Evan

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Llegando a su casa, antes de sus tareas, sacó la nota arrugada de su bolsillo, leyéndola una y otra vez, cada vez más apenado.

–¡Evan! –Escuchó la voz de Heidi y volteó a verla rápido– ¿Qué tienes, estás bien? –Preguntó alarmada.

–¿Qué? Sí, lo estoy, ¿Por qué?

–Tienes las mejillas muy rojas... –Dirigió su vista a la mano de Evan para ver qué sostenía y no alcanzó a ver qué decía la nota pero sí el corazón que había en ella– Evan

El chico se dio cuenta de qué es lo que llamó la atención de Heidi y escondió la nota, nervioso.

–¡No es lo que parece, bueno, sí, no sé, es de un amigo!

Heidi sonrió y asintió con la cabeza.

–Entiendo, entiendo

Evan tensó los labios.

–¿Qué haces en casa a esta hora?

–Hoy pude tomarme un tiempo finalmente e invité a alguien a cenar

Evan alzó las cejas.

–¿Y no podías avisarme con tiempo?

–Oh, perdón, ¿Estarás ocupado? Quería que conocieras a alguien...

–No, es solamente que no me pude preparar y no sabré como actuar, voy a decir cosas mal y entonces-

–Hey, Evan, tranquilo –Se acercó y puso sus manos en los hombros de Evan– Solo es una cena, y de todas formas aún tienes tiempo, ¿No?

Ella no entendía que "solo una cena" con alguien que no conocía no era cualquier cena para Evan.
A veces incluso si ya les conocía.

–¿Debo usar ropa elegante?

–No, lo que traes está bien

–Está lleno de sudor...

–Bueno, cualquier ropa casual que tengas

Evan asintió y Heidi le sonrió, dándole una palmadita en el hombro y saliendo de la habitación, cerrando.
Abrió la mano, viendo una última vez la nota, ahora más arrugada y húmeda.

Solo suspiró desanimado.

Cartas a un desconocido ; TreebrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora