Afraid

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Miré mi reflejo: piel pálida, ojeras, ojos hinchados, mi cabello acababa de ser rizado y recogido hacia arriba. Mechones de él hechos rollito, cayendo hacia mis hombros. Un vestido blanco marcaba mi silueta. Una chica se acercó a mí y pasó una fina tela delgada y algo traslúcida sobre mi cabeza y la ensartó con una peineta a mi cabello,

Era una novia.

Pero. ¿Novia de quién?.

Giré mi cabeza hacia una ventana. La tela del velo rozando mi espalda descubierta. Un escalofrío me recorrió.

El panorama era seco.

Colores cálidos, mirada fría.

El otoño estaba llegando. Hojas secas regadas bajo la arboleda.

Me acerqué.

Sentía el frío desde detrás del vidrio. Mi piel se erizó.

Sin previo aviso y con miedo de hacer lo que sea que iba a hacer. Corrí. Fuera de la habitación. A lo largo de las escaleras. A través del claustrofóbico salón. Cruzando la puerta. El viento me pegó duro y no logró más que acelerar mi respiración. Tenía miedo. Tenía frío. Debía correr. Huír.

¿Huir de qué? ¿Por qué?

No tengo idea.

Sigue corriendo,

Más rápido.

Más lejos.

No mires atrás.

No. Mires. Atrás.

El camino se volvió boscoso. Hojas amarillas y marrones crujían bajo mis pies.

El vestido se manchaba de barro y se rasgaba con las púas de las plantas en el suelo.

Mis manos ayudaban un poco para apartar las ramas frente a mí. Dolían y sangraban por las espinas, pero el miedo me entumecía y era sólo vagamente consciente que dolían, o que sangraban, o que corría. Era vagamente consciente de muchas cosas.

Trastabillé un poco, pero logré mantenerme de pie. Seguí corriendo, no sabía a donde, sólo debía estar lejos. Me estaba volviendo loca. Era libre, tenía un campo de visión amplio, pero todo lo que veía eran árboles; árboles de pino y algunos cedros. Me sentía encerrada. Peor. Estaba desesperada.

El bosque parecía no tener fin.

Alguna raíz atoró mi pie y caí de cara contra el fango. No me movía, no sentía nada. Un hormigueo en todo mi cuerpo y entonces me di cuenta que estaba llorando. Con fuerzas que no tenía, me levanté. Mis piernas flaqueaban, tenía raspones en las rodillas y codos y uno en la mejilla que golpeó el suelo. Caminé apoyándome en los árboles intentando recuperar la respiración. La parte delantera del vestido estaba cubierto de lodo.

No sabía a dónde iba, no sabía en dónde estaba. Pero realmente eso no importaba demasiado. Miré hacia atrás y sólo vi la espesura del bosque, mis pisadas y trozos de tela que se habían desgarrado del vestido. Me deslicé hasta quedar en el suelo con la respiración agitada. Mi mejilla ardía con las lágrimas que tocaban la carne viva.

Tomé mi cabello debajo del velo. Estaba semi-acartonado, un poco deshecho, pero aún se notaban los rizos.

Inhala.

Exhala.

Inhala.

Exhala.

Así. Bien.

Tranquila.

Todo estará bien.

No, nada está bien.

De pronto me sentí tan desesperada y claustrofóbica.

"Aún te veo"

¡No!

"¿Estás asustada?"

¡Basta!

"Pensé que eras más fuerte".

¡Déjame ya!

"Eres débil"

¡Cállate!

"Nunca lograrás nada huyendo"

¡He dicho basta!

"Cobarde"

"Estás loca"

"Eres una inútil"

"Nunca lograrás nada"

"Nunca"

"Porque eres débil"

"Nadie te soporta"

"Ahora ella está muerta"

"Y es tu culpa"

"Porque no sirves para nada"

Voces.

Mi cabello dolía. Todo dolía.

-¡CIERRA LA BOCA! -Grité. pero las voces seguían,

"No puedes huir de mí"

"Soy tú. ¿Lo olvidas?"

"Tú eres tu propia demencia"

"Estás demente"

"Loca"

"Desesperada"

"Nadie puede oirte aquí"

"Porque nadie te quiere"

Entonces rompí en llanto. Mis manos cubriendo mis oídos. No quería escuchar más. Pero seguía. No puedo huir; está dentro de mí. No puedes huir de tu propia mente.

Grité.

Todo parecía estar bien por un momento.

Risas.

No.

Risas macabras.

Risas que se burlaban de mí.

Porque era débil.

Porque estaba loca.

Porque estaba sola.

Silencio.

Un pitido en mis oídos. Agudo. Más agudo, Más fuerte. Todo era borroso.

El sonido se detuvo.

Todo era negro y había un punto luminoso al final.

Ella salió.

Vestida de novia.

Había sangre en su vestido.

Me sonrió y extendió una mano.

Caminé un poco, con duda.

Ella estaba muerta.

Yo estaba muerta.

Tomé su mano.

"Se han ido" dijo. "Ahora eres libre"

Ambas vestidas de novia.

Ella con sangre.

Yo con lodo.

Ambas muertas.

Ambas locas.

Ambas solas.

Amigas por siempre.

Aún después de que la muerte nos separe.

¿Recuerdas?

Dreaming myselfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora