

—Diosa... —murmuró asustada— Ya sé quién tiene ahora la trifuerza del poder.

—¿Quién? —pregunté, ¿supondría una amenaza?

La gerudo me contempló unos segundos antes de responderme.

—Noaru, mi rey... por eso aún nos escondemos en las sombras... para no perder el regalo de las diosas.

Y bien hacían. No conocía a ese hombre... pero si antaño fue un dios como lo fue mi hermana, con trifuerza o no podía hacer mucho, mucho daño a este mundo.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Nov 03, 2019 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

The Legend of Zelda: La Sombra de HyruleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora