Querido diario... Día Doce

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Siempre dijiste que mi orgullo era demasiado, y que el cigarrillo en la noche opacaba la luz de la ventana. 

Pero nunca te hice caso; siempre preferi dormir abrazada a mi orgullo e inhalar el confortable humo de la luz opacada. 

Siempre dijiste que no quemara el papel, y que dejara mi cabello caer. 

Pero nunca te hice caso; queme el papel una y otra vez, hasta que mi letra no podía verse, y las cenizas caían en la alfombra. Enjaule mi cabello día y noche, ocultando su tesitura. 

Y ahora estoy aquí, sin quemar el papel y con el orgullo roto. Inhalando la luz en vez del humo, y con el cabello suelto ondulando en mi espalda. 

Diario de una chica sin sentido.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora