Nota: consideren a los personajes 18+ para este capítulo.
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Marco decía que pasaba tanto tiempo con su guitarra que hasta su novia seguramente ya se estaría consiguiendo a alguien más que sí le prestara atención. Miguel le dijo que estaba loco y algo idiota, pero una tarde con Coraline sentaba en el sillón vecino en su apartamento mientras hacía la tarea de sus clases de japonés, recibió una llamada y Miguel terminó por ponerse un pelín celoso por la manera tan cordial de hablar de su novia con su interlocutor masculino.
Bueno, cualquiera se pondría celoso si tu novia le decía a otro chico que lo quería muchísimo y que no lo cambiaría por nada. ¿Verdad?
Las palabras de Marco hicieron eco en su cabeza y cuando Coraline terminó su llamada, Miguel llamó su atención con un desafortunado comentario.
—No sabía que fueras tan cariñosa con todos tus amigos —dijo mientras aflojaba las cuerdas de su guitarra para guardarla.
Coraline arqueó una ceja. Cerró su libreta, su libro y se acomodó mejor en el sillón para poder responderle mejor a Miguel. Si su novio quería tener una ridícula pelea, quería estar preparada para actuar con libertad.
—¿A qué viene ese comentario, Miguel? —preguntó con su nombre para que no se hiciera el difícil y le respondiera de manera directa.
Miguel se removió un poco e hizo a un lado su guitarra.
—Tu amigo, la conversación telefónica que acabas de tener —explicó, sin agregar más.
Coraline rodó los ojos. ¿En serio iban a discutir por eso? Suspiró de manera sonora para lanzar la advertencia de que no era un tema a discusión.
—¿Algún problema con eso? —preguntó.
Miguel se acercó a ella, y en un movimiento defensivo ella cruzó los brazos a la altura de su pecho.
—Sabes, eres la persona que más me importa en el mundo —dijo Miguel, descolocando a Coraline que ya se estaba imaginando una escena de celos digna de una película de comedia romántica.
Le tomó un momento percatarse de que Miguel se había acercado bastante a ella, su rostro estaba ahora a menos de sesenta centímetros. Así que optó por sostenerle la mirada y se acercó un poco más a él.
—Eso ya lo sé, Terroncito —dijo muy segura de sí, con una sonrisa felina.
—Puedo demostrártelo —agregó él, y los ojos de Coraline brillaron al sentir un golpe de adrenalina recorrerle la espalda —hagamos una apuesta.
Estaba muy cerca, Coraline ya sentía el aliento tibio de Miguel a centímetros de su boca. Y si Miguel quería jugar, ella era la mejor.
Se tomó un poco de distancia para ponerle atención a sus palabras y no a sus deliciosos labios. Él sonrió al saber que tenía su total atención.
—Podría dejar la música a un lado por tí —dijo, tan seguro de sí que hasta ella se sintió extrañada e incómoda con eso.
¿Miguel sin música? Eso era inconsebible, absurdo incluso y la idea, tan ridícula como sonaba en la cabeza de Coraline terminó en risas.
—Ay Migue, no inventes, tampoco hay que exagerar —Miguel sonrió, Coraline había picado el anzuelo.
—Es en serio —replicó Miguel —fácilmente podría pasar una semana sin música para demostrártelo, es más, un mes. Tú pon las condiciones.
Coraline negó con la cabeza, divertida con toda esa situación.
—En serio Migue, no seas ridículo. Ambos sabemos que amas la música y no me atrevería a prohibirte algo que amas por un tonta apuesta.
—¿No crees que pueda lograrlo?
—Yo no he dicho eso.
—Ok, ya entendí, no crees que pueda lograrlo.
—Miguel, sé perfectamente que eres capaz de lograr lo que sea que te propongas.
—Pero no me crees capaz de dejar la música por unas semanas.
Coraline frunció el entrecejo.
Por supuesto que él daría todo por ella, todo, incluso apostar su guitarra.
Pero ella no sería partícipe de algo que pudiera perjudicar a su novio de manera calculada y consciente por el mero placer de hacerlo.
Se levantó del sillón y comenzó a guardar sus cosas. Miguel se puso de pie en el acto para detenerla.
—Espera, ¿qué haces?
—Claramente estás celoso porque tuve una conversación telefónica con un amigo al que no veo desde que tenía diez años y querías sacarme una ridícula apuesta aprovechando el hecho de que amo los juegos y las apuestas para hacerme quedar como la mala y desconaiderada con tu bola de amigotes —explicó terminado de acomodar sus cosas y trepándose su mochila al hombro —pues dile a esos mensos que no, en especial a Marco, que tú sí me importas bie-
Miguel se lanzó a abrazarla clavando su rostro entre su cuello y su hombro.
—Perdona Cory, no era mi intención hacerte enojar.
Ella no puso resistencia y se dejó abrazar por su novio, después de todo, no podría moverse aunque quisiera.
—Es sólo que sentí raro y tuve miedo y-
—Tranquilo amor, lo entiendo.
Coraline lo dejó que la abrazara un par de minutos más, dejándose llevar por la calidez de su cuerpo, envolviéndose en esa tranquilidad que tanto disfrutaba en su compañía. Cuando ambos se sintieron mejor, Miguel la soltó y le dedicó una sonrisa apenada.
—¿Sin rencores?
—Sin rencores
Miguel se acercó para besarla pero ella interpuso su palma extendida para evitar el contacto.
—Amo que esto se haya aclarado Migue, pero si me quedo, ambos sabemos que no seguiré estudiando para mi examen del domingo y Kubo me convertirá en shasimi si no apruebo.
Miguel río avergonzado y pegó su frente a la de ella.
—Cierto, disculpa.
Coraline tomó su rostro y besó su frente antes de marcharse, aún cuando él se ofreció una y mil veces a acompañarla.
Cuando se había alejado una cuadra, Coraline volvió a marcar el teléfono de hacía un rato.
—Muchas gracias amigo, el plan funcionó, sí se puso celoso —dijo entre risas un tanto emocionadas — ¿Eh? No, todo tranquilo. Te dije que él es precioso y vale oro. Obviamente, ya te lo dije mil veces, es en serio que lo amo.
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Música y Botones [CoralinexMiguel] Coraguel
FanfictionElla tenía los ojos del sabor caramelo que empalagaban la libreta de Miguel. Él era la melodía que a Coraline se le quedaba pegada todo el día. El problema es que ambos eran demasiado despistados para darse cuenta. Por lo que el resto de sus amigos...