La mañana siguiente Sidon entendió a la mala la importancia de llevar a un niño a la cama a tiempo.
Él era de los que se despertaban siempre con el sol, no importaba lo poco que hubiera dormido la noche anterior. Esa mañana no había sido diferente, los ojos del príncipe se abrieron al paso de los rayos de sol. Sin embargo, su cuerpo se sentía como plomo y le costó toda su fuerza levantarse sólo para alistarse.
El quejido descontento que vino del niño durmiendo en su pecho llamó su atención.
—Nami —murmuró, intentando sentarse derecho—, es hora de levantarse.
Inmediatamente después se escucharon susurros lamentables.
—Hey vamos. —Sidon intentó levantar a Nami, pero sus garras se clavaron en sus escamas y sus susurros escalaron a unos completos llantos de ayuda.
—Estoy tan cansadaaaaa —se quejó, enterrando su rosto en Sidon. El Príncipe de los zora se sentó por unos cuantos minutos, demasiado aturdido para entender la situación por completo y mucho menos para saber como manejarla.
—Nami, ambos tendremos días ocupados —Sidon intentó razonar con ella—, lo mejor será que nos levantemos.
Minami cedió por un momento y le permitió a Sidon sentarla junto a él. Sidon se puso de pie y comenzó a recoger sus pertenencias primero, después se dedicó a buscar las de ella así podía hacer su maleta para la escuela como Laflat le había dicho. Nami quitó las sabanas del sofá y se arropó con ellas, caminando lentamente detrás de Sidon por los cuartos. Si Sidon no hubiera visto el reloj y se hubiera llenado de pánico al notar todo el tiempo que le tomó convencerla de levantarse porque de pronto no tenía ni idea de como prepararse para el día con menos tiempo de lo usual habría notado los ojeras en los ojos de Nami.
Las ojeras se convirtieron en quejidos y en lugar de arrodillarse y consolarla de alguna forma como debió de haber hecho, Sidon llamó a un ayudante para que les llevará el desayuno, considerando que una buena comida debería despertarla.
Aparentemente, ese no era el procedimiento correcto.
Sidon había apartado su atención de Nami por los más breves segundos para tomar la comida y agradecerle al ayudante cuando escuchó un chapoteo viniendo del otro cuarto.
El Príncipe volteó su mirada para encontrarse con la sabana de Nami en el suelo.
Su desconcierto duró tan sólo unos pocos segundos antes de que el ayudante preguntará: —¿cuánto durmió anoche?
—Bueno, fue difícil enviarla a dormir, eso es seguro. —Sidon soltó un suspiro.
—Oh querido —se quejó el ayudante—. Va a pasar un mal rato alistandola para la escuela, mi Príncipe.
Sidon le dio al hombre una mirada burlona antes de que se encogiera de hombres y dijera—, mi esposa y yo tenemos tres pequeños y es algo parecido a una pesadilla alistarlos cuando no van a la cama a tiempo. Si le apetece, puedo ayudarl-
—Oh, no no está bien. —Sidon sonrió. En definitiva no estaba bien pero había sido tan insistente con su padre el día anterior que podía manejar el cuidar a un niño a la vez que atendía sus responsabilidades que estaría condenado si se derrumbaba tan pronto.
—¿Estás seguro? —dijo el ayudante, bastante preocupado—. Mi Príncipe no sería ningún problema-
—¿No dijiste que tenías tres pequeños? —dijo Sidon amablemente—, tu esposa seguramente aprovecharía esa ayuda para prepararlos para la escuela, ¡no es justo que te este ocupando!
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Sidon's Epic Pining Adventure [Español]
FanfictionEl Príncipe Sidon contuvo el aliento; de todas las pruebas que había tenido que enfrentar, esta era por lejos la más difícil. -Todo empezó... empezó con dolor, y después una pequeña niña. -¿Tu pequeña niña? El Príncipe se mordió el labio. Admitir qu...