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El día fue el más tenso que tuvo en toda su vida.

Conoció hace apenas un mes a su pequeño mochi, como le llamaba él. Recordó su primera cita, donde el rubio le contó entre cafés que su vida era un tanto peculiar, llena de caos y aventuras; al principio pensó que se trataba de metáforas risueñas, aunque nunca se imaginó que su, ahora novio, se refería literalmente a eso.

Ahora se encontraba en la sala del departamento de Yoongi, sentado en el sofá, abrazando por los hombros a su pequeño rubio, ambos sosteniendo una copa de champan, observándose a los ojos primero con seriedad hasta que Jimin sonrió haciendo que sus ojitos formaran una línea, dándole un aire encantador.

-¿Qué?

Preguntó mostrando una de esas sonrisas que ponían tonto a Jimin.

-Nada.... es solo que estamos aquí, después de un día tenso, bebiendo champán, abrazados.

-¿Crees que me haces sufrir?

-Por supuesto que no.

-Pues no lo haces, ni lo harás. Si tratas de alejarme...

-No lo hago- Respondió con rapidez, acariciando su mejilla con la mano libre. -Solo no quiero incomodarte con esto...

-No me incomoda. Si estas situaciones son parte de tu vida, me gustaría acompañarte en cada una de ellas, si así tú me lo permites.

Jimin sintió su corazón latir con fuerza. Amaba a este chico, demasiado rápido que le asustó el hecho de pensar en un futuro con él, a pesar de haberse conocido en treinta días. Asintió acercando sus labios a los contrarios para besarlo con ternura.

Una de las cosas que Jungkook amaba de Jimin eran sus labios, esponjosos, suaves, dulces labios, porque le hacían olvidarse del espacio-tiempo que le rodeaba, se concentraba en acariciar la tibieza de su piel bucal, de saborear el acaramelado interior y por supuesto, sentir como su corazón se aceleraba con fuerza mientras su estómago se encogía de la emoción.

Cuando se separaron, unieron sus frentes en un gesto cariñoso.

-¡Es hora de cenar!

Ése era Yoongi, gritando desde la cocina. El juicio tardó muchas horas, sus estómagos rugían por comida. Juntos, siguieron el olor delicioso mientras caminaban tomados de la mano.

Ahí, se encontraba Jin ayudando a servir los últimos platos, Taehyung servía algo de soda y Yoongi acomodaba las mangas de su camisa. Faltaba Yeri, pero la pequeña cayó rendida en el viaje de vuelta a casa, descansando sobre la cama.

Taehyung y Jin se congelaron un segundo en sus movimientos. Después de lo que les había contado Jimin, ahora veían con otros ojos a Jungkook. Sus ojitos brillaban con lo orgullosos que estaban del gran hombre que ahora era.

Jungkook no se dio cuenta, estaba tan concentrado en descubrir cuantos lunares tenía su novio. Por otro lado, el rubio dio con una mirada tranquilizadora a sus amigos para que soguieran en lo suyo.

Tomaron asiento alrededor de la mesa, Taehyung siempre tratando de sacarle conversación a Jungkook con tan de crear una conexión más fuerte entre ellos, Jin se tomaba el tiempo de platicar también, aunque éste prefería cuidar detalles como, sonreírle cuando cruzaban miradas o escucharlo con atención mientras sus oídos se llenaban de la voz del menor.

-... pero mi deseo siempre es involucrarme en el arte. En todo en general, sin embargo, mi trabajo me lo impide.

-Es difícil cuando no persigues tus sueños. Estás lanzando tierra a ellos con tu trabajo.

NUESTRA HIJA【YOONSEOK】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora