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Yoonji entró al departamento encontrado aquel lugar oscuro y desolado, sabía a lo mucho que su hermano estaba allí, lograba visualizar un poco el tazón de Holly lleno de alimento,  comida que jamás le podía faltar al perro de la familia, eso era para ella, la señal de que aquellas croquetas habían sido depositadas hace poco.

El departamento de su gemelo poseía un aspecto bastante tétrico y lúgubre, sus paredes pintadas de paletas monocromas; negro, blanco y gris. Convirtiendo en ella aquel pensamiento que el lugar le  hacía pensar que estaba en una apartamento de exhibición. Todo cuadraba en su debido lugar, no había alguna silla que se haya movido algunos centímetros desde que fue puesta en su lugar, era como si los objetos se congelaron allí con el tiempo, sin ser empujado. Para Min Yoonji, todo era demasiado ordenado para su gusto.

Caminó con seguridad  hasta la habitación de su hermano y entró sin dar aviso alguno de su llegada. Lo sabía más que nadie, lo solo que su hermano se mantenía y saber tal situación le rompía por completo, dejando un sentimiento de amargura y tristeza.

—Hola ...—saludó la chica con una sonrisa en sus labios, no era su típica y característica sonrisa de encías pero algo era algo para ellos, no era de las que lograban fingir sonrisas.

—Hola pequeña.—saludó el joven retirando su brazo de sobre sus ojos, donde este descansaba.

La chica sonrió de nuevo ante la forma cariñosa que él poseía a la hora de llamarla. Eran gemelos, terminando de ser Yoonji unos cinco minutos mayor que su hermano. Sin embargo, Yoongi era quien terminaba por tratarla a ella como la menor.

La chica contempló a su alrededor y se preguntó como era que su hermano  mantenía todo tan ordenado y pulcro. Es como si en ese lugar, realmente no viviera nadie y Yoongi solo fuera un fantasma de aquel apartamento.

Entonces recordó que la vida que habían llevado les había dejado algunos hábitos muy difíciles de dejar.

—¿Cómo te has sentido? ¿Todo se mantiene a flote?—preguntó ella, tratando de aligerar el ambiente, comprendía el hecho que su hermano no estaba bien pero no sabía  de que manera ayudarlo, esperaba que él se decidiera a decir algo.

–Bien, supongo. Hay buenas ventas y mi capital crece —informó el chico con los ojos cerrados.

—Lo sé, he estado en la empresa.

—Bien...

— Me refiero más al ámbito  personal, ¿Cómo te ha ido?— preguntó un tanto temerosa, Yoongi nunca le había hecho algún daño; pero ella lo conocía y sabía que si la situación lo sobrepasaba terminaría llorando.

La idea no le gustaba en nada.

—Bueno, nuestros padres siguen sin querer saber de mi, permanezco soltero sin encontrar a nadie que cumpla con mis expectativas y es lo único en lo que puedo pensar en cuanto llego a casa. Supongo que es parte del crecimiento del ser humano, tener esos pensamientos más...inapetente. Era mejor cuando yo era joven… —La esquina de sus ojos se lleno de lágrimas y el chico no pudo evitar soltar una ante aquellos recuerdos y sus propios sentimientos.

Su vida fue maravillosa hasta que cumplió los veinticinco.

Jamás le falto nada, porque sus padres los proveían de todo lo necesario, él junto a Yoonji solo tomaron una decisión que para sus progenitores fue el mayor pecado que pudieron cometer sobre la faz de la tierra.

Se convirtieron en Sugar Babys.

Eso les dio muchos beneficios, a diferencia de los chicos con quienes iniciaron en aquella agencia de babys, ellos habían logrado pagar su nombre.

¿Sugar daddy? ~TaeGi~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora