Desaparecer, desaparecer y desaparecer. Es lo que ahora mismo quiero hacer. Irme sin dejar rastro, ocultarme entre la maleza a esperar que el tiempo corra.
La rabia me controla en este momento y la adrenalina no me permite despegarme del ordenador. La furia, esa tan poderosa que enmana de mi cuerpo para mezclarse con la atmósfera, ya no es tan espeluznante como creía en un principio. Me gusta que me controle, me confunda y sea mi sirvienta, o más bien sea mi dueña.
Ella es quien me sujeta cuando las cosas no salen como uno se espera. Y es que estoy harta de ser siempre la niña tranquila, sonriente, complaciente, que todos quieren que sea. Estoy furiosa y desbordante, con ganas de hacer cosas muy escandalosas para los de fuera, pero increíblemente poderosas para mí.
Llámame psicópata si lo deseas, pero a veces dejarse llevar por instintos es más que suficiente para completar tu parte dormida, esa que crees controlar pero que realmente te tiene cronometrada. Cada pequeño paso que das, cada ficha de ajedrez que se ajusta a su juego.
Por mucho que corras, trates de esconderte o de intentar librarte de ella, nunca lo conseguirías; es persistente.
ESTÁS LEYENDO
Saltos Confusos
RandomEste será una recopilación de pensamientos que me van surgiendo durante distintas circunstancias en las que la inspiración se apodera de mi imaginación y sólo me apetece plasmar mis ideas en algún lugar. Debo aclarar que no hay un orden cronológico...