A medida que pasaban los días, hacía más frío en la ciudad. Sin embargo, eso no era un impedimento para que Alex salga a fumar.
Estaban a diez minutos de subir al escenario del Grapes, y como siempre, él estaba con los nervios a tope. Lo seguí en cuanto salió del club.
-Alex -le dije.
Sus manos estaban alrededor del cigarrillo mientras intentaba hacer que salga fuego de su encendedor, ya que el viento no le dejaba encenderlo.
-Ya lo sé -me interrumpió-. Necesito solo uno y ya iré.
Me acerqué a él cuidadosamente. Le arrebaté el cigarrillo y lo llevé a mi boca, luego tomé el encendedor y encendí el cigarrillo en cuestión de segundos. Le di una buena calada y despedí el humo por mi nariz. En mi boca se dibujó una sonrisa de autosuficiencia y mis ojos estaban clavados en el rostro de Alex, quien me miraba exaltado. Finalmente, le pasé el cigarrillo para que pudiera fumar, y así calmar sus ansias.
-Eres más que una buena niña -me dijo dándole una placentera calada al cigarro.
-¿Quién dijo que soy buena? -reí-. Apresúrate, ya van a tocar.
Alex asintió y terminó rápidamente lo que quedaba de aquel adictivo veneno. Rodeó mi cuello con su brazo y fuimos directo a donde estaba el resto de la banda. Mi hermano se veía muy alarmado y tenía la mera sospecha de que era culpa de Alex.
-¿Por qué debes salir a fumar justo cuando estamos por tocar? -espetó Jamie al ver a Alex.
-Tranquilo, hermano -le contestó él.
-¡Les toca, muchachos! -les informó un chico que estaba al lado del escenario, al parecer era el que ecualizaba el sonido.
Los cuatro subieron con sus instrumentos, los conectaron y probaron detenidamente. Cuando todo estaba más que listo, la presentación comenzó.
-Buenas noches -dijo Alex a través del micrófono-. Somos Arctic Monkeys y esto es Ravey Ravey Ravey Club.
Y ahí estaba; otras de las canciones que habían compuesto fugazmente. La gente saltaba y agitaba sus puños, y eso para ellos era como una satisfacción.
Definitivamente, pienso que desde este día va a haber un antes y un después en la historia de la banda.
Nunca había venido a The Grapes. Era un poco más grande que el Leadmill, y obviamente había mucha más gente que acudía.
Estaba acompañando a Alex en su festejo, y ya íbamos por la tercera cerveza, algo que en él no influía mucho, pero que a mí me estaba empezando a marear.
-¿Quieres salir a fumar? -me preguntó al oído.
Me encogí de hombros, y con eso ya bastó para que me tomara de la mano y me arrastrara hasta afuera. Nos sentamos en el bordillo de la calle. Sacó la cajetilla del bolsillo de su chaqueta de cuero negro y tomó uno. Lo encendió como por arte de magia y me lo pasó.
-Me estás transformando, Turner -le dije al mismo tiempo que llevaba el cigarrillo a mi boca para darle una pequeña calada.
Alex sonrió mirándome a los ojos.
-Eres perfecta, Mandy.
-¿Tengo que fumar para serlo? -le pregunté.
-Tienes que ser tú misma para serlo -contestó.
Sonreí. Era una buena respuesta. Le devolví el cigarrillo y me recosté sobre su hombro.
-Estuvieron increíbles hoy -le dije-. Ojalá tengan futuro.
-Ojalá -repitió mientras me pasaba nuevamente el cigarrillo.
Le di una larga calada. Sentía que se me congelaba lentamente el cuerpo, y en aquel momento envidié a los hombres, porque ellos nunca tenían frío.
-Alex...
-¿Sí?
-Tengo frío -murmuré.
-¿Quieres ir a casa? -preguntó.
Asentí. Nos pusimos de pie y lancé la colilla de cigarrillo lejos. Caminamos hasta llegar a su coche y nos subimos. Alex condujo hasta nuestro barrio, el High Green, y aparcó afuera de su casa.
Nos dirigimos a su habitación, que por suerte estaba muy cálida. Alex encendió el antiguo tocadiscos que tenía sobre su escritorio.
-¿Te gusta Led Zeppelin? -me preguntó mientras hurgaba entre la pila de discos de vinilo que había en el mismo escritorio.
-Sí -le contesté, quitándome su chaqueta.
Colocó el disco en el tocadiscos y bajó el pinchador. La música empezó a reproducirse de inmediato.
-Juro que amo este tocadiscos -me dijo.
-Mi padre tiene uno también, y que no se lo toquen o arma un escándalo.
-Coincido con tu padre -me sonrió.
Le devolví la sonrisa y me acerqué a él. Colocó sus manos en mi cintura y yo rodeé su cuello con mis brazos. Nos miramos varios segundos directamente a los ojos. Alex se acercó a mis labios y me besó. La mezcla de tabaco y cerveza en nuestras bocas era venenosa, pero adictiva. Los besos se tornaron más ágiles y tenaces. Alex apegó mi cuerpo al suyo y yo enredé mis dedos entre su cabello.
El disco llegó a la canción Since I've Been Loving You. Empujé a Alex contra la pared y tomé la iniciativa. Nuestras lenguas jugaban entre ellas. Metí mis manos debajo de su camisa hasta que logré quitársela. Acaricié la suave y blanca piel de Alex; aquel chico no era ningún flacucho, tenía musculatura con la cual defenderse.
Alex me tumbó en su cama y se deshizo de mi blusa gris. Besó mi cuello delicadamente, al compás de la música. Nuestros labios se atraían como imanes. Toqué el borde de su jean con mis dedos y desabroche uno por uno los botones hasta por fin quitarlo. Volví a besarlo, mordiendo su labio inferior. Madre mía, cuanto deseaba a Alex Turner.
El deslizó mis jeans a través de mis piernas hasta dejarlo fuera de mi cuerpo y arrojarlo en el suelo. Sus dedos estaban en toda mi piel, y con cada caricia, mi cuerpo se estremecía. Lo tumbé en el colchón, sobreponiéndome encima de él. Jugué con el elástico de sus bóxers al mismo tiempo que nuestros labios se saboreaban una vez más. Finalmente lo quité y automáticamente él hizo lo mismo con mi sostén y mi ropa interior.
-Te deseo, Alex Turner -le susurré al oído.
Alex sonrió con ternura y regresó a mis labios. Volví a quedar debajo de su cuerpo.
-Eres mía -me confesó sobre mi boca.
Se deslizó dentro de mí cuidadosamente. Solté un leve gemido sobre su oído. Sus movimientos eran perfectos y medidos.
Led Zeppelin seguía sonando.
El sudor de nuestros cuerpos se hacía uno solo. Nuestras respiraciones eran agitadas y desesperadas. Nos deseábamos terriblemente y las caricias no eran suficientes para satisfacernos.
Alex se mecía sobre mi cuerpo. Sus ojos marrones, clavados en los míos. Hicimos el amor durante un poco menos de lo que pudo durar el disco de Led Zeppelin. Besó mi cuello y se deslizó por última vez dentro de mí.
Su cuerpo colapso a mi lado, intentando recuperar las fuerzas y la respiración. La música no se detuvo. Descanse mi cabeza sobre su desnudo pecho y me abracé a su cuerpo. Ambos cerramos los ojos y, sin decir nada, nos sumimos en un placentero sueño.
Les quiero comentar que, como esta historia ya la tengo bastante adelantada, estoy empezando con una nueva, y ya subí una pequeña descripción y prólogo para que vayan leyendo y opinen al respecto. Busquenla en mi perfil como "In The Eye Of The Storm" :)
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Mardy Bum
Fiksi Penggemar"Bueno, gruñona. He visto tu ceño fruncido, y es como mirar por el cañón de un arma y que se dispare. Y te salen todas esas palabras. Tienes una actitud mucho más agradable, una que prefiero mucho más.." ...