Capitulo II

9 2 0
                                    

Un sonido debajo de su almohada la hizo sobresaltarse, era la alarma de su celular, lo apago y se levantó rápidamente mientras hacía movimientos extraños con sus manos, puso un pie descalzo sobre el pulcro piso color madera y camino a la cocina, estaba vacía la estantería, tomo la puerta de la nevera, la abrió para solo encontrarse con leche y unos cebollinos viejos. —creo que debería comprar algo, pero no tengo dine...— cerró la puerta con fuerza y salió corriendo a la habitación de su padre, abrió la puerta y busco al rededor, pensó en aquel lugar donde sacaba el dinero.

Busco el cajones, debajo de la cama, incluso detrás de las pinturas, justamente cuando iba a bajar dándose por vencida, busco entre la ropa de aquel guardarropas, metió su mano en un saco color blanco y saco unos cuantos billetes. —con esto será suficiente— dijo para cerrar cuidadosamente la puerta de aquella nostálgica habitación.

Mientras llenaba la bañera, fue a la habitación para buscar su ropa, tenía que ser algo abrigador ya que seguía una llovizna fría. por fortuna la casa era calida. Camino por el pasillo con tal solo una bata de seda azul envolviendo su cuerpo, deslizó la puerta del baño y entró. Retiro su bata del cuerpo y suspiro, entró y una sensación de calor la envolvió, el agua caliente era demasiado satisfactoria, le recorrió un escalofrío y cerró suavemente los ojos, aún era incierto lo de su padre, pero a pesar de todo no dolía, por una extraña razón ya no lo hacía, solo lo recordaba con honor junto con su madre, aunque si sería difícil vivir con tan solo 16 años encima, muy pronto volvería al colegio, pero como iba a caminar por las calles en paz mientras que unos asesino, drogadictos y traficantes de órganos la buscaban, salió de sus pensamientos y tomo un baño.

Cuando caminaba a su habitación, la puerta sonó varias veces, era peligroso tener visitas, cuando bajó miro por la ventana, era un chico de cabello azabache y aspecto serio, tenía labios gruesos y una extraña maleta color roja pendiendo de su hombro, ¿Y si era un matón? ¿Y si este quería arrancarle los órganos y venderlos? O peor aún ¿Y si quería prostituirla?.

Fue a la cocina y abrió el cajón con cuidado sacando la pistola la escondió en su espalda y abrió la puerta con una sonrisa —Buenos días ¿Puedo ayudarte?— el chico de altura mayor se abrió paso empujándola, se quitó sus zapatos para entrar a la casa y dejó su extrañó bolso en el piso. Este comenzó a reír mientras miraba varias fotos de Kazuya en la pared. Kazuya noto eso y con furia empuñalo la pistola apuntándole por la espalda —¿Quién eres tú tipo extraño? ¡Está cargada! ¡Levanta tus malditas manos!— es chico solo comenzó a reír mientras se acercaba con lentitud, en un movimiento rápido tomo su muñeca y la torció haciendo que soltara el arma y la tomo antes de que cayera al piso.

—Mucho gusto niña, me llamo Yutaro—

Lluvias de infiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora