• IV •

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Desperté nuevamente a las 6:30 am, la mañana del primer día de verano, junio 21 del 2020.

El despertador de mi compañera de cuarto sonaba una y otra vez, repitiendo la canción pop que me tuvo harta todo el mes. Aún con los ojos ojerosos, me reincorporé en la cama, teniendo vagos recuerdos de los sucesos o el sueño que había tenido hacía unas horas. Todo era confuso, y yo sabía que era solo producto de mi imaginación.

El ventilador seguía girando, la luz que parpadeaba ya no era visible por los rayos ligeros del sol a través de las cortinas grises. Pero había algo fuera de lugar, la habitación lucía diferente, más fría en la gama de colores y la decoración no la había hecho yo. Me puse de pie para ver a mi compañera debajo de las sábanas, aparentemente aún en su posición extraña y roncando como anciana a pesar del ruido que provenía de su celular. Un sueño pesado y chocante.

Le arrebaté las sábanas, gritándole que se despertara y callara eso. Era graciosa a veces, pero odiaba que interrumpieran mi sueño. Cuando alguien me despertaba yo tendía a romper caras y estar molesta por días con quien fuera.

Me llevé un susto al percatarme de quién dormía allí. Un chico de cabello corto y claro, con la venda de mi compañera en su cabeza, corto de estatura y la mejilla llena de babas.

—¿Quién cara...? —susurré, asustado. Retrocedí trastabillando al ver mis manos y el largo de mis piernas.

"Come mierda... De verdad lo hice".

Corrí de inmediato al baño, mirándome en el espejo sorprendido. Era un chico delgado y muy alto, con las cejas muy juntas y la nariz puntiaguda. El largo de mi cabello seguía igual que antes, pero yo no era el mismo físicamente.

—¿Qué pasa, Eliot? Por fa, déjame dormir otro ratito. Solo un poquito, la cama me llama y me dice que me ama. ¿Quieres que deje a mi novia hermosa esperando? —Oía voces adormiladas de la habitación, una voz gruesa que me espantaba más—, oh, sí, hermosa cama, ya te voy a ocupar y después veremos caricaturas.

—¿Alex? —Exclamé desde el baño.

—Seh, el mismo Alexis de siempre. Ahora cállate rascacielos y déjame dormir otros minutitos. La primera asignatura es opcional.

"Una vez deseé ser hombre... y en eso me convertí".

Viví seis meses así, disfrutando mi vida como un chico universitario. Nada había cambiado en mi vida, a excepción del género de las personas. Mi compañera ahora era un chico, el vecino ahora era una vecina con buenas curvas, el hombre que paseaba a su gato en correa era una solterona, y yo era un chico promedio igual que antes.

Los primeros días estuve confundido, no sabía que hacer. Quise huir, pero luego lo consideré y agradecí por la oportunidad. Podría hacer nuevas cosas, ser otra persona. Me costó, pero me acoplé abrazando con ambos brazos mi petición en sueños Dejar de ser yo, aunque fuera una parte, era un alivio.

Porque no había cosa que odiara más que yo mismo.

El tiempo transcurrió rápido como un niño perdía el día e incluso la comida jugando videojuegos. Hice tantas cosas ahora que recuerdo, y fue feliz por un rato. Me devolvió la frescura que había perdido para cocinar e incluso conocí a Alex mejor que antes. No me daba tanto miedo juntarme a él ahora que yo era un chico y también él, no tenía que ser juzgado como antes ya que él era famoso entre los hombres. Eso también había cambiado, pues Alex solía ser la rara del grupo.

Fue un día de esos, que volvimos tarde de beber y reír, echándonos en la cama. Alex quedó dormido enseguida junto a mí, y yo miré al techo divagando en mi mente.

Todo se volvió silencio, a excepción del ventilador que giraba. Los sonidos de un tren en mi cabeza volvieron.

"Una vez deseé morir..."

—Quiero morirme. —Susurré, cerrando los ojos para no sentirme mas patético de lo que parecía.

"¿Por qué aún quiero estar muerto?"

Pídeme un deseo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora