Cap.8- Celos, celos y más celos... ¿Puede ser eso bueno?

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Y hemos llegado al capítulo 08 n-n Solo quedarán dos para el final (=^w^=)

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Daemon, Tsuna y Alaude bajaban hacia el salón. Una vez bajaron, los dos semes de nuestro castaño se enfadaron y Giotto, que había decidido bajar a despejarse un poco y estaba sentado en el sofá, también se molestó.

La razón de ello era que el ojimiel estaba subido en la espalda del peliplateado, hablando de algo muy feliz, mientras el otro le sonreía.

Daemon miró disimuladamente la cara de los otros tres y sonrió internamente por la reacción de los tres. Les hizo una seña a la "parejita", que los otros tres no vieron, y procedieron con lo que seguía.

El castaño se bajó de la espalda del mayor y le dio un beso en la mejilla, delante de todos, que ya estaban en llamas de furia. Luego sin prestar atención alrededor dijo:

-¿En serio?- le preguntó todo emocionado al mayor. El otro solo asintió.-¡Yaaaay! ¡Alaude-san eres genial!- exclamó abrazándolo de un brazo.

El rubio les miraba con dagas en los ojos, ya bastante enfadado por la actitud de su hermano con su novio. "Espera, espera, espera un momento. ¿En qué estoy pensado? Alaude no es mi novio pero... ¿Por qué me molesta tanto el que Tsu-chan esté tan pegado a él?" pensó el ojiazul entre confundido e irritado por toda la situación.

Daemon se dio cuenta de que su plan estaba funcionando bastante bien y les hizo otra seña al par para que siguieran. Estos entendendieron al peliazul mayor, puesto que también habían estado pendientes de las reacciones de todos los presentes, y continuaron con su actuación.

Tsuna se soltó del brazo del mayor y, a paso tranquilo, aunque por dentro le temblaba todo el cuerpo cual gelatina y se lamentaba por lo que saldría de su boca a continuación, se dirigió a su moreno.

-Nee... Hibari-san... ¿puedo pedirte algo?- dijo lo más dulce que pudo. El mayor asintió, todavía enfadado por lo acontecido.- Bien... ¿te importa si dejamos lo de la cita para otro día?- pidió sonriendo tiernamente aunque por dentro lloraba a mares. Tenía muchas ganas de salir con el moreno, pero su prioridad en ese momento era ayudar al lento de su hermano. El mayor quedó en shock y no supo que decir.

-¿Por qué?- consiguió preguntar con los dientes apretados y sus puños ni se diga. Sentía unas enormes ganas de golpar algo o alguien, preferentemente al peliplateado. Aunque tuvo que contenerse. Todavía no tenía suficiente información como para decidir si mataría a alguien o no.

-Es que... Alaude-san tiene unas entradas para una película que hace mucho quería ver y solo la ponen mañana... ¿te importa?- preguntó con ojitos de carnero degollado por lo que el mayor no le pudo decir que no. Como hipnotizado, por esa carita, accedió sin darse cuenta. Solo logró salir de su estupor cuando oyó al menor agradecerle entusiasmadamente- ¡Gracias!- exclamó muy contento el castaño al tiempo en que daba saltitos en su lugar.

La imagen era adorable, pero cuando su cerebro comprendió lo que sucedía sintió una punzada de dolor en su pecho. Al parecer el castaño iba a tener una cita con otro que no sería él... bueno a parte del de cabello de piña.

Era tarde y hubo consenso en que era mejor irse a dormir para así despertarse temprano y disfrutar más del día. El humor entre los integrantes del grupo era bastante variado. Tres de ellos parecían deprimidos, confundidos y bastante más que molestos, aunque no lo dijeran en voz alta. Mientras que los otros tres celebraban internamente su pequeña victoria. Su plan estaba en marcha y, cierto que no parecían haber hecho gran cosa, pero el simple hecho de haber conseguido la aprovación del ojinegro ya era un paso enorme en la buena dirección.

Por una competición conocí al amor de mi vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora