Capítulo 8.

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No era la primera vez que mi hermano me echaba agua en la cara para que despierte.

Esa mañana fui a la escuela sin desayunar, pero el hecho de que sea viernes me dio un poco más de fuerzas para salir de mi cama.

—Es la primer semana de clases y ya te duermes —dijo Jamie, un poco molesto.

Habían pasado exactamente cuatro días desde aquella noche que Bang Bang tocó en el Leadmill. Y asimismo,  por qué no recordar que esa noche fui a la casa de Alex.

Desde aquel día, la relación con Alex cambió completamente. Es decir, no somos absolutamente nada, pero la manera de tratarnos mutuamente es otra, y eso es bueno. Seguimos nuestras vidas con total normalidad, con la diferencia de que ahora estamos más cercanos. Sin embargo, la última vez que probé sus labios fue aquella noche en su habitación.

No deseamos estar juntos todo el tiempo y demostrarnos frente a la gente. Personalmente, tomo lo que pasó el lunes como el comienzo de un comienzo. Los dos sabemos que no hay que apresurar las cosas, ya que no nos conocemos muy bien aún, además de que yo tengo algunos arranques de cambios de humor a los cuales Alex todavía no se acostumbra.

Lo que me resultaba curioso, era que Alex a penas le dedicaba una pequeña mirada a las chicas que días antes estaban sobre él. Y el día de hoy no fue la excepción. Entramos por la puerta principal y automáticamente se voltearon a observarlo. Él llevaba puesta sus gafas de sol, por más que no hubiese, y esa sonrisa capaz de dominar a cualquier chica, hasta la más fuerte.

—¿Qué harás esta noche? —me preguntó mientras atravesábamos el largo pasillo con todas esas miradas asechándonos.

Encogí mis hombros.

—No lo sé. Tal vez leer un libro… —respondí.

Alex rió.

—Si no quieres salir, puedo ir a tu casa y charlamos o escuchamos música —dijo amablemente.

—Mmmm —mis cejas se juntaron—. ¿Eres Alex Turner?

—Soy el nuevo Alex Turner —dijo sonriente.

Reí.

—Déjame pensar lo que haré con tu propuesta —dije.

—Bien, iré a clases —besó mi mejilla y se adentró a su salón.

Caminé un poco más hasta llegar a mi salón. Lyla estaba esperándome; compartíamos casi todas las clases.

—¿Vamos a salir esta noche? —preguntó con tono de felicidad.

—No lo creo, Alex se te adelantó —le informé mientras ocupaba mi lugar.

—No me digas que saldrás con él —su expresión cambió repentinamente.

—Estaremos en casa, nada más. No tengo muchas ganas de salir.

—¿Desde cuándo te volviste una ermitaña? —inquirió.

—Lyla, es solo por hoy —contesté.

A mi mejor amiga no le dio el tiempo de responder, ya que el profesor de Literatura estaba dispuesto a comenzar su clase. Quería que todo ese día pase rápido y fuera la noche, necesitaba pasar tiempo con Alex.

Sonó el timbre y yo seguía inmersa en mis pensamientos. ¿Estuve toda la clase volando por los aires? Sí, eso fue lo que hice, y pensaba hacerlo más a menudo, aunque eso no iba a ayudar en los exámenes finales.

Salimos al jardín y caminamos hasta el árbol donde siempre nos sentábamos. Alex estaba ahí, encendiendo un cigarrillo.

—¿Tienen alguna presentación con su banda próximamente? —le preguntó Lyla luego de hablar de lo aburrida que era la clase de Literatura.

Mardy BumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora