Escena IV

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Por el fondo entran el Rey de Babilonia y el padre de Istar.

Los músicos se ponen de pie y se inclinan ante ellos. Clelia también los saluda con una reverencia.

ISTAR. –(a Clelia) Clelia, ¿Por qué pararon de tocar?

CLELIA. –Señora, es que el Rey nuestro señor, acaba de llegar...

ISTAR. –(con alegría) ¡Señor, señor, venid a mí!

El Rey y el padre de Istar se acercan a ella.

EL REY. –(a Istar) Istar, querida Istar, ¿Cómo estas de esos ojazos que tanto queremos?

ISTAR. –(con alegría) Señor, señor, creo que voy viendo algo, algo, señor, muy poca cosa.

El Rey aproxima una mano a los ojos de Istar, la acerca y la retira repetidas veces: ella ni pestañea. El Rey y Belesis se miran llenos de amargura y todos los presentes miran para el suelo con muestra de tristeza.

EL REY. –(a Istar) Istar, tengo una gran noticia para ti.

ISTAR. –(con alegría) Dadme pronto esa noticia, señor mío ¿de qué se trata?

EL REY. –Istar, princesa, sobrina mía, ¡ya apresamos a la criminal que echo esos polvos malditos en tus lindos ojos! Hice que se la estuviese dando latigazos mientras no confesase todo, y, dijo que es esclava; que su dueña la mando a que echase esos polvos en tus ojos; que se llama Melcha y que Sirem es su ama. Dijo también que Assu-ea-assur, Rey de Asiria, y Sirem viene para acá con sus guerreros. ¡Que vienen para acá con ellos! ¡Y que vienen con ellos para darles valor y triunfar (riendo) triunfar de nosotros!

ISTAR. –¿Y que hicisteis con la tal Melcha, señor?

BELESIS. --¿Qué íbamos a hacer?

ISTAR. –(interrumpiéndolo) ¿Hola, tu estas aquí, padre mío?

BELESIS. –Que íbamos a hacer, hija, si no era echarla en sus propios ojos el polvo que quedo en el suelo, y que el recogimos, cuando te encontramos sin sentido sobre él.

ISTAR. –(llevándose ambas manos a los ojos) ¡Oh, NO! Padre mío, ese es demasiado castigo. Hubieses mandado que le diesen cientos de azotes. La hubieses encerrado en un calabozo, ¡cualquier otro castigo, pero ese no, padre, ese no! Ni para Narrassa quiero ese castigo.

BELESIS. –(a Istar) A ese perro, oh hija mía, a ese Narrassa, a ese traidor, le sacare el corazón apenas estemos frente a frente.

ISTAR. –(al Rey) Dijisteis, señor, que el ejercito asirio viene hacia acá, pero ¿Qué mas quiere de mi esa malvada? ¿Qué más quiere después de hacer que se me matase a Nabu, a mi Nabu y sumirme a mi a la peor de las desgracias? (se entristece y llora)

EL REY. –(con calma) No te alarmes por eso, Istar, que hace tres anos de que Nabu fue asesinado por mandato de Sirem, el mismo tiempo que tenemos de guerrear con los Asirios, en esta ultima guerra, porque ella manda sus guerreros hacia acá; y siempre veías, oh Istar, las derrotas que sufrían con nosotros. ¡Los tiempos han cambiado y la Asiria no puede contender con tantas naciones a la vez! Y has de saber, querida Istar, que las derrotas que sufren con nosotros tienen por causa, no solo el valor de nuestros guerreros, sino que tenemos a un Jefe de guerreros entre nosotros que es capaz de destruir un ejercito de leones. Con que rapidez piensa, obra y dirige.

ISTAR. –¿Cuál es el nombre de ese hombre tan valiente?

EL REY. –Se llama Ass-arran. Y tiene junto a el a un tal Kenio que casi lo iguala.

ISTAR. –(con entusiasmo) Si yo tuviese luz en mis ojos, os diría, señor, que trajeseis acá a ese bravo guerrero para verlo... Y le diría estas palabras: Señor, tu, que eres bravo, valiente y noble como el león; tu, que desprecias la vida y juegas con la muerte; tú que ambicionaras gloria y riquezas, mata tu ¡oh, noble señor! Mata a Narrassa, el más traidor de los hombres, el peor de los amigos, y yo te daré todas mis riquezas, que son muchas, y hare que tu nombre se haga inmortal, haciendo que se esculpa en piedra.

Y le diría también: Señor, el mato a Nabu, ¡a mi Nabu! (vuelve a llorar) Mato a mi Nabu, al mejor de los hombres, al mejor de los amigos, al mejor de los amantes...y, ¿sabes por qué, señor? Pues lo mato por amor a la peor de las peores. ¡Por amor a Sirem, que es una serpiente con cuerpo de mujer! Por ella mato a Nabu, a mi Nabu (Istar rompe a llorar, con tanto sentimiento, que toos los presentes se entristecen ciertamente)

EL REY. –(a Istar) No llores, Istar, que serás vengada apenas llegue la ocasión.

Escucha, Princesa, ha días tuve un sueno misterioso con Sirem y los suyos e hice venir ante mi a los mas grandes sabios de este reino para que me interpretasen su significación, y has de saber que todos están acordes en que el anuncia la muerte de Sirem.

ISTAR. –(con interés) ¿Qué sonasteis, señor?

EL REY. –Soné, oh Istar, que Sirem, ¡la maldita Sirem! ere devorada por un monstruo horrible, que se revolvía en un arenal ensangrentado. Tenia alas de acero, pies montados sobre ruedas humeantes; boca y colmillos de león, escupía fuego y su rugió era tan espantoso como el trueno. Soné también que Narrassa, ¡el pérfido Narrassa! Lavaba sus manos con arena, y reía y lloraba como loco; y que un desconocido, un guerrero joven, musculoso y bello, jugaba con la cabeza del rey Assur, haciendo mofa de ella.

ISTAR. –Y ¿qué os dijeron esos sabios, señor?

EL REY. –Dijeron, oh, Istar, que el monstruo que devoraba a Sirem es la guerra en que estamos con Asiria; que Sirem perecerá en la contienda y que el desierto será testigo de su muerte. Dijeron, que Narrassa está arrepentido de un crimen que cometio; y que los días de vida del rey Assur están a su fin.

ISTAR. –(llorando) ¡Oh Nabu, Nabu mío!

EL REY. –(levantando ambos brazos) ¡Dios gracias a nuestro Dios por el bien que nos dispensa, y ofrendémosle grandes y valiosos sacrificios por la victoria nuestra, que está cercana!

ISTAR. –(como mirando hacia arriba con sus ojos ciegos) Gracias a ti, oh Dios, porque la muerte de Nabu será vengada. Gracias a ti, Dios mío, porque tu detendrás a los terribles ninivitas. Mata a Sirem, oh Dios, y no habrá sacrificio, que yo no estime pequeño para ti, por ella, señor, por ella fue matado Nabu, mi Nabu.

Istar vuelve a llorar.

EL REY. –No llores, Istar que la muerte de Sirem está cercana. (a los músicos) Vamos, ¡pronto! ¡a tocar! que es precioso distraer a nuestra Princesa.

Los músicos vuelven a sentarse al derredor de ella y comienzan a tocar.

Sirem | ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora