Capítulo 4

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Me dió una sonrisa y lleno mi rostro con besos.

- Te amo- apretó su agarre en mi cintura, aplastando nuestros pechos unos con otros.

Sentí su mirada recorriendo nuevamente mi rostro cargada de ese brillo extraño.

- ¡Basta!- me giré.

- ¿Qué?- posó su quijada en la curva de mi hombro y mi cuello.

- No me mires así tan lindo- reprimí una sonrisa sabiendo que era algo estúpido.

- ¿Quién te manda a ser tan hermosa?- solté una risa burlona.

- Claro- se me escapó el sarcasmo de los labios.

- Ya mírame- trató de hacerme cosquillas por lo que me moví escandalosamente soltando chillidos.

- Esta bien- me rendí girandome- ¡Qué pesado!- fingí quejarme mientras giraba los ojos.

Bien, sí ya se que están pensando.

¿Qué chingados tienes en la cabeza Madd? ¿Es bueno? ¿Es malo? ¿Qué coñooooo?

Bien, de que está bueno, está bueno y de que es bueno pues dense cuenta.

Ambrose cortó la pequeña distancia y me plantó un beso en los labios, fruncí el ceño por tal acto.

- Me iré a Francia por unas semanas con Agatha- le informé seca.

No dijo nada entonces me tomé el atrevimiento de inspeccionar su rostro.

No era perfecto pero sin dudas era atractivo, sus labios eran muy rosados un poco carnosos pero no tanto, sus ojos eran una maravilla, ese tono café intenso y sus pestañas envidiables largas y rizadas como las pestañas postizas de una Kardashian-bien, estoy exagerando-, su cabello desordenado caía por su frente tenía un leve toque de castaño en algunos mechones pero sin embargo era oscuro en su mayoría, sus cejas eran pobladas y con una impresionante forma, tenía algunas cuantas pecas esparcidas en la nariz y pómulos, su nariz era pequeña pero perfilada y lo hacía ver más guapo.

- ¿Me estás escuchando?- ¡Vergas! No me di cuenta que estaba diciéndome algo.

- No‐ admiti tratando de ver su reacción.

- Te decía que ¿Por qué sigues siendo amiga de Agatha?- ¿Enserio, Ambrose? Él sabía la respuesta pero se hacía el que no.

- ¿Este es el momento dónde admito que soy la persona más falsa del mundo?- junté la cejas y miré hacía arriba tocandome la quijada con mi índice- ¡Ah! Y también interesada- lo miré y a pesar de haber sido tan borde solo negó con la cabeza.

- ¡Ayy, Maddison!- suspiró.

¿Decepcionado, Ambrose?

- ¿Qué?- seguía con mi sarcasmo burlandome- ¿No que era buena?

Su rostro cambió se había molestado, soltó su agarre de mi cintura y se levantó de la cama.

- Suficiente, nos vemos otro día- sabía que me había pasado pero no me disculparía- Adiós- y se marchó.

Por alguna rara razón le resté importancia y me dormí después de unos minutos.

Cuando me levanté caí en cuenta de todo lo había sucedido.

¡Maldita sea! ¡Soy una tonta! ¿Cómo deje llevarme así?

Si tuviera un dolar cada que maldices, seríamos millonarias.

Y ahí está de burlona la pinche conciencia, voz del mal.

Decidí levantarme, no había pasado más que una hora de mi ciesta.

Fui hacía el baño, me lavé el rostro, salí y fui al tocador a arreglar mi desastroso cabello, tapar imperfecciones y rizar mis pestañas y todo lo posible para verme bien.

Bien perra.

Había quedado con Agatha, haríamos un viaje en limusina para acabar con sus penas y me imagino que hablar sobre el viaje.

Antes de salir tomé mi bolso en el que metí mis llaves y algunas toallas por si acaso.

Traía el celular en la mano, había pedido un taxi hace cinco minutos y se suponía que debía estar aquí en uno cinco minutos más. Aproveché el tiempo en revisar mensajes, había una gran cantidad de mensajes de Patty insultandome, alguno de sus insultos eran precisos y otros demasiado exagerados, no me tomé ni la molestia de bloquearla me causaba risa que se defendiera de esa forma tan baja. Volví al chat de Agatha y ahí en mi porche sentada, me burlé de sus estados de WhatsApp y sus mensajes patéticos.

¡Maldita sea! ¡Soy una tonta! Cancelé el taxi, Agatha pasaría en unos minutos en la limusina recogiendome.

Me llegó un mensaje de Ambrose.

"¿Todo bien?"

"Si y ¿tú?"

"Quisiera decir lo mismo"

Lo dejé en visto porque la limusina ya estaba estacionada frente a mi departamento.

Y ahí estaba ella, con un vaso en la mano contandome "su gran decepción amorosa" con su increíble collar de perlas en el cuello y un vestido color vino ceñido a su figura delgada, yo solo hacía como que le escuchaba mientras bebía de mi trago.

Me cansé de su papel de "vístima" y la cogí de los hombros sarandeandola.

- ¡Ya!- le grité un poco desesperada, ella se quedó atónita- Olvídalo, vamos a divertirnos y te consigues otro mejor- eso siempre funcionaba.

- Tienes razón- le dió unas inclinaciones al chófer y puso la música a tope.

- ¿Llamaras a alguien?- hice énfasis en "alguien" sabía que llamaría algunos de sus amigos influencers, modelos, youtubers, hasta prostitutos con tal de mantenernos ocupadas.

- ¡Sí!- soltó un pequeño chillido y comenzó a teclear su celular.

Hoy es noche de puteria, Madd.

Después de alguno minutos recogimos a un Francés y como Agatha se excusó en no entenderlo para nada terminaron besándose frente a mí, luego del Francés recogimos un pelinegro con un aro en la nariz, la piel pálida y la espalada ancha.

Cruzamos miradas, sus ojos eran color miel.

A ese idiota me lo follo, hoy porque me lo follo.

Luego de unos minutos nos encontrábamos envueltos en un beso salvaje, abrió sus labios dando paso a mi lengua dispuesta a explorar su boca, las cosas se estaban subiendo de tono, mi vientre hormigueaba y mis piernas empezaban a temblar.

Nos detuvimos a tomar aire, mi pecho subía y bajaba mientras mi labio palpitaban rojos. Su cabello estaba desordenado y sus labios rojos se veían apetecibles.

‐ ¿Cómo te llamas?- le di un beso cerca a los labios y fui yendo hasta su mandíbula.

- M-Martín- llegué hasta sus oreja y mordí su lóbulo.

Bajé y dejé besos en su cuello, entonces me detuve, el tenía los dientes apretados y los ojos cerrados, los cuales abrió cuando me detuve.

- Un gusto Martín, mi nombre es Maddison West, acercate- toque su entrepierna, ¡Mierda! Estaba duro.

Le sonreí pícara con labios cerrados.

MALICEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora