Cena Sensual

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"Vayan a cenar a un lugar elegante. Pidan una rica botella de vino y pasen una velada romántica. ¿La diferencia entre esta cita y las otras? No te pondrás ropa interior."

Después de la experiencia arriesgada de hacerlo casi frente a sus amigos, Ichimatsu se había quedado bastante contento y satisfecho, por lo que se conformó con sexo "normal" durante bastantes semanas, llegando incluso a olvidar por completo la hoja de retos, Karamatsu también lo había olvidado, con todo el estrés de su trabajo y eso.

Tras unos monocromáticos días, aburridos incluso por la rutina, llegó por fin Karamatsu con una gran noticia. ¡Lo habían ascendido! Todo ese esfuerzo realmente había valido la pena y por fin veía los resultados. Era motivo de celebración, y aprovecharían a ir al restaurante más lujoso de la ciudad para cenar algo rico.
Ichimatsu, por ser una ocasión especial, se arregló como pocas veces había hecho —ni en sus aniversarios se había preparado así—, compró un corto, elegante y sexy vestido, sabiendo que iba a volver loco a su novio, unos zapatos a juego y se arregló el cabello. También rasuró su cuerpo, esperando que aquella velada acabase en algo más, sabía que lo haría.

Y de pronto asimiló, el siguiente reto de aquella lista se desarrollaba en una situación como en la que pronto se encontrarían, y sintiéndose ya algo coqueto, decidió sacarse la ropa interior antes de salir y subir al auto.

Mientras Karamatsu conducía, Ichimatsu no podía dejar de mirar embobado su sexy cuerpo... Se mordió el labio, su novio se veía realmente bien, y por lo apretado del traje se podía marcar un poco su pene. Algo juguetón acarició su pierna, dedicándole una tierna pero seductora sonrisa cuando lo miró, algo sorprendido por su anterior acción. De alguna forma el no llevar ropa interior también dejaba libres sus deseos, y se sentía menos vergonzoso que normalmente, algo caliente también.

Llegaron pronto al sitio, yendo a la mesa reservada y sentándose. Las cosas estuvieron bastante calmadas durante la cena, o al menos hasta que el menor decidió elevar un poco el tono de aquella conversación. El diálogo caliente comenzó a tener sus efectos, y ya sentía una leve incomodidad en la entrepierna, un cosquilleo coqueto en el estómago y una cálida sensación en sus mejillas. Se sentía ansioso por tocarse, y comenzó a mover un poco sus piernas, estimulando así un poco su miembro.

Las leves expresiones de placer y los casi imperceptibles jadeos no fueron ignorados por el mayor, quien se ruborizó un poco, pero decidió seguir aquel juego. Jamás se negaría a pasar un momento así de íntimo con el otro, por lo que lo miró procaz, con una sonrisa igual de coqueta que su voz.

—Te ves tan sexy hoy, Ichimatsu, me encanta como te ves con ese vestido, me dan ganas de follarte y dejarte sin poder caminar por semanas... —aunque al inicio habló bastante confiado, bajó un poco la voz para que nadie más pudiera escucharlo. Después de todo, aún estaban en un lugar público...

Ichimatsu se sonroja un poco cuando escucha los vocablos de su pareja, y se siente más entusiasta. Quería tocarse directamente, metió sus manos entre sus piernas e hizo un leve movimiento, intentando ser discreto, pero fallando en el intento. Ya estaba algo erecto… Movía con suavidad sus caderas también, y se moría de ganas por ir y montar el grande pene de su pareja.

Se acerca a él, por fin, bastante ansioso, tomando un poco por sorpresa al otro que veía sus acciones en silencio.
—Karamatsu, este es mi regalo para ti... Felicidades por tu ascenso —menciona el menor, dándole la espalda y levantando, con cuidado de no ser visto por alguien más, su vestido hasta que deja su trasero a la vista del otro. Se inclina un poco hacia adelante, moviendo un poco sus caderas para añadir efecto. Se sentía tan excitado de mostrarse así ante el otro, en un lugar con bastantes personas más, el peligro le hacía sentir acogedoramente más caliente.

De inmediato, Karamatsu al notarlo, siente como un poco de sangre amenaza con salir por su nariz, respira profundamente y cubre a Ichimatsu con su cuerpo cuando nota que alguien pasa cerca. Le acomoda la ropa y rápidamente pide la cuenta. Sentía como su pene incluso se había retorcido... necesitaba sentir ese cálido interior pronto.

En el automóvil de nuevo, Ichimatsu veía las casas y locales por la ventana ahumada, esperando ansioso llegar a su casa para tener sexo con su amado toda la noche, gritar su nombre tan fuerte que todo el vecindario supiera de Karamatsu, pero se sorprende mucho al ver que su pareja estaciona la Jeepeta fuera de un motel. Sonrojado, lo mira también con una sonrisa, Karamatsu pocas veces lo saca de casa a sitios como ese, esa en serio era una noche especial.

Desesperadamente entraron a la habitación, besándose desde antes y entrando como si su vida se fuese en ello. Se miran coquetos, comenzando a acariciar sus cuerpos con cariño.
—¿Quieres probar tu regalo? —pregunta Ichimatsu coqueto, separándose un poco de los besos y sosteniendo de la mejilla a su pareja. Se mordió con sutileza el labio inferior, y al recibir una respuesta afirmativa por parte del otro, se acomodó sacando el culo, recargando su torso en la cama aún con los pies en el suelo. Aunque bueno, bien sabía que cuando su novio empezase a tocar ahí, se sentiría en el cielo.

Karamatsu se acercó cuál tigre a su presa, saboreando el trasero de quién tenía enfrente, díjole que su cuerpo era perfecto, mientras comenzaba a morder sus glúteos a la par que su mano le azotaba. Beso negro.
Por alguna razón, aquello le parecía tan íntimo, se sentía muy bien. Quería empezar a frotar su pene, que ya estaba tan duro como una roca, y así lo hizo, soltando gemidos por el placer que sentía.

Cuando Karamatsu sintió que el agujero de Ichimatsu ya estaba algo dilatado, ávido desabrochó su pantalón, sacando su miembro y sacudiéndolo un poco, hasta acercarlo al ano de Ichimatsu y comenzar a penetrarlo. Siempre se sentía tan bien, pero esta vez al verlo con ese hermoso vestido se sentía mucho más encendido.

—E-eres tan hermoso —musitó, comenzando a embestir con un ritmo demasiado acelerado, siguiendo el compás de sus corazones y la melodía imperceptible de su amor.

No hubo más intercambio de palabras —al menos coherentes— entre ambos, quienes tan sumergidos en el placer solo eran capaces de gemir. Sus cuerpos parecían encajar a la perfección, con cada movimiento provocado por el mayor.
Lentamente se acercaban al orgasmo, que si bien fue el primero de la noche, no fue el único y mucho menos el más placentero. Fue una velada llena de lujuria y romance.

No More Routine [+18] (Cancelada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora