Capítulo IX. EL OTOÑO

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Después de un mes, José Luis fue dado de alta del hospital. Durante su permanencia ahí, Ana, Adrián, sus hermanos y yo visitamos todos los días. Le brindábamos comprensión y le demostrábamos el cariño que le teníamos a cada instante.

Al llegar, José Luís vió que su casa se encontraba adornada y que en la sala había un letrero colgado que decía: “Bienvenido”. Aún se encontraba triste, lo pude notar en su rostro. Le habíamos organizado una sencilla fiesta de bienvenida, pero él dijo:

-Les agradezco todo lo que hacen por mí, pero preferiría irme a mi cuarto en este momento.

Y José Luís se dirigió a su cuarto, dejándonos preocupados a todos. Durante una semana no salió de ahí, tampoco quiso hablar con nadie, ni siquiera conmigo, solo Elvia era quien entraba tres veces al día para llevarle su almuerzo, comida y cena.

Hasta que un lunes por la mañana, mientras almorzábamos, vi a jose Luis bajar las escaleras y dirigirse a la puerta.

-José Luis ¿A dónde vas? –preguntó Ana levantándose de su silla

-Voy a caminar un rato al parque  

-Está bien José Luís –exclamó Adrián –pero regresa pronto, tenemos mucho de que hablar

-Así lo haré –aseguró José Luís con tranquilidad

Después salió de su casa rumbo al parque.  El verano se había terminado y había comenzado el otoño, por eso, me imagino que mi sobrino caminaba por el parque mientras veía caer las hojas de los árboles una tras otra; asimismo, sus lágrimas habían caído por Samara. Sin embargo, José Luís jamás la culpó por perderlas. Sé que fueron muchísimas aquellas lágrimas que perdió José Luis, al igual que en otoño pierden hojas los árboles.

En fin, José Luís iba caminando cuando se encontró con Andrea, la hermana menor de Samara, que iba en compañía de su prima verónica.

-Hola José Luís ¿Cómo estás?

José Luís se quedó pensativo un momento

-Tal vez no te acuerdes de mi –dijo Andrea –soy hermana de Samara…

-¡Ah! –exclamó José Luis –tú eres Andrea ¿cierto?

-Así es; te presento a mi prima verónica

-Hola Verónica

-Hola José Luís, mucho gusto

-José Luís vamos a casa de Carlos  ¿quieres venir? –preguntó Andrea

-No –respondió José Luís apresuradamente, ya que no quería ver a Carlos ni en pintura

Las dos muchachas se despidieron de mi sobrino diciendo al mismo tiempo:

-Bueno, pues adiós José Luís

-Adiós

Después continuaron su camino hacia la casa de Carlos. José Luís siguió caminando por el parque, sin imaginar que sus padres se encontraban muy enojados en la espera de una explicación, ambos deseaban saber por qué su hijo había intentado suicidarse y me decían:

-Mariana, todo le he dado… ¿Por qué me paga de ese modo?

-Mariana, siempre he estado a su lado… ¿Por qué no me tiene confianza?

-Un momento –exclamé –primero te responderé a ti Adrián, tu error ha sido precisamente darle todo a jose Luis, él ha crecido con la falsa idea de que el dinero compra todo; sin embargo existe algo que no puede comprar: el amor… al darse cuenta de que jamás podría comprar el amor de su amiga Samara, quien tiene novio, intentó suicidarse. Y tú Ana, te preguntas: ¿Por qué no me tiene confianza? Seguramente es porque jamás te has interesado en saber lo que piensa tu hijo a pesar de que has estado a su lado.

Después de escucharme, ni Adrián ni Ana dijeron nada, ambos se quedaron pensativos. Minutos después llegó José Luís a la casa, se encontraba tranquilo, dispuesto a escuchar el regaño de sus padres.

AMOR IMPOSIBLEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora