Capitulo III

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—¡Tu no me llames niña tipo extraño!, Sal de mi casa!— su respiración se comenzó a dificultar haciendo que comenzará a marearse, sus finos dedos tomaron a Yutaro del brazo izquierdo.

Yutaro en un movimiento ágil la tomo de la cintura antes de que cayera al suelo, subió las escaleras rápido pero con la misma delicadeza para no perturbarla, la recostó sobre la cama y apartó los mechones de cabello que pendían de su frente para verla mejor.

—Ni siquiera sabes respirar, ¿Cómo se supone que te vas a cuidar sola?— dijo frustrado mientras frotaba con furia su cara —No voy a ser tu niñero, ni tu novio, o cualquier idiotez cursi ¿Quedó claro?— finalizó con una sonrisa cínica —por favor usa ropa, ¿Acaso crees que es apto pasear solo con una bata por la casa mientras un tipo está aquí? Además soy mucho mayor que tú.

Kazuya se sentó en el borde de la cama y comenzó a reír, era una risa fuerte, bastante molesta para Yutaro —No soy una bebé, tengo diesisiete años por favor, en segunda yo perdí a mi padre, así que respeta mi dolor y sufrimiento—

Yutaro antes de salir suspiro y se aclaró la garganta —Tu no vas a darme órdenes, tengo diesinueve años y no olvides que puedo volarte la cabeza de un tiro princesa— cerró la puerta con demasiada furia que incluso hizo caer una fotografía enmarcada, después de eso, el silencio reinó en la casa, ni un ruido, ni una voz, solo ella y sus sollozos.

Para Yutaro era extraño tener que proteger a la única hija del señor Kioshi, que había sido un acompañante para el desde que tenía quince años, debía de agradecerle de alguna manera, la había encontrado, el sabía que iban a terminar con Kazuya de una forma u otra. No debía hacerle daño, pero el siempre tenía una actitud arrogante y frívola, no iba a cambiar por una niña.

La chica de cabellos castaños se levantó de la cama con lentitud, camino de puntillas y cerró la puerta, busco a Yutaro por toda la casa, con la esperanza de que este se haya ido de una buena vez o simplemente de que haya sido solo un mal sueño. Finalmente bajo a la planta baja y lo vio en el comedor, empacando extraños paquetes en una maleta roja, al tratar de retroceder sus pies se enredaron con los cables de la lámpara haciendo que está hiciera ruido.

—¿Por qué mejor no te dejas de juegos y sales de una vez? ¿Te crees gato asustadizo?— dijo entre carcajadas mientras cerraba la gran bolsa de equipaje —Necesito que vengas conmigo a un lugar, así que ponte un abrigo, rápido— Kazuya solo asintió y corrió rápidamente a vestirse. Al bajar ahí se encontraba el empuñando unas llaves de automóvil.

—Vamonos ya o no me van a pagar—

Lluvias de infiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora