Capítulo XVII. EN UNA CAFETERÍA.

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A la mañana siguiente desperté e hice mis maletas, tenía pensado regresar a mi ciudad natal, extrañaba demasiado a mis padres e ir a la escuela. Pregunté por la profesora Mariana antes de partir y me informaron que había salido muy temprano con el profesor Rafael así que solo me despedí del señor Adrián, de la señora Ana y de sus pequeños hijos.  Antes de tomar el camión para regresar a mi ciudad decidí pasar a desayunar a una cafetería en donde casualmente me encontré a Marisela y nos pusimos a platicar; en efecto, me confesó que iba a divorciarse del profesor Rafael porque él así lo deseaba, muy a pesar suyo, pues ella aún le amaba.

En ese preciso momento llegó a la cafetería el profesor Rafael en compañía de la profesora Mariana y se sentaron tranquilamente, sin notar la presencia de Marisela ni la mía.

-¿Ya viste quienes están ahí? –exclamó Marisela –descarados, me las pagarán… nunca creí que Rafael fuera capaz de engañarme con alguien y mucho menos con Mariana, a quien consideraba mi mejor amiga…

-Yo tengo mucho tiempo de conocer a la Profesora Mariana y sé que no sería capaz de quitarle el esposo a usted ni a nadie. –le aseguré a Marisela

-¿Y entonces, quién es la que está allá sentada con mi esposo?

-Marisela, debe haber una explicación, la profesora Mariana es solo amiga de su esposo

Marisela no dijo nada, se quedó observando a la profesora Mariana y a su esposo hasta que salieron de la cafetería; me despedí de ella y regresé a mi ciudad. A pesar de no permanecer en Acapulco seguí enterándome de lo que pasaba con Carlos, Samara y Marisela pues durante seis meses estuve recibiendo llamadas telefónicas de la profesora Mariana en las que me contaba varias cosas. He aquí lo más importante: En una ocasión con tristeza me contó que el proceso de divorcio entre el profesor Rafael y Marisela había terminado. Al fin el amor imposible de la profesora Mariana estaba libre, aunque no pasaban de ser solo amigos, ella guardaba en su corazón la esperanza de que el profesor Rafael la viera como más que una simple amiga.

En otra ocasión me contó que Carlos y Samara habían regresado de su luna de miel en parís. El tiempo hizo que Álvaro, el hijo de Carlos, aceptara a Samara y fue el tiempo también el que hizo renacer en el corazón del profesor Rafael amor hacia la profesora Mariana, ella se escuchaba muy feliz cuando me contó que era ya su novia formal. Debo confesar que a pesar de la distancia, compartía la felicidad de mi amiga la profesora Mariana, el profesor Rafael había dejado de ser su amor imposible para pasar a ser su amor correspondido, también estaba feliz por Samara y Carlos, aquellos novios que habían luchado contra viento y marea por defender su amor. 

AMOR IMPOSIBLEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora