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— Te odio, te odio tanto...— Quiso convencerse a sí mismo de sus propias palabras, pero sonaban tan necias, que sus oídos simplemente las ignoraban.

Él no podía odiar a Jungkook. Por mucho que quisiera.

Y eso lo mataba.

Ojalá poder odiarlo, pensó. No solo esa vez, sino todas las veces en las que no pudo soportar el peso de lo que sentía por el azabache. Todas las veces que Jungkook lo abrazó, besó en sus mejillas, acarició las mismas y lo hizo sentir amado. Todas y cada una de esas veces quiso odiarlo, porque sabía, en el lugar más oscuro de su corazón, que aquella sensación de sentirse amado era falsa, solo una ilusión que su corazón había creado para que amar al azabache y no ser correspondido fuera un poco menos duro.
Pero al final, solo resultaba ser peor. Porque Jungkook nunca lo amaría, ¿verdad? Es por eso que ahora se hallaba solo, cuando más lo necesitaba a su lado. Es por eso que no había podido reprimir más lo que sentía y, después de lo ocurrido esa noche en el concierto, había tocado fondo.

Había pensado en varias ocasiones que lo había hecho, que había caído en el pozo de desesperación que le provocaba su propio corazón, pero había estado equivocado. Nunca, en su vida, se había sentido tan devastado como en ese momento.

Y es que, si no hubiera sido por eso...

Eso.

Entonces volvió a recordar. Volvió a, jodidamente, recordar.

Desde que decidieron cambiar la coreografía de Anpanman en los conciertos, para mostrar un lado más tierno de la pareja de amigos, todo comenzó a salirse de control, al menos para Taehyung, ya que Jungkook parecía ajeno a lo que provocaba en el mayor cada vez que se acercaba o que se mostraba cercano a él, frente a los miles de fans que los miraban y gritaban cuando sucedían esos momentos entre ellos. Todo al principio fue inocente y simplemente cambiaban una parte de la coreografía de la canción por un abrazo, o uno cargaba al otro sobre su espalda, o simplemente se miraban, lo cual ya suponía un riesgo para el corazón de Taehyung, que tenía que controlar su sonrojo, su nerviosismo y sus ganas de tomar a Jungkook más cerca y besarlo. Pero había aprendido a actuar con naturalidad y no dejar ver aquel lado tan vulnerable de él, que había surgido respecto al azabache.

Pero entonces, ya no fue solamente Anpanman y la modificación de esa coreografía. Entonces fue DNA también. Y ahí surgió el verdadero problema, el que Taehyung no podía controlar, pero que tampoco podía evitar.

En cada concierto, durante DNA, Taehyung le cantaba su parte a Jungkook, justamente la parte de canción que ellos compartían, y entonces cambiaban la coreografía, ya fuese para señalar o mirar al contrario mientras eran los únicos en el escenario, y todos los ojos estaban puestos en ellos.

La primera vez fue culpa de Taehyung, y en su defensa, podía decir que se acercó demasiado a Jungkook sin percatarse de la situación.

Pero a Jungkook le gustó la idea, y pensando que se trataba de un juego, como había sido con Anpanman desde el principio, decidió cambiar la coreografía de DNA en todos los conciertos, aprovechando también el momento para acercarse al ahora peli-azul. No sabía qué necesidad era la que lo llevaba a hacer aquello, porque él siempre había sido, de los dos, el que se había negado a mostrarse así de cercano con Taehyung a la vista de todos, y quien siempre había tratado de ocultar y esconder cualquier acción que pudiera malinterpretarse.
Pero por alguna razón que Jungkook se negaba a admitir, eso había cambiado. Y ahora, sin saber siquiera cómo y dejándose llevar por los impulsos de su propio corazón, aprovechaba esos instantes junto a su hyung para mostrar a todo el mundo que él...

era suyo.

Admitir aquello por primera vez, aunque hubiera sido para él mismo, había llevado a Jungkook al precipicio por el que aún seguía cayendo, no pareciendo tener fin, ni tierra firme a la que aferrarse.

𝗙𝗿𝗶𝗲𝗻𝗱𝘀 → 𝐾𝑜𝑜𝑘𝑉Donde viven las historias. Descúbrelo ahora