Capítulo único.

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Sintió un nudo en la garganta al leer las primeras palabras, solo con eso, sabía que terminaría llorando.

Óbito, mi amado Óbito Uchiha.

Sé que estarás ageno a toda la situación, pero si recibiste esta carta, es porque, aunque suene muy estúpido, he muerto. Dirás tú que es muy cliché y sé que al principio vas a tomarlo como una broma. Pero no, no lo es. ¿Recuerdas cuándo dijiste que me amabas? Apenas íbamos en secundaria, y yo, no creía en el amor, ya sé, era un completo idiota, pero tú mi amor, tú me hiciste ver lo cuán equivocado estaba; me hiciste tocar el cielo con cada caricia propinada de manera especial, con cada beso dulce cargado de amor, con cada demonstración de amor que me diste, cada pequeño detalle, como una rosa, e incluso así fuera una piedra, me la obsequiabas diciendo que era hermosa, casi como yo.

He de admitirlo, en aquellos momentos me molestaba muchísimo que hicieras aquella comparación, pero ahora... Ahora me parece lo más tierno de este maldito mundo. No me creerías lo arrepentido que me siento en estos momentos por no pasar más tiempo a tu lado, por estar lejos de tí en los momentos que más me necesitaste. ¿Recuerdas cuándo dijiste que querías formar una familia? ¿Cuándo me pediste y rogaste que adoptáramos a un niño?

Sí, lo recordaba perfectamente, aquel día lloró demasiado cuando se negó.

Bueno, yo también lo recuerdo, lo recuerdo como si fuera ayer, tú temblabas tanto mientras lloriqueabas, diciéndome que yo era cruel, que mi corazón seguía congelado a pesar de todo lo que me entregaste. Pero no, no era así... La verdad es que también quería una familia contigo, pero siempre me dió miedo de fracasar. De no hacerte feliz, de no poder darte a tí y al niño que querías lo suficiente. Amor mío, no es que fuera malo, es solamente que yo no estaba listo para ser padre, y por esa razón es que ahora estoy muerto.

¿Recuerdas cuándo te dejé? Hay una razón por la que hice eso, y aunque te duela tanto como a mí, fue un error.
Sí, te engañé, te fuí infiel con una mujer que debo admitir, me llamó la atención, creí que sería pasajero pero, no. El deseo me llevó a cometer una estupidéz, y pues, luego de eso sentía que no era merecedor de tus sonrisas, de tus caricias, de tus cariños... Yo ya no era merecedor de tí.

Su pecho se comprimió, él lo sabía, siempre lo supo, pero le amaba, le amaba tanto que no le importaba que le fuera infiel, siempre y cuando no se marchara, pero se alejó.

Sé que me hubieras perdonado si te lo hubiera dicho antes, pero el hubiera no existe porque no se puede regresar el tiempo; en ese entonces vagué mucho, intentando ser feliz sin tí, pero no podía, los momentos que pasamos, siempre estaban presentes. Solía pasar a menudo a tu trabajo, par verte, pero siempre te veía con los ojos llorosos.
Poco después me enteré que te habían despedido, uno de tus amigos me lo contó. Me preocupé demasiado, sabía que todo era mi culpa, pero no tenía la cara para volver.

¿Recuerdas cuándo te ganaste la lotería? Ese boleto era mío, yo la había ganado, no tú. Pero tenía tanto miedo de que algo te hiciera falta que no dudé en ningún momento dartelo. Quizás debí hacerlo personalmente pero, ya te lo he escrito antes, no podía. Yo siempre seguí a tu lado, en las sombras, cuidándote, esperando que en algún momento pudieras recuperarte, y tal como supuse, lo hiciste. Jamás fuiste alguien débil, eso se podía notar a kilómetros, nuestra relación siempre funcionó por tí, por todo lo que entregaste... Y yo solo lo arruiné.

Una, dos... tres lágrimas cayeron por ambas mejillas, haciendo que la pequeña criatura que tenía en brazos, posara sus diminutas manos en el rostro algo mojado del Uchiha.

Hace dos años me diágnosticaron cáncer... Y yo, tuve miedo. Miedo de no poder contemplar tu felicidad sin mí, pero al final me di cuenta que, no era necesario que la viera, porque sabía que ya lo eras, porque sin importar cuantos golpes te diera la vida siempre te levantarías, con la voluntad de fuego que arde en tu interior, y que siempre amé de tí. Cariño, sé que es mucha palabrería, y tú prefieres las acciones, pero no me queda más que contarte esto, porque pruebas ya no tengo.

Óbito, ese niño que sostienes, es mi hijo, esa criaturita que lleva el nombre de tu querido abuelo, es mío. A pesar de mi condición aún pude conseguir darte un hijo, tal vez no sea de los dos, pero el está sano, y sé que a pesar de todo tú lo amarás, porque sin importar que, es lo que más deseabas.
Perdóname, por se un cobarde, por no poder estar cerca, pero quiero que entiendas que, yo siempre seré tu ángel guardían.

Óbito... mi único amor... cuida bien de nuestro pequeño. Te amo demasiado.

Y sin más se soltó a llorar, pudieron tener una familia, pudieron ser felices, pudieron luchar juntos... Pero no, decidió cargar todo él solo, mientras se hacía daño. Era un idiota completamente, pero aún así, también le seguía amando, así estuviera muerto, le amaba, le amaba tanto que pese a todo, hubo un tiempo en que le buscó, pero sin respuesta, se quedó desahuciado.

Miró al pequeñuelo con ternura, era idéntico, tenía aquel hermoso lunar característico de Kakashi, y sus facciones eran tan fínas como las de él, a pesar de tener el cabello un poco más oscuro, era la viva imagen de su amor.

-No te preocupes Maddy... Papá y yo cuidarémos de tí, así el ya no esté con nostros. -Le besó la frente al menor y cerró la puerta, cuidaría de ese pequeño con todo el amor del mundo, pues, era lo único que le quedaba de él.

Última Confesión | KakaobiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora