Cap.7- La playa, sentimientos confusos y un hermano intentando ayudar.

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Buenaaaas n.n Aquí os dejo el siguiente cap. con la cita de Mukuro y Tsuna (=^w^=)

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Tsuna estaba muy nervioso. El mayor no le quiso decir a dónde iban y eso no ayudaba mucho, la verdad, pero de repente el coche se detuvo y el peliazul se bajo y le abrió la puerta del auto al castaño. Éste solo se bajo para luego ver algo hermoso. La arena, el agua que brillaba por la luz del sol y el ruido de las olas al chocar con la primera. Todo eso era muy relajante y al pequeño le encantó.

-¿Te gusta?- preguntó el peliazul abrazándolo por detrás. El otro solo se ruborizó y asintió, provocando una sonrisa en el mayor.- Me alegra. - susurró más para si mismo que para el menor.

En esa playa casi no había gente, era un lugar que pocos conocían y era perfecto si querías un poco de intimidad. El castaño se cambió en el coche y salió más rápido que un rayo hasta la orilla. Era un día realmente caluroso así que tenía muchas ganas de refrescarse. Mukuro, por otra parte, se sentó cerca del castaño y le miró mientras jugaba, parecía un niño pequeño y eso le gustó. Después de varios minutos el ojimiel se encontraba un poco cansado así que se dirigió donde el mayor estaba sentado y se dejó caer a su lado.

-Nee... Mukuro. – llamó mientras se sentaba mejor y le miraba a los ojos. El mayor dejó el libro que tenía en las manos y le miró curioso.

-Dime, Tsunayoshi-kun. - dijo mientras le dedicaba una sonrisa. El castaño se sonrojó y agachó la cabeza.

-¿Co-como... conoces este lugar?- preguntó sin mirarle. La sonrisa en el rostro del contrario se ensanchó ante la actitud tímida y curiosa del castaño y le respondió.

-Cuando era pequeño lo descubrí por casualidad. Pensé que te gustaría así que te traje.- explicó con simpleza y sin borrar la sonrisa de su cara.

-Ya veo... ¡Gracias por compartirlo conmigo! - le respondió este dedicándole una sonrisa brillante y encantadora. El peliazul solo ladeó un poco la cabeza, ya que casi se desangra ante aquella dulce visión. El otro solo le miró interrogante.

-Nee... ¿te bañas conmigo?- preguntó de lo más inocente el castaño.

-¿Qu-qué? - dijo tartamudeando el otro. "Maldita sea, ¿como puede ser tan condenadamente lindo?" pensó a la vez en que reconsideraba lo de tirárselo allí mismo.

-Si... es que es aburrido si me baño solo. Nee, ¿vamos, si?- pidió con cara de cachorito apaleado. No hay que decir que Mukuro casi necesitaba una transfusión de sangre.

-Es- esta bien...- accedió cuando logró controlar sus más bajos impulsos. ¡No era un animal por dios! El ojimiel sonrió deslumbrantemente, le agarró del brazo y lo lanzó al agua sin pensárselo.

Estuvieron jugando y riendo un buen rato en el agua, hasta que el menor cayó en cuenta que ya era hora de comer.

-Mukuro... ¿vamos a comer algo?- cuestionó sonriéndole. Otra transfusión de sangre para el pobre peliazul.

-Cl-claro...- susurró sonrojado. Le sorprendía que el más joven no notara la creciente erección que su bañador mostraba. Además que al estar este mojado lo hacía aún más prominente.

Sin más se secaron y se pusieron una camiseta, luego empezaron a caminar por el paseo marítimo, viendo puestos de comida, tiendas, etc. Pararon un par de veces cuando al castaño le llamaba la atención algo y siempre le sacaba una sonrisa al mayor pues el ver como le brillaban los orbes por la curiosidad o emoción era una imagen sumamente encantadora.

-Mmmm... ¿qué quieres comer?- preguntó inocentemente el menor. " A tí." pensó el mayor, pero hasta él comprendía que decir eso sería inapropiado.

Por una competición conocí al amor de mi vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora