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ꟷEsperémos a Félix. No debe demorarꟷ hicimos caso a Channie y esperamos al de pelo naranja.

ꟷNo puedo creer que salgamos con Bangchanꟷ aprovechó Yoona para festejar en voz baja aprovechando que el aludido estaba concentrado en observar la entrada de la escuela. Yo rodé los ojos, no paraba de hablar de él.

ꟷTienes que tratar de acercarte a él, es tu oportunidadꟷ alentó la señorita "Doy consejos pero para mi no tengo". Recién no le gusta nadie -que yo sepa- pero nunca se atrevió a declararse a ninguno de los chicos que le han gustado quedándose en la friendzone.

Félix salió acompañado de dos chicos que siguieron su camino, él nos localizó y se acercó tímido.

La calle estaba concurrida. No fuimos los únicos que pensamos refrescarnos. Este clima tropical extraía toda energía vital y secaba gargantas, no me explico como Bangchan y Hyori hablan y hablan sin parar. Yo apenas puedo sostener mi sonrisa, igual que Lix que brindaba toda su atención a la cotorra rubia.

Yoona cargaba su aura de deprimisión, pues no había tenido la mínima oportunidad de hablar con su crush.

Los helados hicieron la gran diferencia. El ánimo cambió notablemente. Entre chistes y anécdotas grupales e individuales saboreamos las deliciosas barquillas. Tanta fue la nostalgia de los viejos tiempos que osamos jugar a los escondidos en el parque central, que era bastante frecuentado.

Los adultos nos observaban con rareza mientras que algunos de los pequeños que por ahí jugaban nos preguntaban si podían unirse  también.

Esta sería la última ronda, pues ya pasado el solsticio se me hacía tarde para regresar.

Para desgracia de Félix le tocaba buscar. Con desgano fue hasta la base y comenzó la cuenta. Los participantes corríamos desesperados por hallar un buen escondite.

La pared de la casa que hacía esquina me pareció una buena opción. Desde esa posición mi visión era periférica, podía ver donde se escondían todos y seguir los pasos del pecoso.

Evaluando la situación otra vez me percaté de que Yoona se encontraba en la acera de enfrente en mi misma posición, relajada, jugando con su teléfono. A su vez mi amigo de blancos cabellos, por el centro de la pista buscaba impaciente un lugar.

El bombillito de mis ideas que casi nunca funciona brilló más que nunca.

Hice señas que fueron captadas inmediatamente por la intrigada mirada de mi amigo y señalé el lugar donde estaba su más grande admiradora.

Sacó sus pulgares en agradecimiento y supe que mi plan había sido un rotundo éxito.

El australiano más jóven era un asco en este juego. Pasaba por lado de los pequeños como si nada y todos se le colaban. La lejanía de mi rincón no me permitía emplear técnicas para colarme. El jóven irritado de la situación se cargó de determinación comenzándo a jugar en serio.

Fangirleaba con mis vecinos. Bang se localizaba detrás de mi amiga, que estaba más rosa que una fresa, apoyado en sus hombros para observar mejor la amenaza.

La suerte estaba hechada, quedábamos los cuatro mayores. De Hyo no tenía noticias. Nosotros no teníamos muchas conveniencias, Lix se acercaba lento pero seguro.

Sus pasos ya resonaban con la poca distancia, pero estaba en la acera opuesta. Alerta atendí la situación de aquellos dos. La idea de llamar la atención del peli naranja se me cruzó pero mi mejor amigo se adelantó dejándonos atónitas.

Mis gritos internos se descontrolaron, Yoona estaba igual que yo y ambas celebramos desde nuestros sitios. Aunque la acción del mayor fue en vano ya que Félix adivinó sus intenciones y terminamos atrapadas.

Había valido la pena.

Hyo ganó la ronda. Se hizo pasar por clienta del café al aire libre de una de las cuatro esquinas del parque, escondite del cual no se sospechó, así alcanzó la victoria.

ꟷYa es tarde perdedores, retornen a sus housesꟷ reconozco que perdí pero me sentía humillada, ella lo tuvo muy fácil.

Los tres tomaron el mismo camino de regreso mientras que mi australiano favorito seguía parado a mi lado.

ꟷ¿Y tú? Ala a tu casaꟷ río cínico con mi comentario.

ꟷNo pensarás que te voy a dejar montar a un bus lleno de trabajadores sudorosos y estresados solaꟷ he aquí la particular sobreprotección paternal del rubio. Solía ser bastante terco en este aspecto así que preferí rendirme y hacerle caso.

ꟷAntes compraré un cafecito ¿sí?ꟷ rogué y con su permiso fui al café público con mi santa calma.

ꟷVamos Bae ¡Tú puedes! Corre más rápidoꟷ si ya, si supiera que palabras de apoyo no me servían de propulsor.

ꟷChan no puedo másꟷ no mentía, en cualquier instante me daba un patatum.

ꟷSi no hubieses parado a comprar ese "cafecito" no estuviésemos a punto de perder el último bus.

ꟷNo culpes a Frapucchino-chan, él no se ha metido contigo.

El mayor rodó los ojos y el transporte pasó por nuestro lado a toda máquina, suerte que por la tonta conversación pude llenar mis pulmones de oxígeno logrando llegar a tiempo a la parada.

Los asientos estaban ocupados y mi amigo y yo no tuvimos más remedio que quedarnos de pie, aguantándonos de los tubos para manos.

Chan lo hacía relajado pero ¡Sorpresa! Yo apenas llegaba de puntitas, así que jugando un poco con mi equilibrio lograba sobrevivir.

Hasta que el chofer paró en seco y gracias a nuestra querida Ley de la Inercia mi cuerpo en reposo sufrió un cambio de estado repentino a movimiento empujándome hacia adelante, encima del pasajero sentado.

Gracias a todos los cielos tenía un ángel guardián al lado que me agarró de la cintura firmemente evitando que le cayera encima al chico.

Pero en mi desafortunada vida no todo salía bien. Si no era yo algo más tenía que perjudicarme.
Y esta vez fue el café, él fue el elegido para cumplir mi sentencia.

 𝓟𝓪𝓹𝓮𝓻 𝓱𝓮𝓪𝓻𝓽𝓼 ❀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora