- ¿Qué?- tenía asombro plasmado en el rostro mezclado con ironía porque lo estaba botando a él y ese tipo saldría conmigo de la mano en su cara.Una buena oportunidad para que se olvide de mí.
- ¿Quién es él?- volvió a insistir Martín, se le veía bastante desubicado.
- Es mi ex, no sé que quiere- miré directamente a Martín yendo a su lado y pasando de Ambrose no sin antes cerrar mi puerta.
- Hermano, no te hagas esto- traté de contener la risa endureciendo la mirada, pero era imposible porque Martín sonaba como imbécil- ella saldrá conmigo, estás retrasando nuestra cita.
Ambrose se relamió los labios y pasó su dedo por su comisura negando la cabeza burlon.
Pude prevenir el golpe que iba a propinarle Ambrose en toda la geta a Martín interpiniendome.
- Ambrose, por favor, por favor, vete de aquí- lo miré a los ojos tratando de calmar su ira, le lancé una de esas miradas manipuladoras que te pone tu gatito para que le des más croquetas.
El suspiró, me dió una última mirada de arriba abajo, por reflejo me cubrí tratando de esconderme de su mirada, me miró decepcionado y se fue.
Miré como su silueta masculina se perdía en la acera, no lo vi más hasta que una familia paseando su perrito obstruyó mi vista.
- ¿Qué fue todo eso?- Martín hablo soltando una carcajada, trató de poner su brazo en mi hombro pero apresure mi paso y fui hacía el borde de la acera para parar un taxi.
- Vamos- giré para llamarlo y que entrase en el vehículo amarillento.
Sentados en el carro todo fue incómodo para él, yo ya no tenía ganas de tener esa cena estúpida con él.
Necesitaba cogermelo para desaparecer todo rastro de Ambrose de mi mente.
El chófer dirigió su mirada hacía nosotros y soltó una sonrisa.
- No pierdan el tiempo molestandose entre ustedes, un día te despiertas y tu compañerade vida ya no está...- el chófer hablo con un tono melancólico, era un señor descuidado con la barba creciente y su cabello lleno de canas despeinadas.
- Gracias, pero no quiero escuchar su trágica historia, ni sus consejos de porquería- Martín y él me miraron sorprendidos.
El señor miró hacia la carretera avergonzado, así debería estar, ¿por qué la gente tiene que ser tan metiche? C0ree que uno necesita su ayuda, si necesitara ayuda me voy a mi psicóloga.
- Fuiste muy grosera, Maddison, quizás debas disculparte- Martín me miró serio.
Lo miré por corto tiempo y lo ignore.
Si alguien volvía a joderme la paciencia por tercera vez iba a explotar y el imbécil y atractivo rostro de Martín estaría estampada en la ventana del taxi.
Saqué mi celular de mi bolso, esto tenía que contárselo a Agatha.
Entre a su chat y me cargaron nuevos mensajes de ella, eran bastantes por lo que frunci el ceño, subí hasta el primero, una foto de los pasajes de avión.
Lo siguiente era de que el vuelo se adelantó para hoy a la 1 a.m. los demás mensajes eran de ella hace poco de videos llorando en un bar de mala muerte, estaba borrachisima, y lloraba por—dios—sabe—qué.
Lo único que sabía era que en este momento tenía que ir hacía donde estaba ella y sacarla de aquel lugar.
Si ella seguía ahí y le robaban nuestro vuelo se vería afectado y por ella no me perdería Italia.