Parte 2

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Creo que terminé por dormirme allí porque a la mañana siguiente me encontraba en el mismo sitio.

Decidí dar una vuelta en bici, necesitaba despejarme, total hasta la tarde no tenía que volver a los juzgados. Hacía un día agradable, pero no me importaba demasiado. Pasé delante de nuestra cafetería, frené de golpe y nos vi. Tú llevabas ese jersey rojo (tan bonito), ese que tanto te encantaba. Yo te sonreía, como siempre. Cerré los ojos y no pude evitar llorar, todo se había desvanecido tan rápido. De repente recibí una llamada:

-Ana...-dijeron desde el otro lado.

-¿Qué quieres?-respondí bruscamente.

-Sabes que tenemos que hablar, seguimos siendo amigas después de todo... Y sobre Marta...

-No mereces mencionarla-y colgué.

Terminé por asquearme del todo, de estar allí donde había tantos recuerdos, de haber cogido el móvil. Me dirigí a la colina, a la que era nuestra colina. Me senté en el banco donde antes solías contarme todo, donde yo supe todo lo que pasaba y que tú no eras capaz de asimilar. Todo era precioso desde ahí, miré hacia arriba. Otra vez golondrinas bailando. Creí oír algo, creo que era mi nombre. Sí, era mi nombre. Me giré y ahí estaba; ¡cómo no!:

-¿Por qué me has colgado?-preguntó Claudia.

La ignoré, no pensaba hablar con ella:

-Sabes perfectamente que algún día tendrás que hablar. ¿Crees que a mí no me ha dolido su pérdida? ¿que no quiero justicia?- dijo entre sollozos- Tú te diste cuenta, y nosotras no, ¿vale? Lo admito, pero no puedes echarnos la culpa.

-¡La abandonasteis y yo fui la única que estuvo a su lado!- exploté.

-¡No nos dimos cuenta Ana! No puedes culparnos, no nos hagas esto...

-Todos tenemos la culpa.

El baile de las golondrinasWhere stories live. Discover now