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n.i

Chiara Campbell.

La menor de la familia Campbell, de tez blanca y ojos azules, la que tenía una sonrisa espléndida que pocas veces mostraba, se encontraba moviendo sus manos de un lado a otro, insegura sobre lo que hacía. Cheryl Blossom le había pedido reiteradas veces, en ese día, que se acerque al gimnasio de la escuela.

La chica de ojos azules lo hizo, sin rechistar. A la hora, como había prometido ya se encontraba ahí. Estaba sentada en las gradas y se notaba su deje de nerviosismo.

—Marie me ha contado —dijo Cheryl sentándose.

La rubia dirigió su mirada a ella, soltó un suspiro viendo su cara. La pelirroja hizo lo mismo, examinó a Chiara mirando su cara más pálida de lo normal y como su frente sudaba debido a los mismos nervios.

—Cheryl... Yo de verdad lo siento, debí estar contigo.

—No, escúchame tú a mí —habló la pelirroja abalanzándose casi sobre su amiga—. No me pidas perdón, yo tampoco estuve contigo, y tu madre me ha contado lo mal que te sentiste en esos momentos y que no te podías ni levantar de tu cama. Por unos momentos me había olvidado que tú fuiste más que una amiga para Jason, y lo viste como algo más.

»Debí saberlo, mejor dicho recordarlo —suspiró y apartó la mirada—. Sin embargo también fui una pésima amiga, solo espero que puedas perdonarme —Chiara la miró atónita—. Entonces, ¿amigas?

Los ojos de Cheryl se volvieron a posar en su amiga, pero en seguida sintió un calor sobre su cuerpo, los brazos de la Campbell la rodeaban fuertemente. Ella hizo lo mismo mientras una lágrima rodaba por su mejilla izquierda.

—Espero que sigas siendo parte de las Vixens —Chiara asintió mientras se separaba.

—Sabes que sí.

—Pues, bajemos entonces —Cheryl se levantó.

Ya se encontraba lista para poder hacer la prueba de porristas y posteriormente un ensayo.

Nada más al bajar se encontraron con las demás Vixens esperando para las pruebas.

[•••]

Betty y Verónica estaban enfrente de todas las Vixens cantando y moviéndose casi al compás. La mirada de Chiara iba dirigida mucho más a su prima que a su amiga, sin embargo de a ratos la llevaba hacía Cheryl y su cara de pesimismo de siempre.

En cuánto terminaron ninguna aplaudió, Chiara en el fondo se alegraba del espectáculo que habían hecho pero no era lo suficiente para ser una Vixen.

Cheryl la miró, se encontraba a su izquierda, y luego volteó a ver tanto a Betty como a Verónica.

—Señoritas —comenzó la pelirroja.

Estaba pensando lo mismo que Chiara puesto que eran sus ideales implementados.

—No fue sexy —comentó esta vez—, y no tuvo sabor.

—Bueno, aún no han visto el gran final.

La rubia se acomodó su falda azul, perteneciente al conjunto de porristas y por último se acomodó en la silla.

La pesadilla de Riverdale [J.J]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora