Quebrado

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El siguiente paso es la locura. Con las sonrisas macabras consigue conmover a uno. Las risas, las señales de la diversión. ¿Acaso estas señales no son complacientes?

La ira, el vago rastro de la frustación hacia el ser. Uno mismo, la causa de tanta destrucción. Si el cambio es necesario, pues cambiemos de ojos, orejas y manos. Transformémonos en el auténtico ser.

"¿Auténtico ser?", "¿Verdad absoluta?", "¿La pregunta indescifrable?", ¿La inmortalidad del humano?"

Preguntas y más y más preguntas. No hay suficiente saber que pueda detener lo que una vez comenzó. La muerte, el síntoma final de esta enfermedad, que se va deteriorando a la misma velocidad que el tiempo avanza: acelerado, desacelerado; ligero, pesado; aterrador, ameno. Pero nunca con retrocesos, ni interrupciones; sin obstinación.

Caprichos, los deseos persistentes que la codicia llena en el ser humano. Tan desgraciado en sus desgracias, tan perdido en sus perdiciones. El pensar que a la perturbación lo condena. Y es eso, la prisión de sus sentidos, de su entendimiento; de su esencia.

La locura, lo visto como repulsión. Los locos con los locos, los listos con los listos, los payasos con los payasos. La ciega vida sometida a los absurdos quehaceres. La muerte; la liberación y el descanso de tal estupidez artificial.

Las rosas, vistas como combustible de los poetas que alimentan sus fuentes, ardientes de pasión. La ceguera que les consume. La llama que los obsesiona.

La humanidad, el crimen corrosivo.

Saltos ConfusosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora